Viajar en el espacio puede provocar cambios físicos y mentales, según estudio
Según investigaciones científicas publicadas en la revista Nature, las personas al regresar a la Tierra presentan cambios como envejecimiento acelerado
Jared Isaacman (izq.) y Hayley Arceneaux, dos de los cuatro miembros de la tripulación del Inspiration4, en el 2021.
Por Kenneth Chang/ The New York Times
El espacio te cambia, incluso en viajes cortos.
Cuatro personas que pasaron tres días fuera de la Tierra en septiembre del 2021 experimentaron cambios físicos y mentales que incluyeron modestas disminuciones en pruebas cognitivas, sistemas inmunológicos estresados y cambios genéticos al interior de sus células, reportan científicos en un paquete de estudios publicados recientemente en Nature y otras revistas relacionadas.
Casi todo lo que cambió en los astronautas volvió a la normalidad una vez que aterrizaron en la Tierra. Ninguna de las modificaciones pareció plantear una advertencia espectacular para los futuros viajeros espaciales. Pero los resultados también resaltaron lo poco que saben los investigadores médicos.
Christopher Mason, profesor de genómica, fisiología y biofísica en Weill Cornell Medicine en la ciudad de Nueva York y uno de los líderes de la investigación, calificó al estudio como “el examen más profundo que jamás hayamos realizado a una tripulación”.
Los cuatro astronautas viajaron en una misión, la Inspiration4, que fue el primer viaje a órbita en el que ninguno de los miembros de la tripulación era astronauta profesional. Jared Isaacman, un empresario multimillonario, encabezó la misión. Los otros miembros de la tripulación eran Hayley Arceneaux, una asistente médica que sobrevivió al cáncer durante la infancia; Sian Proctor, profesora de un colegio comunitario que enseña geociencias; y Christopher Sembroski, un ingeniero.
Los miembros de la tripulación participaron en experimentos médicos —recogieron muestras de sangre, orina, heces y saliva durante su vuelo— y dieron su consentimiento para que los datos se catalogaran en el Space Omics and Medical Atlas, o SOMA, un archivo en línea que está disponible públicamente.
SOMA incluye datos de Scott Kelly, un astronauta de la NASA que vivió en la Estación Espacial Internacional durante 340 días en el 2015 y 2016. Durante ese tiempo, los marcadores de edad en su ADN conocidos como telómeros se alargaron —sugiriendo, sorprendentemente, que se había vuelto biológicamente más joven. Pero la mayoría de los telómeros volvieron a su tamaño anterior después de su regreso a la Tierra, aunque algunos terminaron incluso más cortos que antes de su partida. Los científicos interpretaron esto como una señal de envejecimiento acelerado.
Los telómeros de los cuatro astronautas del Inspiration4 también se alargaron y luego se acortaron, indicando que los cambios ocurren en todos los astronautas y lo hacen rápidamente.
Las células utilizan ARN, una cadena monocatenaria de ácidos nucleicos que traduce los planos codificados en el ADN en la producción de proteínas. Susan Bailey, profesora de biología y oncología del cáncer por radiación en la Universidad Estatal de Colorado, quien dirigió la investigación de los telómeros, dijo que el ARN correspondiente a los telómeros también había cambiado en los astronautas y que se habían observado cambios similares en personas que escalaban el Monte Everest. Eso sugiere que la causa del crecimiento y encogimiento de los telómeros no es la ingravidez, sino más bien el bombardeo de radiación que la gente experimenta a gran altura y en el espacio.
Otro efecto de los vuelos espaciales fueron los cambios moleculares en los riñones de los astronautas que podrían presagiar la formación de cálculos renales.
Los astronautas realizaron varias pruebas en iPads para medir su rendimiento cognitivo. Una prueba evaluó la vigilancia psicomotora, una medida de la capacidad para concentrarse en una tarea y mantener la atención. En promedio, el rendimiento en el espacio disminuyó en comparación con cuando los astronautas realizaron la misma prueba en tierra. Otras pruebas indicaron déficits en la búsqueda visual y la memoria de trabajo.
Proctor dijo que quizás no haya habido una verdadera diferencia entre la capacidad de ella y los otros astronautas para realizar tareas en el espacio, sino que era posible que hubieran estado distraídos.
“Miras hacia arriba un minuto, y ahí está la Tierra por la ventana, y dices: ‘Wow’”, dijo.
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