Editorial

Represa San José

Por fin, las autoridades municipales del Distrito Central han anunciado el inicio de los trabajos de construcción de una nueva represa en la capital hondureña, el embalse San José, en el río Sabacuante.

La obra se echa a andar después de 27 años de la construcción de la represa La Concepción, una de las principales fuentes de abastecimiento de agua de las ciudades gemelas, Tegucigalpa y Comayagüela, en las que residen ya más de un millón de personas.

El anuncio lo hicieron en un comunicado, en el que detallan que la represa tendrá una capacidad de almacenamiento de 12 a 14 millones de metros cúbicos de agua, es decir, entre dos y cuatro millones más de la capacidad de Los Laureles, el otro embalse que abastece del vital líquido a la ciudad, y que la inversión es de 120 millones de dólares.

La nueva represa, que si se cumple con lo programado, será construida en 24 meses, vendrá a paliar la problemática. “Mejorará en un 16% el abastecimiento de agua, reduciendo el déficit en un 60”, según especialistas en el tema.

Los problemas de agua afectan principalmente a la población más pobre de la ciudad, que paradójicamente es la que más paga por el líquido, hasta 100 lempiras por metro cúbico, es decir, 82 lempiras más de lo que se paga por la misma cantidad en los sectores que son servidos a través de la red de distribución.

Y si bien esta es una buena noticia en medio de la avalancha de malas que golpean a la población, tampoco es que con esta obra los capitalinos dirán adiós a los problemas de escasez de agua.

Hay que hacer mucho más: mejorar la red de distribución para evitar las pérdidas y el reciclaje y tratamiento de aguas residuales son solo dos de las actividades pendientes.

Pero sobre todo se debe impulsar un proceso de educación ciudadana sobre la conservación y el uso racional del agua potable y de las fuentes hídricas