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Manos que plasman hermosas obras de arte

La familia Garay tiene alrededor de tres décadas produciendo y distribuyendo artesanías. Los Garay cuentan con dos establecimientos para la venta de sus productos. Uno donde los fabrican, ubicado a un kilómetro de Ojojona, y otro en la plaza Ojo de Agua.

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08.09.2012

Los artesanos han marcado una huella imborrable en las comunidades turísticas de Honduras. Estos hombres y mujeres que a través de los años han sabido reproducir con sus creaciones las tradiciones y costumbres de las zonas donde viven, cumplen la importante labor de plasmar la riqueza natural de sus comunidades.

Precisamente por esa pasión por las artesanías de barro es que nace una importante historia en la hermosa comunidad de Ojojona. Se trata de la familia Garay, a quienes les circula en sus venas la pasión y el amor por la fabricación de artesanías. Todo tiene su origen cuando su abuela

Elvia Rosa García Garay incursionó en el mundo de la artesanía hace 90 años, desde ese entonces esa ha sido la herencia que a pasado de generación a generación. Sus mentes creativas abogan por un consumo sostenible y con sus artesanías luchan por mantener la tradición familiar, la cual ha sido su única fuente económica durante todos estos años.

Estos artesanos han sobrevivido al paso del tiempo. A pesar del avance de la tecnología, siguen mostrando la identidad de su comunidad a través de la creación de hermosas piezas de barro. El trabajo de estos hondureños no ha sido lo suficientemente valorado referente al costo, comparado con el proceso de elaboración de los mismos.

Al igual que en otras comunidades del país como la que hoy les traemos en esta historia, los artesanos trabajan diariamente por amor al arte, ya que ganan muy poco con la venta de sus productos que son adquiridos por el público nacional e internacional. Los extranjeros son algunos de los que más valoran las obras que se obtienen con el barro.

Lo más sorprendente es que esta familia, a pesar de las limitaciones que enfrenta, no se detiene a la hora de crear obras en las que quedan plasmados su talento y creatividad.

El proceso de fabricación de cada pieza es muy cansado, confirma Margarita Garay.

Fabricación

El equipo se divide en dos: el de elaboración y el de pintado. Como es una empresa familiar, Margarita expresa que el proceso de fabricación está a cargo de los varones porque se requiere mayor fuerza y energía. En cuanto el pintado, que es el acabado final, hay una fusión de ideas porque incluso los más pequeños participan para aportar una variedad de ideas.

Ahora les contaremos cómo se logra cada obra. Se inicia con el pateado del barro, un proceso que lleva alrededor de cuatro a cinco horas, luego continúan con el amasado donde le dan un acabado perfecto para luego pasar al torno; a esto le sigue el secado, donde las piezas tienen que estar hasta 10 horas para que sequen bien.

Es así que la familia Garay, con las palmas de sus manos, ha sabido crear y moldear arcilla a la que le ha dado diferentes formas. La mayoría de los visitantes y vecinos del lugar acogen con entusiasmo sus ideas.

Sin embargo, la familia Garay trata de realizar magnificas obras para cada temporada y así innovar con sus piezas que encierran un gran legado cultural.

En sus inicios -cuando nacieron en la pequeña comunidad de Ojojona- sus presentaciones eran totalmente lencas, pero a través del tiempo incorporaron en sus productos la riqueza natural que adorna la comunidad.

Su experiencia les ha permitido aplicar diferentes técnicas. Pero en la actualidad han roto esquemas y ahora no solo le apuestan a los moldes tradicionales y buscan establecer formas más estilizadas sin dejar de lado la estética que los ha identificado por más de tres décadas. El mayor reconocimiento que ellos han recibido en la vida es la aceptación de parte de las personas que adquieren sus piezas, hechas con el amor y la pasión que los caracteriza.