Opinión

¿Para qué nos sirve la historia?

Ahí está la historia de los alimentos, de la vestimenta, del dormir, de soñar, de volar, de transportarse, de enfermar y sanar, de creer y de no creer, de morir y ser sepultado, de leer y de contar, de escribir y de escuchar”. Luis Gonzales. Pueblo en Vilo (México, 1968)

En estos tiempos de saturación de información, de novedades efímeras, es importante tener memoria. La historia como arte de sobrevivencia, para saber de qué podemos escapar y de que no, para no volver atrás o para volver. Podemos hacer una periodización de nuestra historia de país, tipo casillero: período precolonial, colonia, independencia, períodos militares, regreso a la democracia, etc. Pero, más importante que una cronología con etiquetas de tiempo, es entender e interpretar cualitativamente nuestra historia y cuáles han sido los principales momentos de transición y modernización en un contexto de globalización, buscando insertarnos, aspirando vivir en un contexto global con equidad y justicia social.

Diversos autores coinciden que la entrada a la sociedad de información, desde los años setenta generó en el mundo nuevas relaciones sociales y modos de conocimiento. También hemos sido testigos del desgaste de los estados nacionales, y la aparición de nuevos actores, nuevos conflictos, y el cuestionamiento al concepto de la soberanía del Estado nación desde la configuración de formas de gobierno supranacionales. En Honduras necesitamos ver nuestra historia larga, y ver no solo hacia adentro, sino nuestra relación con el mundo, levantar velos y hacernos las preguntas correctas. Ver nuestra historia política, pero también ver nuestra historia económica y sociocultural.

Ya en nuestra historia reciente, preguntarnos qué paso con el Plan Nacional de Desarrollo de los períodos militares, qué paso con la Estrategia para la Reducción de la Pobreza y qué pasa y pasará con el Plan de Nación y porqué ninguno de estos instrumentos se ha “pegado” a las estructuras del Estado. Preguntarnos si estamos en tiempos de globalización acelerada y el funcionamiento de relaciones supranacionales, como sostener un Plan de Nación, o qué le faltaría a este Plan para que compacte la visión de todos.

Nuestra historia política reciente, tan dura al final para todas las partes ¿qué lecciones nos dejó, más allá de las elaboradas por la cooperación internacional en torno al informe de la comisión de la verdad? ¿Cuáles son nuestras propias lecciones, las que no repetimos en los foros públicos? No podemos no tener memoria, no sistematizar y vivir como si nada, ¡no podemos! El país sufrió grandes retrocesos en todos los indicadores, recién se empiezan a superar levemente.

Tanto en la vida personal, como en la vida de los pueblos, lo que se oculta, lo que se niega, genera traumas. Lo agazapado, no curado, no ventilado, crece de nuevo y mal, pues crece en la oscuridad negativa. Eso no es bueno, no es sano.

Del grado de procesamiento de nuestra historia reciente uno puede ver a Honduras ¡como una rama seca a punto de incendiarse, o como una rama llena de brotes tiernos que crecerán y florecerán!

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