Periodismo de Impacto

Papel para la esperanza

Un grupo de jóvenes con discapacidad intelectual de la capital de Honduras vencen a diario la exclusión y obtienen ingresos reciclando
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24.06.2016

Tegucigalpa, Honduras
Son las 8:30 de la mañana de un lunes y ellos regresan a sus actividades después de un fin de semana con su familia. La instructora les pregunta qué hicieron, con quiénes estuvieron y si se sintieron bien. Ellos responden con o sin entusiasmo.

Después es el momento de hacer un repaso de lectoescritura, y la vocal que tienen que identificar es la “a”. A algunos les cuesta hacerlo, otros están atentos y con entusiasmo quieren demostrar que sí saben identificar esa vocal que muchos tienen en su nombre.

Lo descrito no es una clase de primer grado de primaria con niños de siete años, se trata de la primera cátedra de la semana en la asociación sin fines de lucro Arca de Esperanzas, donde un grupo de jóvenes con discapacidad intelectual todos los días hacen un gran esfuerzo para lograr su inclusión y autonomía en Honduras, en una sociedad excluyente con las personas que tienen esta condición.

Y ellos lo hacen desde un taller que se llama Habilidades para la Vida y Productividad, donde, entre otras cosas, han aprendido a realizar una labor muy importante: reciclar.

El objetivo y el medio para lograrlo...
Arca de Esperanzas nació en el año 2000 en Tegucigalpa, capital de Honduras, cuando un grupo de padres que tienen hijos con discapacidad intelectual buscaron la manera de ayudarlos y lograr que fueran personas independientes en algunos aspectos y productivas para la sociedad.

Para ello, estos padres crearon un programa que se llama Habilidades para la Vida y Productividad, donde además de aprender a cuidar su aspecto personal y alimentarse, aprenden a hacer papel artesanal para venderlo. Una porción de las ganancias es para ellos y la otra sirve para cubrir gran parte del 57% de los gastos de la asociación, que también se sostiene por el aporte de los padres y por el Estado, que da el 43% restante.

Son diez las personas con discapacidad intelectual que conforman este programa, donde el papel que reciclan lo convierten en papel artesanal con el que se pueden elaborar libretas, agendas, diarios, tarjetas de presentación y de invitación.

¿Cómo lo hacen? No es un proceso sencillo, ellos con mucha dedicación y empeño han tenido que aprender paso por paso todo lo que se necesita para lograr el producto final que es el papel artesanal.

El proceso requiere que ellos puedan socializar para sentirse cómodos y seguros en las empresas donde todos los días recogen el papel de desecho; seguir instrucciones para poder pesar, triturar, licuar y moldear la pasta que al secarse quedará convertida en un papel artesanal de buena calidad.

Para una persona común quizá esto no requiera un mayor esfuerzo, pero para estos niños y jóvenes sí, lograrlo requiere superar muchas barreras.

“Ellos han aprendido a hacer esta tarea que se oye fácil, pero es una tarea compleja que han podido desarrollar”, dice con mucha satisfacción la instructora Orfa Ortiz.

Si bien es cierto no todos pueden hacer todos los pasos, lo importante para Ortiz es ver su entusiasmo al sentirse útiles y capaces de hacer una actividad productiva e importante.

El taller de reciclaje de papel no fue de los primeros en Arca de Esperanzas, el primero fue el de elaboración de abono orgánico. Era productivo porque vendían el abono en supermercados y ferreterías de la capital, pero pronto el poco espacio de Arca de Esperanzas no les permitió continuar y fue ahí cuando surgió el taller de reciclaje, que no solo es de papel sino también de plástico, aluminio y muebles de oficina.

“Los preparamos en el área de reciclaje porque es la actividad en la que ellos tienen cambios increíbles, se sienten y son productivos”, señaló la directora de Arca de Esperanzas, Lorena Castillo.

La directora visualiza el taller a futuro como la actividad generadora del mayor ingreso de la asociación y, por ende, la que permitirá su sostenimiento.

Aunque el escenario a veces no es tan alentador, en la asociación no pierden las esperanzas de tener un edificio más grande y mejor acondicionado, un centro de reciclaje con mayor productividad que pueda responder a la demanda de los futuros clientes.

“Creemos que sí podemos lograrlo, a diario se producen toneladas de desechos y sería una maravilla que más instituciones del Estado nos donen este material y que más empresas privadas se comprometan con esta iniciativa”.

Quienes sostendrán este proyecto serán siempre los jóvenes con discapacidad intelectual, porque el objetivo de Arca de Esperanzas es que ellos puedan insertarse en el mercado laboral, que las empresas los consideren como mano de obra calificada o que al final de este proceso estos jóvenes puedan formar parte del personal que labora en la asociación.

El propósito principal es que ellos no sean excluidos de la sociedad, lo del reciclaje solo es el medio para lograrlo.