A juzgar por las informaciones brindadas por funcionarios del gobierno, publicadas por EL HERALDO, todo parece indicar que la capital de Honduras se quedará sin aeropuerto cuando empiece a funcionar el aeropuerto internacional que se construirá en Comayagua.
Y es que los anuncios marchan velozmente sobre la construcción de Palmerola como aeropuerto civil. Las negociaciones con la concesionaria están avanzando y pronto se esperan más anuncios.
Lo irónico del caso, advierten muchos, es que varias comunidades de Honduras, algunas que no llegan ni al rango de ciudad, tienen ya o tendrán su propio aeropuerto y ahora eliminarán el de la capital de Honduras.
Resultan innegables las limitaciones y hasta el peligro que representa Toncontín, al igual que la necesidad de que la zona central del país cuente con una terminal aeroportuaria moderna y capaz de permitir el aterrizaje y el despegue de aeronaves de gran envergadura, pero eso no justifica que la capital hondureña dependa, tanto para vuelos nacionales como internacionales, de un aeropuerto que está a varias decenas de kilómetros de distancia.
Durante varias décadas se habló mucho de la necesidad de construir un nuevo aeropuerto para la capital hondureña. Incluso se hicieron varios estudios con consultores internacionales. La Laguna del Pedregal, Amarateca y Talanga fueron algunos de los lugares mencionados para su ubicación, pero nunca se hizo nada.
En 2008, cuando se cerró Toncontín, tras un accidente aéreo, y el gobierno de Manuel Zelaya Rosales anunció la decisión de que el aeropuerto capitalino sería reemplazado por el de Palmerola y quedaría habilitado solo para vuelos A y B, con lo que se le quitaba prácticamente la categoría de aeropuerto internacional, la indignación no se hizo esperar. De hecho, el propio alcalde capitalino de entonces, el hoy designado presidencial Ricardo Álvarez encabezaba las protestas.
Algo similar –aunque con mucho menos apasionamiento-- ocurrió en 2012, en el gobierno de “Pepe” Lobo, cuando se continuó con la idea de hacer de Palmerola un aeropuerto internacional, quitándole a Toncontín esa categoría.
Lo curioso del caso es que ahora –cuando se habla abiertamente del cierre total, hasta para vuelos nacionales- por ningún lado aparecen los otrora virulentos defensores de Toncontín.