Periodistas pierden esperanza de informar en Gaza

Reportar desde Gaza ha llegado a parecer inútil y bastante riesgoso para los periodistas locales, quienes pierden las esperanzas de poder informar

Periodistas palestinos de luto por Saeed al-Taweel y Mohammed Sobh, dos reporteros que murieron en un ataque en Gaza.

vie 9 de febrero de 2024 a las 14:40

Por Vivian Yee, Abu Bakr Bashir y Gaya Gupta / The New York Times

Para muchas personas fuera de Gaza, la verdadera magnitud de la muerte y la destrucción es imposible de comprender. Los detalles de la guerra son vagos y están envueltos en apagones de Internet y de teléfonos móviles, restricciones que prohíben a los periodistas internacionales y los retos a menudo potencialmente mortales de informar como periodista local desde Gaza.

Hay aberturas en la oscuridad, como las cuentas de Instagram de fotógrafos de Gaza y un pequeño número de testimonios que se cuelan. Sin embargo, con cada semana que transcurre, la luz se va apagando a medida que quienes documentan la guerra se van, renuncian o mueren. Reportar desde Gaza ha llegado a parecer inútilmente riesgoso para algunos periodistas locales, que pierden las esperanzas de lograr que el resto del mundo actúe.

$!El Sindicato de Periodistas Palestinos dijo que al menos 25 periodistas de Gaza llevaban chalecos de “prensa” al morir.

“Sobreviví a la muerte varias veces y me puse en peligro”, escribió Ismail al-Dahdouh, un reportero de Gaza, en una publicación en Instagram el mes pasado para anunciar que dejaba el periodismo. Sin embargo, un mundo “que no conoce el significado de la humanidad” no había actuado para detener la guerra.

Al menos 76 periodistas palestinos han perdido la vida en Gaza desde el 7 de octubre, cuando Hamas encabezó un ataque contra Israel e Israel respondió lanzando una guerra total. El Comité para la Protección de los Periodistas dijo que en un lapso reciente de 16 semanas murieron más periodistas y trabajadores de los medios de comunicación —incluyendo traductores y conductores— que en todo un año de cualquier otro conflicto desde 1992.

The New York Times y otros importantes medios internacionales han evacuado a los periodistas palestinos que trabajaban para ellos en Gaza, aunque algunas agencias de noticias occidentales aún tienen equipos locales allí. A muy pocos periodistas extranjeros se les ha permitido entrar a Gaza; principalmente, sólo periodistas de Gaza han estado trabajando allí desde que inició la guerra.

Casi todos los periodistas que han muerto en Gaza desde el 7 de octubre perdieron la vida en ataques aéreos israelíes, reporta el Comité para la Protección de los Periodistas, 38 de ellos en sus casas, en sus autos o junto a sus familiares.

$!Carpas para desplazados en Gaza cerca de la Ciudad de Khan Younis a fines de octubre, cuando carecían de electricidad.

Nir Dinar, un portavoz militar israelí, dijo que Israel “nunca ha atacado deliberadamente a periodistas ni lo hará jamás”. Pero advirtió que permanecer en zonas de combate activas conllevaba riesgos.

El Sindicato de Periodistas Palestinos ha contado al menos 25 periodistas de Gaza que, según dice, llevaban chalecos protectores con la palabra “Prensa” cuando perdieron la vida, dijo Shuruq Asad, vocera del sindicato. Algunos periodistas han estado durmiendo lejos de sus familias por temor a que refugiarse con familiares los pusiera en riesgo, añadió.

“No sólo estamos informando sobre lo que está sucediendo. Ya somos parte de lo que está sucediendo”, dijo Khawla al-Khalidi, de 34 años, periodista de televisión de Al Arabiya en Gaza.

Roshdi Sarraj, de 31 años, fundó una empresa de medios, Ain Media, a los 18 años y trabajó como fotógrafo y enlace para medios noticiosos internacionales. Cuando estalló la guerra, él y su esposa, Shrouq Aila, estaban en una peregrinación a La Meca, Arabia Saudita. Planeaban visitar Qatar.

Luego Sarraj se enteró de que un amigo y colega periodista en Gaza había sido asesinado. Otro estaba desaparecido. Canceló el viaje y regresó a casa.

Aila dijo que el 22 de octubre, un ataque aéreo israelí impactó la casa de su familia mientras Sarraj estaba sentado con ella y su pequeña hija, Dania. Su herida era tan profunda que Aila podía ver su cerebro. Le vendaron la cabeza y Aila se decía a sí misma que, en el peor de los casos, quedaría paralizado. Pero en el hospital le dijeron que su caso no tenía remedio; el quirófano no daba abasto. Murió en media hora, dijo Aila.

Ella lo enterró en una fosa común. En medio del caos, no había otra opción.

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