Hace más de 500 años los barcos zarpaban de Europa hacia América en busca de riquezas, ahora la historia es otra, son muchos los latinoamericanos que toman un avión, se despiden de su familia y ponen sus sueños en una maleta en busca de un empleo sin imaginar lo que en la “Madre Patria” les espera.
En su gran mayoría son mujeres quienes cruzan el Océano Atlántico puesto que para los hombres encontrar un empleo acá es algo casi imposible.
Al llegar a tierras europeas su odisea comienza en migración. Desde allí a muchas las regresan a Honduras dando por perdido el dinero invertido en la travesía, si no llevan carta de invitación, un hotel donde hospedarse 10 días mínimo o una versión convincente de su visita. Sin esos mínimos detalles son regresadas de inmediato.
51,000Se estima que hay unas 51 mil mujeres hondureñas en España |
Labores y matratos
Los trabajos más comunes para una fémina son: cuidar ancianos, niñeras, paseadores de perros, limpiar casas y cocineras.
Muchas son engañadas pues cuando las contratan para cuidar a algún anciano o a niños no les dicen que también deberán asear toda la casa, lavar la ropa, planchar hasta la ropa interior de sus patrones, lustrar sus zapatos, limpiar los cristales de los pisos a una gran altura poniendo en riesgo su vida y levantar cargas pesadas.
Pero eso no es todo. En las tareas del hogar las féminas que trabajan tienen que exponerse a humillaciones, limpiando los suelos de rodillas. En algunos lugares donde trabajan no las dejan tomar de su comida, a algunas ni siquiera las dejan ingresar por la puerta principal y peor aún les dan horarios para ducharse porque no las dejan hacerlo todos los días.
Las jornadas de trabajo parecen interminables, cuando bañan a los ancianos tienen que lavarles en medio de los dedos, sus genitales y muchos aún estando lúcidos exigen que se les limpie su trasero luego de hacer sus necesidades fisiológicas.
Las ponen a lavar los carros de la familia, atender a los niños y dejarlos de la escuela, las patronas pasan vigilándolas constantemente, pasando el dedo por los muebles para encontrar polvo y ponerlas a limpiar todo de nuevo.
Que se vayan los “panchos”
El sufrimiento es insoportable pues el racismo está a la orden del día y según versiones de muchas hondureñas estas son algunas de las expresiones utilizadas: “acaso en tu selva no usan lavadoras”, “este país está jodido por tanto indio que viene”, “que se vayan de acá para sus países y los que están allá mejor que ni se vengan acá”. A los latinos les llaman de una manera despectiva como “panchos”.
No bastando con ello casi en su totalidad estás indefensas mujeres son víctimas de las enfermedades laborales, padecen de hernias discales por levantar a pesados ancianos, sus rodillas se erosionan por el roce con el suelo, sus huesos se debilitan y todo esto lo padecen por enviar dinero a sus familias que en muchas ocasiones lo derrochan a manos llenas.
Los sueldos oscilan de 400 a 800 euros que son pagados una vez al mes, si es que no les descuentan la comida, uno que otro plato que se quiebra o el “exceso” de ducha.
A las mujeres que trabajan entrada por salida se les denomina externas y a las que viven en casa de sus jefes se les llama internas, estás algunas veces trabajan hasta de madrugada haciendo labores especiales encomendadas por sus patronos.
Los nobles la trataron mejor
Carmina Caravante una noble hondureña que hace seis años llegó a España, sufrió hasta que le mezquinaran un huevo para comer. No le brindaron alimento y era insultada, pero su pesadilla terminó y ahora labora atendiendo a la Condesa de las Torres de Aureliano.
Asegura que ahora se encuentra en paz trabajando dentro de una familia de la Nobleza Española, quienes nunca le han hecho una tan sola mala mirada y le han limpiado las malas vivencias ocurridas con otras personas.
Entre tanto el mejor consejo que Carmina les aconseja a los hondureños que desean emigrar en busca de trabajo, es que se queden e intenten hacer su mayor esfuerzo en su país, antes de sufrir la esclavitud del siglo XXI.