Inmigrantes luchan por mantener su economía en Corea del Sur

Alrededor de 430 mil personas más se quedaron en el país después del vencimiento de sus visas y trabajan ilegalmente

Contenedor que sirve como vivienda para inmigrantes en una estructura de invernadero en Gasan-myeon, Corea del Sur.

mié 6 de marzo de 2024 a las 17:2

Por Choe Sang- Hun / The New York Times

POCHEON, Corea del Sur — Teléfonos Samsung. Autos Hyundai. Televisores LG. Las exportaciones de Corea del Sur están disponibles en todo el mundo. Pero el País depende más que nunca de una importación para mantener su economía en marcha: la mano de obra extranjera.

Este cambio es parte de las consecuencias de una crisis demográfica que ha dejado a Corea del Sur con una población cada vez más reducida y envejecida. Datos dados a conocer recientemente mostraron que el año pasado el País batió su propio récord —nuevamente— de tener la tasa de fertilidad total más baja del mundo.

El Gobierno del Presidente Yoon Suk Yeol ha respondido duplicando con creces la cuota de trabajadores poco calificados de países menos desarrollados, incluyendo Vietnam, Camboya, Nepal, Filipinas y Bangladesh. Cientos de miles de ellos trabajan ahora en Corea del Sur, normalmente en pequeñas fábricas, o en granjas remotas o barcos pesqueros —trabajos que los locales consideran demasiado sucios, peligrosos o mal remunerados. Muchos trabajadores extranjeros sufren jefes depredadores, viviendas inhumanas y discriminación.

El trabajo puede ser mortal —los trabajadores extranjeros tenían casi tres veces más probabilidades de morir en accidentes laborales en comparación con el promedio nacional, arrojó un estudio reciente. Estos hallazgos han alarmado a grupos de derechos humanos y gobiernos extranjeros; en enero, Filipinas prohibió a sus ciudadanos aceptar trabajos estacionales en Corea del Sur.

Pero Corea del Sur sigue siendo un destino atractivo, con más de 300 mil trabajadores poco calificados aquí con visas de trabajo temporales. Alrededor de 430 mil personas más se quedaron en el País después del vencimiento de sus visas y trabajan ilegalmente.

Los trabajadores inmigrantes suelen aterrizar en lugares como Pocheon, un poblado al noreste de Seúl donde las fábricas y los invernaderos dependen en gran medida de la mano de obra extranjera. Sammer Chhetri, de 30 años, llegó aquí en el 2022 y envía mil 500 dólares de su sueldo mensual de mil 750 dólares a su familia en Nepal.

“No se puede ganar esta cantidad de dinero en Nepal”, dijo Chhetri, que trabaja largas jornadas en invernaderos en forma de túnel.

Durante casi tres años, Asis Kumar Das, de 48 años, de Bangladesh, trabajó turnos de 12 horas, seis días a la semana, en una pequeña fábrica textil por un salario mensual de unos 2 mil 350 dólares —que no recibía regularmente.

$!Más de 300 mil trabajadores poco calificados viven en Corea del Sur con visas. Otros 430 mil están allí ilegalmente.

“Nunca me han pagado a tiempo ni en su totalidad”, afirmó.

Los inmigrantes reportan anualmente 91 millones de dólares en salarios sin pagar, muestran datos del Gobierno.

El Ministerio del Trabajo dijo estar “haciendo todos los esfuerzos posibles” para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de estos trabajadores. Está enviando inspectores a más lugares de trabajo, contratando más traductores y aplicando sanciones a los patrones que maltratan a los trabajadores, dijo.

El Gobierno también ha ofrecido visas a trabajadores “ejemplares” que les permiten traer a sus familias. Los funcionarios han dicho que Corea del Sur tiene la intención de “traer sólo a los extranjeros esenciales para nuestra sociedad” y fortalecer “las acciones contra quienes se quedan aquí ilegalmente”.

El Gobierno introdujo el Sistema de Permiso de Empleo, o EPS, en el 2004, eliminando a los intermediarios y convirtiéndose en el único contacto laboral para los trabajadores inmigrantes poco calificados. Las autoridades planean emitir un récord de 165 mil visas temporales de trabajo este año.

Pero persisten problemas graves.

“El mayor problema con EPS es que ha creado una relación amo-sirviente entre los patrones y trabajadores extranjeros”, dijo Kim Dal-sung, un pastor metodista que opera el Centro de Trabajadores Migrantes de Pocheon. Eso puede significar condiciones inhumanas. La “vivienda” prometida a Chhetri resultó ser un contenedor de embarque usado escondido dentro de una estructura tipo invernadero cubierta con un toldo de plástico negro.

Si los trabajadores en el EPS tienen patrones abusivos, a menudo tienen dos opciones: sobrellevar el suplicio, esperando que su jefe los ayude a extender o renovar su visa, o trabajar ilegalmente para otra persona y vivir con el temor constante de las redadas de inmigración, dijo el Reverendo Kim.

Los migrantes también dicen enfrentar actitudes racistas o xenófobas.

“Tratan a las personas de manera diferente según el color de la piel”, dijo Asis.

Chandra Das Hari Narayan, un trabajador de Bangladesh, dijo que los gerentes han insultado a los extranjeros, pero no a los locales, por errores similares.

“No nos importa trabajar duro”, dijo. “No es nuestro cuerpo, sino nuestra mente la que se cansa”.

© 2024 The New York Times Company

Notas Relacionadas