Falta de fertilizantes agrava el hambre en Nigeria

La guerra en Ucrania redujo las exportaciones de granos de la región y disparó el precio de productos básicos como el trigo.

Suleiman Chubado no puede comprar fertilizante suficiente para su granja en Yola, Nigeria. Su maíz está marchito.

jue 14 de diciembre de 2023 a las 12:41

Por Peter S. Goodman/The New York Times

YOLA, Nigeria — Suleiman Chubado no tiene del todo claro qué provocó que el precio del fertilizante aumentará más del doble en el último año, pero está amargamente consciente de las consecuencias. En su granja en Nigeria, ya no puede darse el lujo de comprar fertilizante suficiente, por lo que su maíz está marchito y pálido, con las plantas débiles ladeadas hacia el suelo polvoriento.

Dentro de su casa de adobe, se ha acostumbrado a explicarles a sus dos hijos pequeños y a su esposa embarazada por qué deben conformarse con dos comidas diarias —y a veces una— incluso cuando les ruge el estómago.

Mientras que él y sus vecinos se lamentan de la calamidad que acontece en gran parte de África, intercambian teorías sobre una fuente del problema: la guerra de Rusia en Ucrania, que interrumpió el envío de ingredientes clave para fertilizante.

“Estamos en dos mundos diferentes, separados por aviones y mares”, dijo Chubado. “¿Cómo nos puede estar afectando aquí?”.

Esa interrogante resuena en muchos países de bajos ingresos. Los agricultores están lidiando con choques que hicieron que el fertilizante fueran escaso y caro, disminuyendo las cosechas, encareciendo los alimentos y propagando el hambre.

$!Una planta de fertilizante en Gombe, Nigeria. El País exporta la mayoría del fertilizante que produce a Sudamérica.

La guerra en Ucrania redujo las exportaciones de granos de la región y disparó el precio de productos básicos como el trigo. El suministro mundial de alimentos también se ve amenazado por el cambio climático: olas de calor, sequías e inundaciones.

Durante décadas, economistas destacados han promovido la globalización como un seguro contra la zozobra. Cuando las fábricas en un lugar no pueden producir bienes, se pueden mandar pedir a otro lugar.

Sin embargo, al tiempo que los agricultores de África y algunas partes de Asia se enfrentan a la escasez de fertilizantes, su angustia atestigua el hecho de que la dependencia compartida de productos vitales de proveedores dominantes provoca un peligro generalizado cuando hay una sacudida.

La crisis inició con la pandemia, que aumentó el costo del transporte de ingredientes de fertilizante. Luego vino la guerra. Finalmente, durante el último año y medio, la Reserva Federal de EU subió agresivamente las tasas de interés para sofocar la inflación interna.

Esto ha elevado el valor del dólar estadounidense frente a muchas monedas. Ya que los componentes del fertilizante se cotizan en dólares, se han vuelto mucho más caros en países como Nigeria.

Desde febrero del 2022, el precio del fertilizante ha crecido más del doble en Nigeria y otros 13 países, reportó ActionAid, un grupo de ayuda internacional.

En Nigeria, el país más poblado de África, casi 90 millones de personas sufren de “consumo insuficiente de alimentos”, indicó el Programa Mundial de Alimentos.

Junto a la desesperación, se ha vuelto palpable una sensación de desconcierto. Los granjeros están pasando de productos básicos como arroz y maíz a cultivos menos valiosos, como soya y cacahuates, que requieren menos fertilizante.

Ante los precios extraordinarios de fertilizantes inorgánicos o comerciales, algunos granjeros están optando por variedades orgánicas, como el estiércol animal. A largo plazo, eso es mejor para el suelo, la calidad de los alimentos y la salud pública, dicen expertos.

Sin embargo, puede tardar años para que los productos cultivados con fertilizantes orgánicos se aproximen al rendimiento obtenido con el uso del tipo comercial. En Nigeria, la máxima prioridad es la búsqueda inmediata de alimentos adicionales.

Nigeria tiene varias fábricas que producen una variedad de fertilizante nitrogenado, pero lo exportan casi todo a América del Sur. Como resultado, el País es vulnerable a cualquier ruptura en la cadena de suministro global.

Quienes no pueden darse el lujo de comprar fertilizante enfrentan una maldición por partida triple. Carecen de cultivos adecuados para alimentar a sus familias. No tienen nada que vender para conseguir dinero. No obstante, deben comprar alimentos a precios muy inflados.

Adamu Ibrahim, de 28 años, padre de cuatro hijos, esperaba vender parte de su maíz para juntar fondos para reemplazar las paredes de barro de su casa que se estaban desmoronando.

Pero este año sólo se pudo dar el lujo de aplicar la mitad del fertilizante habitual. Una tarde reciente, su maíz se marchitaba bajo el sol tropical.

“Parece que mi cosecha sólo será para consumo”, aseveró.

© 2023 The New York Times Company

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