La ambición de poder y riqueza conduce a personas de distinta extracción social y condición económica a obtener ambos por cualquier medio, así sea recurriendo a procedimientos reñidos con la ley y la moral.
Por lo general se complacen en hacer ostentación de la autoridad, jerarquía y montos acumulados, lo que, obviamente, genera suspicacias respecto al origen de tales fortunas, mismas que pueden ser heredades de padres o madres a las siguientes generaciones para su disfrute y mayor acumulación, sea aquí o en el exterior (Nicaragua se ha convertido en santuario favorito para evadir la acción judicial).
El lavado de activos es una manera de disfrazar y ocultar lo apropiado, creando empresas de fachada y de maletín.
El acceder a un cargo público resulta clave tanto para la sustracción de fondos estatales o municipales como para el tráfico y venta de influencia e información confidencial, que beneficia a terceras personas.
En nuestro medio, los valores éticos han sido trastocados, llegándose a admirar a quien, de la noche a la mañana, resulta millonario(a), sin haber explicación racional para tal cambio de posición.
Para la recíproca protección, el que soborna y el que acepta ser sobornado integran redes de corrupción, que además de la defensa fácilmente pasan al ataque físico y/o mediático para confundir, despistar, amenazar a quienes investigan tales sórdidas conspiraciones.
Diario EL HERALDO y sus reporteros bien conocen de estas malévolas estrategias intimidatorias que han intentado, vanamente, llamarnos a silencio y desistir de continuar divulgando, con base en pruebas, actos graves de cohecho, público y privado.
Nuestro lema fundacional, la verdad en sus manos, continúa con plena y total vigencia