Luego de ser abandonada en guerra, hoy es un éxodo de paz

Este lugar fue producto de un fenómeno mundial en el que las zonas agrícolas pobres pierden gente ante los centros urbanos. También es parte de una grave crisis demográfica que aflige a Europa central y oriental

Fikret Puhalo, criador de ovejas, dijo que ningún bebé había nacido en la aldea bosnia de Socice en décadas.

mié 13 de marzo de 2024 a las 14:45

Por Andrew Higgins/ The New York Times

SOCICE, Bosnia y Herzegovina — Cuando un criador de ovejas bosnio huyó de su hogar en Yugoslavia en 1992, caminando con su familia durante 40 días para escapar de una guerra que enfrentaría a vecino contra vecino, la aldea que dejó atrás tenía más de 400 habitantes, dos tiendas y una escuela. Más de la mitad de los aldeanos era musulmán y el resto serbios, pero nadie, dijo, prestaba mucha atención a eso hasta que los políticos extremistas comenzaron a pedir sangre a gritos.

Después de más de una década lejos de su casa, el campesino Fikret Puhalo, de 61 años, regresó a su pueblo, Socice. Para entonces tenía unas 100 personas: serbios que habían permanecido durante toda la guerra y unos cuantos musulmanes que habían decidido que regresar no presentaba peligro.

Hoy sólo quedan 15. Las tiendas han desaparecido; la escuela también.

“Todos los demás murieron o se mudaron”, dijo Puhalo, señalando las casas vacías esparcidas por las colinas rocosas que rodean la tierra de su familia. “Aquí no ha nacido ni un solo niño desde que regresé”.

Socice refleja un fenómeno mundial en el que las zonas agrícolas pobres pierden gente ante los centros urbanos. También es parte de una grave crisis demográfica que aflige a Europa central y oriental, incluyendo a países relativamente prósperos como Polonia y Hungría, a medida que las bajas tasas de natalidad y la emigración reducen el número de personas —y alimentan a los políticos etnonacionalistas que claman contra la dilución, e incluso la extinción, de las poblaciones nativas.

Como muchos países más pobres, Bosnia tiene una alta tasa de emigración, que se disparó durante la guerra de 1992-95. Pero también tiene una tasa de natalidad extremadamente baja, un fenómeno generalmente asociado con los países más ricos.

La tasa de fertilidad de Bosnia —nacidos vivos por mujer— es una de las más bajas de Europa, en parte porque muchas mujeres en edad fértil se han ido. “La situación es desesperada”, dijo Nebojsa Vukanovic, miembro del Parlamento local de la República Srpksa, la zona mayoritariamente autónoma y dominada por los serbios.

Se desconoce el número de personas que viven en la región serbia: el último censo, realizado en el 2013, lo ubicaba en poco más de un millón. Vukanovic cree que el número se ha reducido ahora a 800 mil o menos. Es un crítico abierto del líder autoritario de la zona, Milorad Dodik, quien afirma que su región tiene 1.4 millones de habitantes.

Dodik “manipula las cifras para fingir que está haciendo un buen trabajo”, dijo Vukanovic.

Dodik, un nacionalista que ha sido sancionado por Estados Unidos por corrupción, ha amenazado repetidamente con declarar su territorio como Estado independiente y dividir Bosnia, avivando el nacionalismo étnico para consolidar su control del poder y evitar ser procesado.

Vukanovic publicó recientemente un video desolador de una visita que hizo al municipio de Ulog. Tenía más de 7 mil habitantes cuando era parte de Yugoslavia, una nación pacífica y multiétnica que estalló en guerra en 1991. Ahora, dijo, tiene sólo 7 residentes, sus calles bordeadas de edificios en ruinas destruidos no por el conflicto armado sino por descuido.

$!Muchas casas en la aldea bosnia de Socice están vacías porque sus propietarios emigraron o murieron.

“Es evidente que la gente está abandonando todas partes del País”, dijo Emir Kremic, director general de la agencia estatal de estadísticas de Bosnia. Pero se desconoce cuántos se han ido, dijo. Para eso, dijo, “necesitamos un nuevo censo”.

Sin embargo, eso no es algo que quieran los políticos etnonacionalistas, temerosos de los resultados. Los tres principales grupos étnicos de Bosnia —bosnios musulmanes, serbios cristianos ortodoxos y croatas católicos— temen salir perdiendo en el juego de los números y, por lo tanto, perder influencia política.

La agencia de estadísticas de Kremic realizó un estudio el año pasado para evaluar el uso de las tierras agrícolas de Bosnia. Encontró que el 30 por ciento de los hogares agrícolas registrados durante el censo del 2013 habían desaparecido.

“Ya no había nadie allí”, dijo.

En la Universidad de Sarajevo, en la Capital del País, los estudiantes están divididos sobre si quedarse o no. Algunos, especialmente aquellos de familias bien conectadas, no ven ninguna razón para emigrar. Otros están abatidos sobre sus posibilidades si se quedan.

Enis Katina, un estudiante de criminología, dijo que le gustaría conseguir trabajo en la policía de Bosnia, pero no ve “ninguna perspectiva real para los jóvenes en este País”. Irse, añadió, “es el único futuro que tenemos”.

© 2024 The New York Times Company

Notas Relacionadas