Editorial

Las vacunas no matan

Honduras era, hasta hace algunos años, uno de los países del continente con mejores tasas de vacunación, lo que llevó a colocar al Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) como uno de los más exitosos a nivel mundial.

El PAI de la Secretaría de Salud se creó con el objetivo de disminuir la morbilidad y mortalidad por enfermedades infecciosas prevenibles por vacunas, principalmente en niños menores de cinco años de edad, mujeres en edad fértil y grupos especiales en riesgo, lo que logró con el paso del tiempo y, claro está, con el apoyo decidido de la población, principalmente los padres y madres de familia que acudieron puntualmente a cumplir con los esquemas de vacunación.

Fue así que el país logró, a través de la vacunación de los niños menores de cinco años, con énfasis en los menores de dos años, mujeres en edad fértil de 12 a 49 años, y grupos en riesgo, el control, eliminación y erradicación de enfermedades como la tuberculosis, la tósferina (tos convulsiva), tétanos, difteria, poliomielitis paralítica, diarrea por rotavirus, enfermedades invasivas producidas por Haemophilus influenzae tipo b (Hib, especialmente meningitis), sarampión, rubéola, parotiditis, infecciones invasivas por neumococo, influenza estacional y pandémica.

Sin embargo, tras la pandemia del covid19, y, sin duda, la campaña de los antivacunas contra esta enfermedad, esos logros en salud pública están ahora en riesgo. Las autoridades de la Región Metropolitana de Salud han expresado en la última semana su preocupación por la caída en las tasas de vacunación en niños menores de siete años contra el sarampión, la rubéola y la poliomielitis, lo que sin duda pone en riesgo la salud de estas poblaciones, y por la salud de nuestros menores esta actitud debería cambiar, pues es comprobable que las vacunas no matan; las vacunas salvan vidas.