Cartas al editor

Aprender de cada error

Cada falla es una oportunidad de aprendizaje. El primer paso para aceptar el fracaso es saber cuándo una idea/proyecto ha oficialmente acabado. Si algo no va a funcionar, lo mejor es reconocer el proyecto como una oportunidad perdida y seguir adelante; pero no olvides llevarte las lecciones contigo.

Y también no dejes que esto detenga tu creatividad y la de tu equipo. Sigue avanzando y sigue ideando. Cuando hayas decidido dar un proyecto como terminado, será momento de reflexionar.

Tómate el tiempo para ver qué aprendiste y qué pudiste haber hecho mejor. Si lo estás haciendo solo o sola, escribir te puede ayudar a captar bien tus pensamientos. Si este era un proyecto en equipo, analiza todo el proceso junto con los otros miembros del equipo para que todos aprendan.

Un ejercicio útil es tener una conversación post-mortem. Esto incluye reconocer lo que se hizo bien, lo que puedes aprender de lo ocurrido, y las acciones que vas a tomar de acuerdo con este aprendizaje.

Para poder resolver los problemas es importante llegar a su raíz, así podrás evitar que vuelvan a suceder y no solo arreglar algo superficialmente. Conocer lo que hiciste bien es tan importante como descubrir las lecciones aprendidas ya que no hay garantía de que las mejores prácticas quedarán institucionalizadas si no se identifican primero. Cuando ya se hayan encontrado todos los puntos clave, encuentra la manera de institucionalizarlos. A veces, esto significa crear una política o incluir un flujo de trabajo en un sistema. En otras ocasiones, la falta de una acción importante resultará en la modificación de una lista de verificación. Lo más importante es que lo aprendido se vuelva parte de tu organización. Mientras más practiques el dejar ir, aprender y seguir adelante, podrás lograr crear e implementar proyectos nuevos.

A su vez, este proceso fomentará el crecimiento de tu organización y tu crecimiento personal.