Trump volvería más fuerte a la presidencia de EUA

Han surgido nuevos grupos de expertos conservadores dirigidos por veteranos de la Administración Trump. Una coalición ha estado trazando planes de políticas estilo “Primero EU”.

Es probable que un segundo periodo de Trump tenga controles más débiles sobre sus impulsos autoritarios.

vie 15 de diciembre de 2023 a las 16:36

Por Charlie Savage, Jonathan Swan y Maggie Haberman/The New York Time

En la primavera de 1989, el Partido Comunista Chino usó tanques y tropas para sofocar una manifestación prodemocracia en la Plaza de Tiananmen de Beijing. La mayoría de Occidente quedó horrorizado ante la ofensiva que causó la muerte de al menos cientos de activistas estudiantiles. Pero un estadounidense prominente quedó impresionado.

“Cuando los estudiantes llegaron en tropel a la Plaza de Tiananmen, el Gobierno casi lo arruina”, declaró Donald J. Trump a la revista Playboy el año posterior a la masacre. “Entonces fueron despiadados y terribles, pero lo controlaron con fuerza. Eso te muestra el poder de la fuerza”.

Era una frase poco trascendente en una entrevista que abarcó muchos temas, concedida a un periodista que escribía el perfil de un empresario y celebridad de 43 años que en aquel entonces no participaba en política. Pero en vista de lo que Trump ha llegado a convertirse, su enaltecimiento de la represión de manifestantes democráticos está inmerso en presagios.

$!Fani Willis, la fiscal de distrito en el Condado de Fulton, en Georgia, presentó algunas de las acusaciones contra Trump.

La retórica violenta de Trump al tiempo que hace campaña por la Presidencia de EU ha generado comparaciones con dictadores fascistas históricos y autócratas populistas contemporáneos. Al enfrentar cuatro procesos penales, podría parecer más peligroso para la democracia estilo estadounidense que en su primer mandato. Pero tiene décadas de glorificar la violencia política y hablar con admiración de autócratas. Y durante sus cuatro años en la Casa Blanca, Trump violó normas democráticas.

Lo que sería diferente en una segunda Administración Trump no es tanto su carácter, sino su entorno. Las fuerzas que en cierto modo contuvieron sus tendencias autocráticas en su primer mandato serían más débiles. Como resultado, las ideas más extremas de Trump y de sus asesores tendrían mayores posibilidades de volverse realidad.

Ningún presidente de EU antes que él había jugado con la idea de retirarse de la OTAN, la alianza militar occidental. Trump dijo que reevaluaría de forma fundamental “el propósito de la OTAN y la misión de la OTAN” en un segundo periodo.

Ha dicho que ordenaría al Ejército atacar a los cárteles del narcotráfico en México, lo que violaría la ley internacional, salvo que el Gobierno mexicano lo autorice.

Sus planes para deshacerse de inmigrantes indocumentados incluyen redadas extensas, enormes campamentos de detención, deportaciones a una escala de millones por año, suspender el asilo, intentar poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento para bebés de padres indocumentados y usar tropas como agentes migratorios.

Más que nada, la promesa de Trump de echar mano del Departamento de Justicia para vengarse de sus adversarios es un desafío patente a los valores democráticos. Aunado a la forma en que intentó hacer que fiscales persiguieran a sus enemigos durante su Presidencia, pondría fin a la norma de décadas de tener investigaciones independientes del control de la Casa Blanca.

En todos estos esfuerzos, Trump sería respaldado en un segundo periodo por una infraestructura externa bien financiada. Han surgido nuevos grupos de expertos conservadores dirigidos por veteranos de la Administración Trump. Una coalición ha estado trazando planes de políticas estilo “Primero EU”.

Mientras ocupaba el cargo, Trump desacató normas democráticas. Les dio empleos en la Casa Blanca a su hija y yerno pese a una ley antinepotismo. Usó poderes de emergencia para gastar más dinero del autorizado por el Congreso en un muro fronterizo.

Sin embargo, no llegaron a materializarse algunas de sus transgresiones potencialmente más serias. Trump presionó al Departamento de Justicia para procesar a sus adversarios. El departamento abrió varias carpetas de investigación, como el intento de hallar un fundamento para acusar a Hillary Clinton de delitos conectados con los orígenes de la investigación sobre Rusia. Pero los fiscales no presentaron esos cargos.

Y los esfuerzos por los que fue sometido a juicio político no tuvieron éxito. Trump buscó subvertir su derrota electoral del 2020 y avivó los disturbios en el Capitolio, pero el Vicepresidente Mike Pence y las mayorías del Congreso rechazaron su intento de mantenerse en el poder.

Hay razones para creer que diversos baluartes que limitaron a Trump en su primer mandato estarían ausentes en otro.

Cuatro años de sus nombramientos crearon una supermayoría republicana afianzada en la Suprema Corte que probablemente ahora se pondría de su lado en algunos casos que perdió, como la decisión 5-4 de junio del 2020 que evitó que pusiera fin a un programa que protege de la deportación a ciertos indocumentados que fueron traídos al País de niños y fueron criados como estadounidenses.

Los republicanos en el Congreso a menudo fueron cómplices y facilitadores. Pero algunos republicanos clave en el Congreso ocasionalmente denunciaron su retórica o frenaron sus propuestas más disruptivas. En el 2017, el entonces Senador John McCain emitió el voto decisivo contra el esfuerzo de Trump por anular una ley que hace que la cobertura de seguros médicos esté ampliamente disponible.

Es probable que los republicanos en el Congreso sean incluso más maleables en un segundo mandato de Trump. El partido se ha acostumbrado a la disposición de Trump para cruzar límites, e incluso la ve con entusiasmo. Y Trump ha desgastado, sobrevivido, intimidado hasta la sumisión o expulsado a legisladores republicanos importantes que tienen posturas independientes y que demostraron la ocasional disposición a oponerse a él.

McCain, quien fue el nominado presidencial republicano del 2008, murió en el 2018. La ex Representante Liz Cheney, quien votó a favor del juicio político de Trump por incitar los disturbios del 6 de enero del 2021 y ayudó a liderar el comité que investigó dichos acontecimientos, perdió su escaño ante un contrincante pro Trump en las elecciones primarias.

El Senador Mitt Romney, el nominado presidencial republicano del 2012 y único Senador republicano que votó a favor de hallar culpable a Trump en su primer juicio político por tratar de obligar a Ucrania a abrir una investigación criminal contra Hunter Biden al privar al País de ayuda militar, ha anunciado su retiro.

Luego de que Trump dejó la Presidencia, hubo muchas propuestas para codificar en ley normas democráticas que él violó. Las ideas incluían reforzar los límites sobre el uso de poderes de emergencia de los presidentes y hacer que sea más difícil abusar de su poder de indulto y su autoridad sobre fiscales.

En diciembre del 2021, cuando los demócratas aún controlaban la Cámara de Representantes, se aprobaron muchas de esas propuestas. Pero la iniciativa murió en el Senado.

El debate en la Cámara de Representantes se desarrolló en gran parte con base en una premisa que reducía su urgencia: Trump ya no estaba. Los republicanos desestimaron el proyecto de ley como un golpe contra Trump.

“Donald Trump —desafortunadamente— ya no es Presidente”, dijo Rick Crawford, Representante de Arkansas. “Es hora de dejar de vivir en el pasado”.

© 2023 The New York Times Company

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