El escaso dominio español con el que Mathew Kodath llegó a Honduras en 2004 desde India apenas le servía para pedir una carrera de taxi. Admite que no es aplicado cuando se trata de aprender idiomas en las aulas y prefiere conocerlos en la calle, interactuado con la gente.
Vino para brindar una asesoría en sistemas informáticos en el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) por solo seis meses, pero el contrato se extendió y así aprovechó su estadía para incursionar en algo que desde niño sonó: hacer cine.
Producir películas en Honduras es casi una quijotada, pero este indio no le teme a los retos y, con el apoyo de sus padres, fundó la productora Guacamaya Films, la misma que creó películas como “Amor y frijoles”.
Ahora es una de las figuras más reconocidas en materia de celuloide en Honduras, en donde ha logrado hacerse un espacio en el mundo del entretenimiento, tomando en cuenta los esfuerzos por venir al país y el miedo que venció para hacer su primera película.
¿Cuándo vino a Honduras y por qué?
Vine en 2004 inmediatamente cuando terminé la universidad al graduarme de ingeniero en sistemas en la ciudad de Chenay. Tuve la oportunidad de trabajar en el Banco Centroamericano en Tegucigalpa como consultor en sistemas.
¿Siempre su meta fue ser productor de cine en Honduras?
Para nada, yo tenía interés en el campo de medios, pero lo que pasa es que terminando mi educación universitaria apareció la oportunidad de venir a Honduras y me pareció una aventura a la edad de 22 años.
¿Que sabía de Honduras?
Nada, busqué el nombre de Honduras en Google y apareció el nombre de un reality show y después averiguando más, lo sentí como un lugar interesante.
Pensé que iba a estar aquí unos seis meses, pero al final me quedé dos años y empecé mi negocio Guacamaya Films Estudio 18/81.
¿Y cómo nació Guacamaya Films?
Recuerdo que no empezó con cinematografía, yo vengo de una familia en donde mis papás tienen negocios y siempre quería hacer mis propias cosas y aquí encontré un ambiente para experimentar y siempre estaba inquieto sentado en una oficina. Inicié haciendo promociones, eventos y marketing con varias empresas.
Cuando la empresa logró un nivel de estabilidad y expansión dije adiós al Banco y dediqué “full time” (tiempo completo) a la productora.
En 2007 quería hacer lo que quería hacer: una producción de una película y apostamos todo lo que tenía con “Amor y frijoles”. Nos fue tremendamente bien, no fue fácil, pero el resultado final fue gratificante, fue un récord nacional.
¿Es cierto que fue masiva la piratería de la película?
Bueno, según la Fiscalía fueron como 400 mil copias hechas por los piratas, son más de las 124 mil personas que fueron al cine a ver la película.
¿Cómo fue su vida en India?
Tuve una niñez muy interesante, mis papás nos cuidaron bien, ellos tiene unos hoteles en el sur de la India y varias empresas. Yo estudié en una escuela internado y creo que esa fue una influencia de hacer cosas lejos de todo porque ahí uno aprende a ser independiente.
¿Y su niñez cómo fue?
Siempre he sido alguien muy apegado a los deportes, yo jugaba críquet en la escuela y en el internado y esto era una actividad que disfrutaba mucho, la escuela quedaba en una montaña, ahí habían canchas para todo tipo de deportes. Yo he sido afín a eso, también me encantaba escribir historias.
¿Dónde escribía esas historias que inventaba?
Las escribía en cuadernos, historias de cualquier cosa y se las mostraba a mis amigos, a mis papás; me encantaba generar historias creativas para películas y no sabía cómo guiar, era más que una pasión si saber que se convertiría en cine.
¿Qué le dijeron sus papás cuando les anunció que venía a Honduras?
Es muy chistoso, porque que tenía la intención de ir a Canadá al Vancuver Films School para estudiar cine, pero cuando salió la oportunidad yo decidí venir.
Ellos estaban un poco nerviosos al inicio porque el campo del cine es de alto riesgo, por eso ellos tenían cierto nivel de nerviosismo, pero se demostró que es un negocio rentable y ya están un poco más tranquilos.
