Cartas al editor

Educación que falta y aplazados que sobran...

He leído y analizado el artículo escrito por el periodista José Adán Castelar, publicado en el diario EL HERALDO en fecha 3 de agosto de 2018. Mi preocupación en relación con este tópico viene desde 1978. Me gradué como bachiller en Ciencias y Letras en 1969, entre mis maestros de español estuvo el profesor don Víctor F. Ardón (QDDG). Don Víctor se tomaba la molestia de revisar nuestros escritos y exámenes señalándonos nuestros horrores ortográficos y nos reducía 0.5% por cada error; esto ya no ocurre en los centros educativos en ningún nivel de la educación. Los maestros solo corrigen exámenes. Sería muy bueno realizar una evaluación en cuanto a ortografía, gramática y matemáticas al 100% de los maestros de primaria. En 1978 se graduó un familiar como maestro de Educación Primaria. Esta persona, quien era un muy buen alumno, tenía una ortografía horrorosa, entonces; ¿cómo serán los malos alumnos? Lo que es peor ¿qué podemos esperar de sus alumnos? Siendo la educación primaria el pilar del resto de la educación, al cual ingresan niños que en su mayoría forman parte de mal llamados hogares con muy baja educación moral e intelectual (de todos los estratos sociales), hogares destruidos, hijos de madres solteras (hace muchas décadas esto no era muy frecuente), entonces los maestros deben ser personas que den un buen ejemplo moral, para que el alumno complete o corrija lo aprendido en sus casas. Concluyo, entonces, señalando que la selección de los futuros maestros de este nivel debe hacerse de acuerdo a estrictas condiciones, un escrupuloso estudio social (no económico) y una evaluación psicológica.