Cartas al editor

Hay que reconstruir la ciudad para las personas

Las ciudades son ecosistemas artificiales. De las condiciones que haya en ellas depende el bienestar de los seres vivos que las habitan. La ventaja es que estos espacios son construidos por personas, por eso deberían estar diseñados para las personas.

La desventaja es que muchas veces las autoridades de las ciudades son personas de mente tan reducida que solo piensan en cemento. ¿Conoce el lector una ciudad que se esté llenando de puentes y pasos a desnivel y donde los árboles son talados para dejar medianas tan peladas que el concreto se convierte en reflector de calor? Tegucigalpa se está convirtiendo en un sauna gigantesco (en el sur seguro entienden mejor esto). Cortar los árboles tan irracionalmente no tiene justificación, se trata de una burda inconsciencia de la crisis ambiental que se traduce, entre otras cosas, en esos calores insufribles que sin duda usted ha sentido en los últimos días, ¿o a veces no tiene la impresión de estarse cocinando en su propio sudor?

Claramente la idea del progreso no es la más inteligente cuando por mejoras se entiende más asfalto y menos áreas verdes. Los puentes y pasos a desnivel, en cambio, son necesarios y buenos, el problema es que están pensados sólo para los automóviles. Sin embargo, la ciudad también debe pensarse para el bienestar físico y psicológico de las personas que viven en ella.

Debe tener espacios para que los niños jueguen, parques y áreas verdes, vías para que las bicicletas sean una opción de transporte realista, senderos y pasos para que las personas crucen las calles sin exponerse a morir atropelladas.

Crear estas condiciones ayudará a la población más que mil puentes nuevos, aunque quizá no sea tan buen negocio para las constructoras. ¿Qué piensa usted, señor alcalde?