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Los diputados y las elecciones primarias

Ya pasamos por la primera fase con las elecciones primarias celebradas el pasado domingo. Pero a pesar de que faltan varios meses, tenemos que comenzar a prepararnos para las elecciones generales, en las cuales se elegirá a los que ocuparán los cargos de dos poderes importantes en el andamiaje administrativo y político del país.

El artículo 4 de nuestra Constitución establece que el gobierno se ejerce por tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, complementarios e independientes y sin relaciones de subordinación. Agrega que la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República es obligatoria y que la infracción de esta norma constituye delito de traición a la patria. Esto solo para que no se nos olvide.

Técnicamente, el Poder Legislativo se ocupa de la creación, modificación y derogación de las leyes, elegir los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, elegir a los miembros de los órganos contralores, conceder o negar permisos al Poder Ejecutivo, aprobar el presupuesto y su liquidación anual, aprobar los préstamos externos, entre otros. El Congreso es una instancia de negociación política en la que tienen representación las distintas fuerzas políticas del país, por medio de diputados electos por el pueblo. El Poder Legislativo forma parte de la teoría clásica de la separación de poderes de Montesquieu, cuyo propósito era evitar la tiranía.

Generalmente, el Congreso funciona por medio de “bancadas”, o sea, grupos de diputados organizados según su filiación política. Como los diputados provienen de distintos estratos, con o sin trayectoria política previa, su composición refleja la pluralidad y diversidad de la población y por esto, es escenario de debates, riñas y acuerdos y negociaciones. Nuestra experiencia ha sido que los diputados, en su mayoría, se dedican básicamente a usufructuar los fondos públicos y a ejercer su influencia para la aprobación de proyectos en beneficio propio y de grupos de interés.

Lo anterior, solo como preámbulo a lo que hemos visto en estas elecciones internas en términos de los candidatos a diputados. De conformidad con las estadísticas publicadas previamente a las primarias, pareciera que no hay mayores esperanzas de cambios cualitativos y positivos en la futura composición del Congreso.

Nuestra actualidad es que tenemos una legión de diputados —128 propietarios y 128 suplentes—, devengando salarios fuera de la realidad de nuestro país y de su desempeño y productividad; diputados que tienen muchos años de vivir de esta profesión y muchos sin aportar nada positivo; diputados jóvenes que no inciden positivamente y más bien se han acomodado a las prácticas de los veteranos. Según estadísticas, el 72% de los diputados actuales aspiran a reelegirse y ahora surge una nueva especie de aspirantes como ser deportistas, que probablemente solo seguirán las instrucciones de los líderes de sus bancadas.

Honduras necesita cambios en el accionar de sus instituciones para lograr las transformaciones que necesita el país y ofrecer esperanzas a millones de compatriotas. La comunidad internacional está consciente de esto y probablemente las ayudas futuras estarán condicionadas a dichos cambios y en estos, el Congreso puede jugar un papel importante.