Editorial

No más muerte de mujeres

La estadística de que en Honduras una mujer muere de manera violenta cada 23 o 24 horas sigue estando vigente, sin que el país tome acciones claras y contundentes encaminadas a reducir las patéticas cifras.

Solo el fin de semana anterior, tres mujeres fueron asesinadas de manera violenta: una de ellas fue quemada junto a su pareja en la aldea Pueblo Nuevo del municipio de Dulce Nombre de Culmí, Olancho, al nororiente de Honduras.

En la aldea San José de El Negrito, Yoro, en la zona norte de Honduras, un hombre asesinó a su esposa y a su hijastra, para luego quitarse la vida, y en San Nicolás, Santa Bárbara, una maestra fue encontrada sin vida en un motel de la comunidad.

En Honduras parece que nos hemos acostumbrado a las noticias de muertes de mujeres y a sumarlas a las crudas estadísticas, olvidando las consecuencias que estos hechos tienen en sus familias, que se enfrentan al dolor y el trauma de perder a un ser querido de manera violenta; al dolor de hijos e hijas que de un momento a otro se ven obligados a crecer sin el apoyo, el calor, el amor de una madre, y al impacto social frente al temor que generan en la sociedad ante la percepción de inseguridad.

Esta realidad demanda acciones contundentes que lleven a reducir el número de muertes de mujeres y sus consecuencias.

No podemos quedarnos de brazos cruzados, se tiene que actuar, y con urgencia.

Por ello, es esencial que los gobiernos, las instituciones y la sociedad en su conjunto tomen medidas enérgicas para prevenir la violencia de género, promover la igualdad de género y garantizar la justicia y la rendición de cuentas en los casos de femicidio.

La impunidad en estos casos no puede seguir prevaleciendo.

Es mucho lo que se tiene que hacer, pero se debe comenzar de inmediato.