La triste historia de una vida entregada al azúcar en el oeste de la India

Jovencitas son obligadas a contraer matrimonio infantil ilegal para poder trabajar junto a sus maridos cortando y recogiendo caña de azúcar

Trabajadores en Beed, India, cerca de NSL Sugars, proveedor de Coca-Cola y PepsiCo con ingenios en todo el País.

jue 28 de marzo de 2024 a las 14:30

Por Megha Rajagopalan y Qadri Inzamam / The New York Times

BEED, India — Archana Ashok Chaure ha entregado su vida al azúcar. Fue casada con un jornalero de la caña de azúcar en el oeste de la India alrededor de los 14 años —”demasiado joven para tener idea de qué era el matrimonio”, dijo.

La deuda con su patrón la mantiene en el campo.

El invierno pasado, hizo lo que miles de mujeres aquí se ven presionadas a hacer cuando enfrentan menstruaciones dolorosas o dolencias rutinarias: se sometió a una histerectomía y volvió al trabajo.

Esto mantiene el flujo de azúcar a empresas como Coca-Cola y Pepsi.

Los dos fabricantes de refrescos han ayudado a convertir al Estado de Maharashtra en una potencia productora de azúcar. Pero una investigación realizada por The New York Times y el Fuller Project, una sala de redacción global sin fines de lucro, descubrió que estas marcas también han obtenido beneficio económico de un sistema laboral brutal que explota a niños y lleva a la esterilización innecesaria de mujeres en edad de trabajar.

$!Su médico le dijo a Archana Ashok Chaure, de unos 30 años, que debería someterse a una histerectomía. Con su hijo.

Se entrevistó a personas en cada etapa de la cadena de suministro, incluyendo a docenas de trabajadores, contratistas, propietarios de ingenios azucareros y ex ejecutivos de empresas multinacionales. El Times también examinó registros médicos y entrevistó a médicos, legisladores, funcionarios gubernamentales, investigadores y trabajadores humanitarios.

Jovencitas son obligadas a contraer matrimonio infantil ilegal para poder trabajar junto a sus maridos cortando y recogiendo caña de azúcar. En lugar de recibir salarios, trabajan para pagar los anticipos de sus patrones, un acuerdo que les exige pagar una tarifa por el privilegio de faltar al trabajo, incluso para consultar a un médico.

Una consecuencia extrema, pero común de esta trampa financiera son las histerectomías. Los intermediarios laborales prestan dinero para las cirugías, incluso para resolver dolencias tan rutinarias como menstruaciones abundantes y dolorosas. Y las mujeres, la mayoría de ellas sin educación, dicen que tienen pocas opciones.

Las histerectomías las mantienen trabajando, sin distracciones por visitas al médico o las dificultades de menstruar en un campo sin acceso a agua corriente, baños o refugio.

Extirpar el útero de una mujer tiene consecuencias perdurables, particularmente si tiene menos de 40 años. Además de los riesgos a corto plazo de dolor abdominal, a menudo provoca una menopausia precoz, elevando las posibilidades de sufrir enfermedades cardíacas y osteoporosis.

Pero para muchas trabajadoras azucareras, la operación tiene un resultado particularmente sombrío: pedir prestado contra salarios futuros las hunde aún más en la deuda, asegurando que regresen a los campos la próxima temporada y más allá. Los grupos de derechos de los trabajadores y la agencia laboral de las Naciones Unidas han definido acuerdos así como trabajo forzado.

Los productores y compradores de azúcar tienen años de estar enterados de este sistema abusivo. Los consultores de Coca-Cola visitaron los campos y los ingenios azucareros en el oeste de India y, en el 2019, reportaron que niños cortaban caña de azúcar y los jornaleros trabajaban para saldar deudas con sus patrones. Lo documentaron en un reporte para la empresa, con todo y una entrevista a una niña de 10 años. En un informe corporativo no relacionado ese año, la empresa dijo que estaba apoyando un programa para “reducir gradualmente la mano de obra infantil” en India.

PepsiCo confirmó que una de sus mayores franquicias internacionales compra azúcar de Maharashtra. La franquicia acaba de abrir allí su tercera planta de fabricación y embotellado. Se está construyendo una nueva fábrica de Coca-Cola en Maharashtra, y Coca-Cola confirmó que también compra azúcar en el Estado. Estas empresas utilizan el azúcar principalmente para productos vendidos en India, dicen funcionarios de la industria. PepsiCo dijo que la empresa y sus socios compran una pequeña cantidad de azúcar de Maharashtra, comparado con la producción total del Estado.

Ambas empresas tienen códigos de conducta que prohíben a proveedores y socios comerciales utilizar mano de obra infantil y trabajo forzado.

“La descripción de las condiciones laborales de los cortadores de caña de azúcar en Maharashtra es profundamente preocupante”, dijo PepsiCo en un comunicado, añadiendo que tomaría todas las medidas que “pudieran ser necesarias”.

Coca-Cola se negó a comentar sobre una lista detallada de preguntas.

Rural y empobrecido

El corazón de esta explotación es el distrito de Beed, una región rural empobrecida de Maharashtra que alberga a gran parte de la población migrante cortadora de azúcar. Un informe del Gobierno local encuestó a aproximadamente 82 mil trabajadoras de la caña de azúcar de Beed y encontró que aproximadamente 1 de cada 5 había tenido una histerectomía. Una encuesta gubernamental separada estimó la cifra en 1 de cada 3.

