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'Ningún tema está proscrito de la literatura”

El escritor santabarbarense retoma el cuento con “Teoría de la noche”, su nueva obra en el género negro y metaficción

22.12.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS-. “Teoría de la noche” es el nuevo libro de cuentos del escritor Giovanni Rodríguez, bajo la premisa de la violencia, la sospecha y la sorpresa.

El relato negro, la metaficción y la autoficción están presentes en esta propuesta del autor, que ya ha explorado anteriormente estos recursos en sus dos novelas anteriores “Los días y los muertos” y “Tercera persona”.

Desde “La caída del mundo” no había presentado otro libro en este género, ¿qué tal ese retorno ahora con estos cuentos violentos?
Este libro tiene los cuentos que empecé a escribir después de superada la “etapa de aprendizaje” que supuso aquel primer libro. Los de “Teoría de la noche”, a diferencia de mis cuentos anteriores, están escritos con mayor madurez, con la cabeza más fría, con mayor conciencia respecto a lo que se requiere para escribir cuentos.

Por supuesto, uno puede sentir que ya tiene cierto dominio en la escritura de cuentos o novelas, pero eso no significa que lo que escriba después no revelará nuevos aprendizajes.
El cuento es un género que demanda una tensión distinta a la de la novela; no se distingue de esta sólo por su brevedad o por sus pocos personajes o por una trama más simple o porque revela una sorpresa en el último párrafo, como muchos creen; más allá del tema que predomina en estos últimos cuentos míos, el afán de llegar a dominar esa tensión, supongo, fue lo que me motivó a escribirlos.

¿Cuál es la clave para atrapar al lector y no dejar el regusto de una historia incompleta?
Pues curiosamente algunos lectores me reprochan que en mis cuentos y novelas narro “historias incompletas”. Es obvio que ese reproche se deriva de mi manía por sugerir significados en lugar de comunicarlos; de mi intención de generar ambigüedad y dejar que sea el lector quien complete lo que deliberadamente he dejado incompleto en el relato.
La incompletación es necesaria en la narrativa de ficción; eso es precisamente lo que la hace literatura y la diferencia, por ejemplo, del periodismo, en donde todo debe comunicarse con objetividad y con absoluta transparencia. Un relato que imponga un significado, que comunique claramente “un mensaje”, que sea denotativo o que apele apenas a “sorprender” al lector con un giro inesperado al final, estará bien para su publicación en el almanaque “Escuela para todos”, pero no será literatura.



Alguna gente podría decir que para qué escribir de lo mismo que vivimos, ¿pero realmente el escritor considera que hay temas prohibidos por comunes?
Ningún tema, por muy recurrente que sea, está proscrito de la literatura, porque lo que hace a la literatura no son los temas sino la forma en que se escribe sobre esos temas.
Las historias siempre serán las mismas, pero la literatura no está constituida por las historias sino por las distintas formas de contar esas historias y por el riesgo que corre el autor persiguiendo esas formas.

Cuando lo que se pretende hacer es literatura -que es expresión antes que comunicación, sugerencia antes que imposición-, en lo que el autor debe intentar siempre algo distinto es en el aspecto estético y no en lo temático. Los temas son apenas pretextos para escribir ficciones.

Tras “Los días y los muertos” y “Tercera persona”, retoma la metaficción, ¿seguiremos viendo esta técnica en otras publicaciones?
La metaficción y la autoficción han sido siempre formas de escribir relatos que me atraen muchísimo, porque me permiten jugar con dos cosas: con la literatura misma y con la ambigüedad.

Cuando escribo relatos en donde se alude a otros relatos, lo que intento hacer es responderme a mí mismo ciertas preguntas respecto al oficio literario; se trata de inquietudes que tienen que ver con la búsqueda de distintas posibilidades de contar una historia, que es lo que me interesa, más que el simple hecho de contar una historia, porque eso puede hacerlo cualquiera sin necesidad de entender de literatura o sin necesidad de haber aprendido a escribir. Y cuando recurro a la autoficción, lo hago para generar en los lectores esa duda respecto a que si lo que leen es verdad o es ficción, lo cual me parece un juego divertidísimo.

Es probable, incluso, que la metaficción y la autoficción ya empiecen a mostrarse como rasgos de lo que podríamos llamar “mi estilo”, si es que acaso tengo algo parecido a un estilo, y es seguro que también se verán en mis próximas novelas.

El relato negro es poco explorado en nuestra literatura, ¿qué tantas posibilidades le ve en su propuesta literaria?
Algo de eso se ve en mi novela “Los días y los muertos” y también en algunos de estos cuentos de “Teoría de la noche”. Como bien apuntás, el género negro, que es una derivación del género policial clásico, no ha sido muy trabajado en Honduras, a pesar de que Honduras es un país muy propicio para ser representado a través de este género.

Mi intención con el relato negro es encausar un conjunto de elementos que, de alguna manera, son consustanciales a la vida del hondureño: la violencia, el crimen, la sangre, la corrupción y la impunidad. Si a esos elementos le agregamos los de la investigación, la figura del investigador o detective, los culpables y las víctimas, el resultado se parecerá mucho a lo que en la actualidad se identifica como propio del género negro.

El resto, por supuesto, tendrá que ver con la cuestión estética: si queremos escribir sólo para adherirnos la etiqueta de autores de relatos negros o si, recurriendo a ese género, nuestras intenciones van más allá. Tengo la impresión de que en Honduras este género va a tener un desarrollo interesante durante los próximos años. Ya hay algunos autores intentándolo y seguramente surgirán más.

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