Los programas de asistencia técnica y extensión se iniciaron en Honduras en la década de los 50, con la creación de los Servicios Técnicos Interamericanos de Cooperación Agrícola (STICA), retomando los servicios de extensión agrícola, a cargo de la Dirección General de Incorporación Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Ganadería; esta dirección estaba orientada a capacitar técnicamente a los agricultores, introduciendo nuevas razas de animales, nuevas variedades de cultivos, y el uso y manejo de agroquímicos.
En los años sesenta, STICA se transformó en la Dirección de Desarrollo Rural (Desarrural) que a mediados de esa misma década se convirtió en la Dirección General de Desarrollo Agropecuario (Desagro).
En los años 80, la Extensión Agropecuaria en Honduras fue considerada como un instrumento de gran importancia para el desarrollo rural, ejecutada por la Secretaría de Recursos Naturales y por el Instituto Nacional Agrario (INA). En este período se puede destacar el auge de los Programas de Desarrollo Rural Integral (DRI).
Con el Programa de Ajuste Estructural de la Economía, en 1990 se realizan cambios significativos en la generación y transferencia de tecnologías agropecuarias, contemplada en la Ley de Modernización y Desarrollo del Sector Agrícola, creando la Dirección de Ciencia y Tecnología Agrícola (Dicta).
En 2000 se crea el Programa Nacional de Desarrollo Rural Sostenible (Pronaders) con nuevo enfoque multisectorial del desarrollo rural sostenible
y con una visión de largo plazo.
Sin embargo, Dicta no logró normar ni orientar estos nuevos procesos de generación y transferencia de tecnología de Pronaders, pasando a ser una instancia con baja cobertura y limitados recursos técnicos, orientados principalmente a zonas de valles priorizados.
En el 2003, la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), en consulta con diversos sectores productivos, técnicos y de empresa privada; formula por medio de la Mesa Agrícola Hondureña la Política de Estado para el Sector Agroalimentario y el Medio Rural de Honduras 2004-2021.
Estudios efectuados por diferentes instituciones han llegado a la conclusión de que los servicios tradicionales de extensión agropecuaria que ha promovido el Estado de Honduras en los últimos 40 años, han tenido por lo menos las siguientes características:
1. Baja cobertura de los servicios,
2. Poco éxito en la tecnificación de la producción,
3. Inadecuada oferta tecnológica,
4. Poca asistencia a los productores y productoras más necesitados que son los pequeños, medianos productores y la agricultura familiar, y
5. Alto costo de los servicios.
Los productores agrícolas hondureños y conciudadanos del medio rural y urbano, se quejan por la falta de asistencia técnica de la SAG y de otras instituciones relacionadas.
Es oportuno entonces, formar un equipo de técnicos integrado por profesionales de diferentes áreas de conocimiento, que ocupen funciones diversificadas y actúen en diferentes regiones y que asuman el compromiso de armonizar la acción del extensionista frente a la realidad agrícola-rural.
La importancia de una asistencia técnica y de extensión rural participativa, presenta de forma objetiva y didáctica una estrategia de trabajo emancipadora que posibilita efectivamente, con su aplicación, el protagonismo de los productores agrícolas en el proceso de desarrollo.
La esencia de una asistencia técnica es que los
extensionistas deben aprender del pasado y con un análisis crítico, actúen en el presente construyendo el futuro de este servicio agrícola-rural, con la confianza que la marcha hacia el fortalecimiento de los pequeños y medianos productores y básicamente los de la agricultura familiar se afirmen y agregue cada día nuevos actores.
Es vital fortalecer nuevamente la extensión rural y la
asistencia técnica, y construir el nuevo libro del extensionista que contengan manuales técnicos, tecnológicos y resultados científicos que sea un verdadero instrumento de trabajo agrícola.
La SAG como cabeza del sector agrícola hondureño debe renovar y establecer nuevos convenios con
instituciones de gobiernos de países amigos para fortalecer la asistencia técnica y extensión rural en función de los desafíos políticos, sociales, culturales y económicos de Honduras. Manos a la obra.