¿Usted viaja a la India?
Todos los años en diciembre viajamos allá, yo soy católico y es una celebración en familia.
¿Y su familia ha venido?
Sí, ellos estaban nerviosos porque los medios pintan una cara desconectada con la realidad de lo que pasa en Honduras, aquí hay muchas cosas bonitas. Ahora ya están tranquilos, han visitado Roatán, Copán, San Pedro Sula.
¿Piensa hacer una película en la India?
La idea es siempre hacer películas aquí, pero si llega la oportunidad de mezclar Bollywood podría suceder.
¿Sus hermanos a qué se dedican?
Mis dos hermanos menores, soy el mayor, se acaban de graduar, el de en medio se graduó de economía en Holanda y está de regreso en la India ayudando a mi papá, y el hermano menor está terminando su maestría en manejo de hoteles.
¿Cómo hizo para aprender español?
Los primeros dos años no entendía nada de español, era como recordar palabras claves, en la mañana, cuando iba a buscar taxi, solo decía: “bulevar Suyapa, Banco Centroamericano” y el taxista no adivinada de dónde era, sí era extranjero. Me decían (cobraba) 50 lempiras (la carrera) y yo les decía mucho, solo 20 ¡ja, ja, ja, ja!
Yo me quedaba calladito en el carro y a veces me preguntaban de dónde era, muchos creían que era de Brasil, y cuando les decía que era de la India se asustaban.
Aprendí a hablar mejor cuando viajaba a varios lados de Honduras, en el banco intenté tomar clases de español, pero este ambiente de clases de idioma nunca me ha funcionado.
Aprendía realmente cuando en la empresa interactuaba con la gente. Comencé aprendiendo los números. Para mí aprender español era tener acceso a otro mundo, una herramienta para tener en mi mano.
¿Y se acostumbró rápido a la comida hondureña?
(Sonríe) Esto sí, definitivamente fue un cambio muy drástico, la comida de la India es muy diferente y aquí me costó acostumbrarme a comer tantos frijoles, pero ahora ya no puedo comer sin frijoles en el desayuno, en la India si no como frijoles me quejo.
¿Cómo los preparan allá?
Es muy distinto, no es como la pasta de los frijoles fritos de aquí, es más como frijoles enteros preparados con coco para almuerzo y cena, pero no para desayuno. Cuando viajo a Estados Unidos unos días, a los tres días tengo unas ganas de ir a Baleadas Express a comer. Cuando hay reuniones la gente ya sabe que ahí estaré.
¿Y puede cocinar?
No sé nada de cocina, no cocino comida hindú y cuando lo hago me cuesta.
¿Cuál es su nueva producción?
Se llama “Quién paga la cuenta”, la película sale en agosto de este año, ya está filmada y trata de quién paga la cuenta ¡ja, ja, ja!
Nos tardamos 50 días en grabarla y luego viene la edición, musicalización y otras cosas y simultáneamente hicimos la producción para Honduras de Q’Viva! The Chosen, la producción de Jennifer López y Marc Antonhy. Teníamos unos contactos en Los Ángeles, nos hicieron referencia y así nos pusimos en contacto.
¿Qué otras producciones internacionales ha hecho?
Hemos hecho otras para televisoras como History Channel, sobre el documental de los aeropuertos más peligrosos del mundo, hicimos la producción sobre el aeropuerto Toncontín, también hemos trabajado para la DW de Alemania y de Brasil, así que nuestro portafolio de clientes es grande. Y así también somos productora asociada de otras.
¿De dónde sale el nombre Guacamaya Films?
No quería ponerle un nombre genérico sobre el tema, así que buscamos varias opciones y nos decidimos por Guacamaya, que lleva nombre de algo propio de Honduras, y el Films sobre producción. Cuando mandé el nombre a amigos que no son latinos, a nueve de diez le gustaron.
¿Cuál sería el titular de una película sobre la vida de Mathew Kodath?
¡Ja, ja, ja! -Después de varios segundos de pensar- responde: sería como Roller Coaster (“Montaña rusa”) porque me gusta la aventura, la vida con emociones.