Deportes

Franklin Rodas, de defender una portería a promesa hondureña en el tenis de mesa

En un torneo de fútbol se dio cuenta que lo suyo no eran los balones de cuero, sino conectar con una raqueta pequeñas pelotas en una mesa. El hondureño de 13 años clasificó a un torneo para México, pero ocupa ayuda económica para el viaje
FOTOGALERÍA
26.08.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- De futbolista a tenista de mesa, un niño que defendía el arco de las águilas azules del Motagua pasó a defender el área chica de una mesa de tenis. Su cambio tan radical ha generado una transformación de vida y el inicio de muchos sueños.

Talentoso por su técnica con la raqueta, firme como una montaña por su postura y ágil por su velocidad impresionante, el novel deportista ha despertado la atención en la Federación Nacional Tenis de Mesa Honduras (Fenatemh) y ha generado grandes impresiones en los seleccionados.

Con solo su raqueta de tenis y el pasaje para el bus, Franklin Yael Rodas viaja diariamente junto a su papá a practicar el deporte que más ama: el tenis de mesa.

A sus 13 años de edad, el adolescente ha demostrado ser una promesa en el disparo con la raqueta en la categoría juvenil U13. Incluso, fue uno de los seleccionados para representar a Honduras en otros países.

Desde ya anhela dedicar su vida a la disciplina del trinomio de raqueta, pelota y mesa, siendo su ambición más grande llegar a ser seleccionado olímpico.

El inicio de una pasión deportiva

Su padre ha sido su fuente de inspiración y su mentor inicial en el deporte, según relató a EL HERALDO. 'Es una historia que me causó mucha risa cuando Franklin conoció el tenis de mesa, porque no era el deporte que lo había impulsado a querer ser un deportista'.

Franklin pertenecía al equipo de fútbol Huracanes, pero las inferiores del Motagua pidieron prestado al talentoso infante para defender el arco de las águilas en un torneo de fútbol centroamericano en Ciudad de Guatemala, Guatemala.

Con una nostalgia que invadía su mente al recordar su época de futbolista, el padre acompañaría a su hijo en un viaje cansado. Según cuenta el señor Rodas, después del partido de fútbol con el Motagua, Franklin y él observaron que había una solitaria y desapercibida mesa de ping pong en el hostal.

—Papá, juguemos— pidió el niño.

—¿Y es que sabés jugar, pues?— preguntó don Frankin sorprendido y con gestos dudosos.

—No, pero intentemos— respondió, confiado.

Tras cada partido, Franklin tenía otra cita deportiva en esa mesa de tenis. En ese viaje, jugó tanto con la raqueta como con los guantes de portero.

Al regreso a Honduras y tras ganar el campeonato de futbol centroamericano, Franklin con seguridad y determinación le dijo a su padre: 'Me gusta el tenis de mesa, ¿crees que me podas llevar a practicar?' 'Vamos a ir a preguntar a la Villa Olímpica', le respondió el señor maravillado por su hijo.

A mediados de enero de 2020, Franklin y su padre fueron a la Villa Olímpica para conversar con un entrenador cubano, Julio Hernández, quien le hizo una serie de pruebas al niño y se sorprendió de su talento. “Oye, Franklin, siga trayéndome a este chico porque tenemos un futuro seleccionado en el tenis de mesa’’.

He querido contactar a varios diputados del Congreso y ni uno me responde, todos me dejan en visto'.

Padre de Franklin.



Franklin sin vacilar ni pensar dejó a su equipo de fútbol.

El pequeño dejó de lanzarse tras una pelota de cuero, pero sus brazos debían moverse más rápido para conectar, con raqueta en mano, una pequeña pelota de 40 milímetros hecha de plástico.

Lo importante, ahora, no era detener el esférico antes de la línea de meta, sino devolverlo una vez que tocara su área.

El campo de grama y tierra se volvió de madera rígida y firme, donde los gritos de los aficionados dejaron de escucharse y eran suplantados por un sonido que parecía una danza sincronizada entre el golpe de la raqueta con la pelota y la superficie de la mesa, música para los oídos de Franklin.

El niño contemplaba que era él contra su rival, sin un equipo. Eso le gusto. La cancha de 45 metros largo por 30 metros de ancho se redujo a apenas una superficie rectangular de 2.74 metros de ancho con 1.5 metros de largo, suficiente espacio para que Franklin rematara al rival en el área de anotación.

Su primera raqueta

Franklin comenzó siendo un niño tímido en este nuevo deporte, no conocía a nadie, pero su talento y su técnica de 'donde pongo el ojo, pongo la bala' le hizo ganarse un lugar en el equipo juvenil de tenis de mesa.

Solo bastaron nueve días de entrenamiento para ser presentado oficialmente como parte de los jóvenes seleccionados en la Villa Olímpica. Después, daría el salto a participar en torneos.

Y no solamente se ganó la admiración de sus compañeros y entrenadores en poco tiempo, también se le obsequió su apreciada y única raqueta de tenis de mesa, regalo de su entrenador.

A su horario de estudiante se le añadieron tres horas más de práctica en tenis de mesa de lunes a viernes en la Villa Olímpica, de 3:00 PM a 6:00 PM.

Su agilidad deportiva y el esfuerzo de su entrenamiento rápidamente le ayudaron a destacar su talento y, como es de esperarse, a ganar el primer lugar en competiciones de la categoría juvenil. Su técnica empezó a tomar mayor brillo y pulido, como si de una estatua u obra de arte en piedra esculpida por los mismos mayas se tratara.

