Cartas al editor

¿Adónde pertenecer?

Una vez que los aventureros descubren que han encontrado hogar, también descubren, para su horror, que han estado “demasiado en casa”. Muchos de los que salen en busca del “sueño americano? están dispuestos a enfrentar incluso la propia ruina, como si se tratara de un héroe trágico por excelencia: él no piensa con las categorías de lo conveniente, lo medido o lo útil; no toma en cuenta el peligro; más parece que busca de forma inmediata la tragedia y su grandeza consiste, en este caso, en la aceptación voluntaria del dolor infligido por acciones no deseadas.

En los días que anteceden a la publicación de este artículo se ha hablado mucho de la separación familiar, pero nadie habla de la desesperación que produce a un hombre o a una mujer sentirse traicionado por el mismo Estado, que los excluye de todo tipo de oportunidades para un buen vivir. Un Estado que muestra debilidad, dependencia y que permite el desarrollo de un excedido odio entre la población, un deseo de venganza por los agravios sufridos; donde se fomenta y práctica, y no se persigue a los que cometen horrendos crímenes en contra de la población más vulnerable, es una realidad fallida. Para sobrevivir en Honduras hay que ejercer diversas actividades con las cuales se puede manipular la realidad (...).

El hondureño debe asumir con responsabilidad y resignación que él es el único que debe cambiar su realidad y su decadencia; debe afrontar incluso su propia ruina sin precipitarse en la felicidad de la miseria; debe completar su aislamiento y buscar dónde pertenecer y algo que le pertenezca.