Los abusos continúan pese a investigaciones de los gobiernos locales, informes noticiosos y advertencias de los consultores de las empresas, porque todos apuntan a alguien más como el responsable.

Las grandes empresas occidentales tienen políticas que prometen erradicar los abusos contra los derechos humanos en sus cadenas de suministro. En la práctica, rara vez, o nunca, visitan los campos y dependen en gran medida de sus proveedores, los propietarios de los ingenios azucareros, para supervisar las cuestiones laborales.

Sin embargo, los propietarios de los ingenios afirman que ellos en realidad no emplean a los trabajadores. Contratan a contratistas para reclutar inmigrantes de aldeas lejanas, transportarlos a los campos y pagarles los salarios. El trato dado a esos trabajadores, dicen los propietarios, es entre ellos y los contratistas.

Esos contratistas dicen que simplemente están repartiendo el dinero de los propietarios de los ingenios. No pueden dictar las condiciones de trabajo ni los términos de empleo.

India es el segundo mayor productor de azúcar del mundo y Maharashtra representa aproximadamente un tercio del mismo. En otras regiones azucareras, los propietarios de granjas contratan trabajadores locales y les pagan salarios. En Maharashtra, en lugar de salarios de los propietarios de granjas, alrededor de un millón de trabajadores reciben un anticipo —a menudo alrededor de mil 800 dólares por pareja, o alrededor de 5 dólares por día por persona durante una temporada de seis meses— de un contratista de un ingenio. Este sistema centenario reduce los costos laborales de los ingenios azucareros.

En los campos, donde ha pasado su vida cortando azúcar para un ingenio propiedad de NSL Sugars, Chaure, como los demás, duerme en el suelo, pasa horas al día encorvada y lleva cargas sobre su cabeza.

Las mujeres suelen tener dolencias familiares: dolores que se irradian en la zona lumbar y menstruaciones prolongadas o irregulares que dificultan el trabajo.

La histerectomía es una cirugía de rutina que se realiza en todo el mundo, aunque con poca frecuencia en mujeres de entre 20 y 30 años. En India es más común, incluso como forma de control de la natalidad, y otras partes del País también tienen altas tasas de histerectomías. Pero en la industria azucarera de Maharashtra, todos —contratistas, otros trabajadores, incluso médicos— instan a las mujeres a someterse a la cirugía.

Casada por y para el campo

En las fotografías de su boda, Chaure mira fijamente a la cámara. No conocía al novio; eso era normal. Lo mismo había sucedido a muchas de sus amigas.

Como muchas mujeres rurales de Maharashtra, Chaure no conoce su edad exacta, pero ronda los 30 años. Ella calcula que tenía unos 14 años el día de su boda. Se celebró dos años después de que abandonó la escuela de su pueblo para que sus padres pudieran llevarla a los campos de azúcar. “Tenía miedo de casarme”, recuerda, “mucho miedo”.

Chaure terminó en la mesa de operaciones porque una ecografía mostró que tenía quistes ováricos, muestra su expediente médico.

En lugar de extirpar los quistes, su cirujano le dijo que debería someterse a una histerectomía. Ella no cuestionó el consejo. Conocía a muchas mujeres que habían hecho lo mismo. Le aterraba desarrollar cáncer. Y tal vez esto pondría fin a su dolor y visitas al médico.

El cirujano le extirpó el útero, un quiste, un ovario y una trompa de Falopio. En una entrevista, su cirujano dijo que era necesario porque el quiste era inusualmente grande.

The Times compartió detalles del expediente de Chaure con Farinaz Seifi, directora de ginecología del Hospital Bridgeport, en Connecticut. “No había absolutamente ninguna indicación para una histerectomía”, dijo.

Incentivos económicos

En esta parte de Maharashtra, dos incentivos económicos empujan a las niñas a casarse.

En primer lugar, cortar caña de azúcar es una labor de dos personas. Los equipos formados por marido y mujer ganan el doble que un hombre trabajando solo.

En segundo lugar, mientras más tiempo acompañen los niños a sus padres en el campo, más tiempo deberán éstos mantenerlos. Por eso las familias a menudo buscan casar a sus hijas jóvenes, incluso en la adolescencia temprana.

“Si estamos casadas, su estrés se reduce y la responsabilidad pasa a los hombros de nuestro marido”, dijo Chaure. “Así que nos casan”.

Los trabajadores dijeron que rara vez había contratos oficiales o registros que contabilizaran la cantidad de caña de azúcar que cortaban. Al final de la temporada, los contratistas suelen declarar que queda un saldo.

En el 2019, la investigación de un legislador estatal sobre el elevado número de histerectomías en Maharashtra condujo al cambio de una norma destinada a impedir que médicos sin escrúpulos lucraran con cirugías innecesarias.

“Algunos médicos lo han convertido en una forma de ganar más dinero”, dijo Chaitanya Kagde, ginecólogo en Beed.

La nueva regla requiere que el cirujano civil, el máximo funcionario de salud del distrito, apruebe las histerectomías.

Pero continúan las histerectomías en mujeres más jóvenes. Aunque muchos médicos coinciden en que algunos cirujanos las realizan con demasiada frecuencia, afirman que las pacientes solicitan la cirugía.

En mayo, Suresh Sable, el cirujano civil de Beed en ese momento, dijo que el Gobierno no debería cuestionar a los médicos. Dijo que su oficina aún aprobaba el 90 por ciento de las solicitudes de histerectomías.

Ankur Tangade contribuyó con reportes a este artículo.

© 2024 The New York Times Company

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