El niño Franklin encontró motivación y felicidad en el tenis de mesa, de tímido pasó a extrovertido, explicó su padre a EL HERALDO.

Al principio no aceptaba fracasar, su ambición por ganar era la de un campeón olímpico. Cada vez que perdía algún encuentro lloraba como cualquier niño de su edad. Su padre lo consolaba y le explicaba que no ganar era parte de su crecimiento como deportista. Los fracasos lo harían crecer.

Y así fue: aprendió a controlar sus emociones con el tiempo y adquirió madurez de un digno competidor, su autocontrol en los torneos se volvería clave al momento de jugar una partida. Ya tenía el temple de un campeón.

El talento de Franklin nadie lo discute. Los entrenadores rápido dieron su voto de confianza tras ver su habilidad. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.

El talento de Franklin nadie lo discute. Los entrenadores rápido dieron su voto de confianza tras ver su habilidad. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.

Tragedia pone pausa al sueño deportivo

Franklin es un niño distinto, pero con obligaciones como cualquier otro: estudios, tareas y pasatiempos. En su caso, el dibujo. El lápiz y los suaves trazos calmaban y relajaban la fuerza de sostener su raqueta con firmeza todos los días, un pasatiempo relajante para la tenacidad del deportista.

Todo marchaba bien en su vida hasta que el covid-19 llegó a tierra hondureña el 11 de marzo de 2020. Ya sabemos la historia: contagios, pandemia, cuarentena y confinamiento. Suspender todo.

El niño se desmotivó por el nuevo estilo de vida de encierro obligatorio por el virus, la llama olímpica de su interior dejó de ser transportada al lugar donde más incesante se manifestaba; tan activo física y mentalmente ahora solo pasaba en su hogar viendo pasar las horas hasta acabar el día, sin el combustible que lo motivaba diariamente.

9581-4084

Es el número de Franklin padre. A disposición para quien quiera colaborar para costear el viaje de su hijo a un torneo en México.



Antes de la pandemia, el niño Franklin se había clasificado para un torneo centroamericano de tenis de mesa, en la categoría U13, pero este fue cancelado por la emergencia sanitaria. Aunque le anunciaron que un nuevo torneo se desarrollaría, debía iniciar desde cero.

La noticia le cayó como un balde de agua fría a Franklin, como si su raqueta se quebrara, o peor aún, como si nunca volvería a jugar a su querido deporte por culpa de un virus que no entendía a su corta edad.

'Esto lo destrozó, perdió la motivación por un tiempo', relató el progenitor.

Sin embargo, frenar el deporte fue nada comparado a lo vivido en noviembre de 2020. Un derrumbe de tierra y rocas dañaron gran parte de la casa de Franklin a causa de la humedad provocada por las lluvias durante los huracanes de Eta y Iota, pero por milagro de Dios, Franklin y su familia no se encontraban en su casa.

Don Franklin agradece a Dios porque intercedió al mandarlos fuera de hogar por algunos días. Lamentablemente, la vivienda aún no ha sido reparada por cuestiones económicas y se encuentra vacía desde que ocurrió la tragedia.

La familia Rodas vive temporalmente en una apartamento de la colonia 14 de marzo, en casa de los abuelos maternos.

Franklin, padre e hijo, un dúo perfecto. El progenitor actúa como mentor y principal apoyo de su vástago en el tenis de mesa. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.

Nuevo año y nuevas oportunidades

A pesar de las malas noticias, la pandemia, el confinamiento y la pérdida de su casa, Franklin no se deprimiría. 2020 fue de tristezas y desmotivaciones y 2021 el año de la revancha.

La perseverancia de Franklin ha dado frutos y, como es de suponer, volvió a participar en un nuevo torneo, esta vez rumbo a Acapulco, México, clasificando sin problemas. También le invitaron a participar en un futuro torneo en Ecuador. El pequeño deportista está más que dispuesto a ir.

Por desgracia, ellos no poseen los recursos económicos necesarios para la estadía en algún hotel en México o Ecuador, confesó don Franklin a EL HERALDO.

'Las ayudas económicas recibidas solo son de la confederación de tenis de mesa, nos han ayudado mucho, pero ellos tampoco cuentan con muchos recursos, ni el gobierno nos ha dado ayuda', reveló.

Entre las diligencias para materializar ese sueño, 'he querido contactar a varios diputados del Congreso y ni uno me responde, todos me dejan en visto en el Whatsapp y no me contestan las llamadas'.

Contra todo pronóstico, Franklin padre está determinado a que ocurra el viaje: 'No dejaré que los sueños de mi hijo se vean arruinados, si alguien de buen corazón nos quiere ayudar o apoyar de manera económica, le estaré muy agradecido y será parte importante de las victorias conseguidas por mi hijo'.

Así que pide colaboración a hondureños, empresarios y marcas. 'A las personas que quieran brindarnos su ayuda, pueden comunicarse conmigo al 9581-4084, estaré pendiente de su comunicación y puede aportar lo cantidad que usted considere, le estaremos agradecidos de todo corazón'.

Al menos, el primer paso ya está: la embajada de México les concedió la visa mexicana por seis meses y se encuentran en la labor de recolectar dinero.

Cada día por la mañana Franklin y su papá observan al cielo como pidiendo a los ángeles por ese milagro. Ir a esos torneos internacionales lo acercarán un poco más a su sueño y, tal vez, Honduras empiece a cosechar el próximo atleta olímpico.