Cartas al editor

Sobre el papel de la Policía

El mal que se aplica no tiene que ser superior al efectuado.

La Policía es parte del sistema de control del Estado, más aún, es pieza esencial de la intervención del Estado sobre los ciudadanos en relación con un efectivo control. La Policía constituye el órgano inmediato de la acción policial, aparece expresa y directamente ligada a la Constitución, pues la Policía es parte del sistema de control del Estado y, específicamente, del control formal. Más aún, es pieza esencial de la intervención del Estado sobre los ciudadanos en relación con un efectivo control.

La Policía constituye el órgano inmediato de aplicación del control penal, y uno de los más importantes del control en general.

La Policía, para ser un órgano directo del sistema penal en relación con los malos ciudadanos y para aplicar límites a la libertad de los ciudadanos, trabaja como agente disuasivo y de control social, esto es la concepción propia de un Estado absoluto, o bien, de un Estado democrático, concebido como Estado guardián o Estado mínimo preocupado solo por los deberes negativos (no matar, no robar, no hurtar, etc.) y en que la democracia no aparece profundizada hacia todos los ciudadanos; es que en un estado de derecho aparece tal aplicación del mal, “sujeto al límite de justicia”. El mal que se aplica no tiene que ser superior al efectuado.

En el entorno nacional, son los encargados de mantener los mecanismos de control en la misma comunidad para evitar el delito o para frenar esos efectores perniciosos. La acción policial aparece expresa y directamente ligada a la Constitución.

Pero si lo malo daña, no puede el mal que impera en la Policía tener naturaleza fundamental. Toda naturaleza tiene en sí, su propia realidad y operación. Llamar mal a la naturaleza de la Policía sería simplemente reconocer a lo malo como tal su lugar propio de la realidad de las cosas, con lo que ya carecería de sentido la existencia de esta institución. El problema del mal que existe en la Policía se puede tomar como destrucción de lo bueno.