Editorial

La felicidad y los hondureños

El próximo 20 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, una efeméride que las Naciones Unidas celebra desde 2013 para reconocer la importancia de ese “Estado de grata satisfacción espiritual y física”, como define la RAE.

Precisamente, esta semana fue publicado el Informe de Felicidad Mundial que clasifica a 156 países según la esperanza de vida, el estado de bienestar y el nivel de corrupción.

Honduras ocupa el lugar 72, ubicándose entre los menos felices del continente -aunque en 2017 se ubicaba en el puesto 91-, por debajo de Costa Rica (13), Panamá (27), El Salvador (40), Nicaragua (41), México (24), Chile (25), Brasil (28), Argentina (29), Uruguay (31), Colombia (37), Ecuador (48), Bolivia (62), Paraguay (64) y Perú (65).

Finlandia es el más feliz, seguido de Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza, Holanda, Canadá, Nueva Zelanda, Suecia y Australia.

Mientras que Venezuela (102) es uno de los países que más desciende en la tabla debido a la compleja situación de los últimos años. Y Estados Unidos, el principal destino de los migrantes, ocupa el lugar 18 tras caer cuatro puestos en la tabla.

En el caso de nuestro país, podemos decir que reúne muchos factores que hacen mella en la felicidad de su gente.

La inequidad social y la corrupción, que contribuye con esa disparidad, son algunos de los mayores problemas que aún tenemos que resolver los hondureños. También la violencia, que infunde miedo e inseguridad, afecta el estado de bienestar de la mayoría.

En ese sentido, es lógico que se exija a las autoridades una labor eficiente en aras del bienestar de la población, allí radica la razón de la administración pública, en proveer una buena atención en salud, educación, vivienda, empleo y aplicación de justicia, entre otros, a la ciudadanía que para eso paga sus impuestos.

Sin embargo, la felicidad es también una elección personal, por lo que debemos aprender a responsabilizarnos de ella y a practicarla en nuestro diario vivir.