Fuerzas rusas se unen a Siria contra ISIS

La televisión estatal rusa, desestima afirmaciones de responsabilidad por parte de ISIS, sugirió en cambio que se trataba de una operación de “bandera falsa”

El Presidente Vladimir V. Putin de Rusia (der.), se reunió con el Presidente sirio, Bashar al-Assad, en Moscú el año pasado.

jue 28 de marzo de 2024 a las 16:10

Por Neil Macfarquhar / The New York Times

En los últimos meses, en lo profundo de los desiertos del centro de Siria, las fuerzas rusas se han unido calladamente al Ejército sirio para intensificar los ataques contra bastiones del Estado Islámico, incluyendo el bombardeo de lo que los reportes noticiosos locales llamaron las guaridas y cuevas donde se ocultan los combatientes extremistas.

Este tipo de escaramuzas tienen años de estar cociéndose a fuego lento en Siria, y el Estado Islámico tiene mucho tiempo de amenazar con atacar a Rusia directamente por apuntalar el régimen de su enemigo jurado, el Presidente Bashar al-Assad de Siria.

Ese momento pareció haber llegado el 22 de marzo con el sangriento ataque a una sala de conciertos de Moscú que dejó más de 130 muertos. “El más feroz en años”, decía una declaración de responsabilidad emitida por el Estado Islámico el día después del ataque, en referencia a la larga historia de brutales ataques terroristas de fuerzas yihadistas contra Moscú.

“Han enmarcado este ataque en el contexto de la guerra normal y en curso entre ISIS y los países antiislámicos”, dijo Hanna Notte, experta en política exterior y de seguridad rusa, en el Centro James Martin de Estudios de No Proliferación. “Esto parece estar dentro del tema general de Rusia en Afganistán, Rusia en Chechenia, Rusia en Siria”.

$!El Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad del ataque mortal a una sala de conciertos en Moscú el 22 de marzo.

En sus declaraciones del 23 de marzo, el Presidente Vladimir V. Putin de Rusia no mencionó al Estado Islámico, pero sí amenazó con castigar a los responsables. El Kremlin dijo que Putin habló con Al-Assad sobre cooperación antiterrorista, entre otras cuestiones, en una llamada telefónica el 23 de marzo. La televisión estatal rusa, desestimando las afirmaciones de responsabilidad por parte de ISIS, sugirió en cambio que se trataba de una operación de “bandera falsa” de Ucrania, posiblemente con respaldo occidental. La Casa Blanca emitió un comunicado repitiendo la afirmación de Estados Unidos de que ISIS era el responsable.

La animosidad entre Rusia y las organizaciones yihadistas surgió por primera vez durante la guerra soviética en Afganistán, que duró una década, continuó durante las dos guerras brutales de Rusia en Chechenia y se intensificó cuando la Fuerza Aérea Rusa fue desplegada en Siria en septiembre del 2015.

Ese octubre, un grupo de 55 clérigos sauditas emitió una declaración haciendo un llamado a una guerra santa contra Rusia como castigo por su intervención militar en Siria y predijo que Rusia sufriría una derrota similar a la ocurrida en Afganistán.

A finales de ese octubre, una filial del Estado Islámico en Egipto se atribuyó la responsabilidad de colocar una bomba en un vuelo que llevaba a turistas de regreso a San Petersburgo, Rusia. La explosión sobre la península del Sinaí mató a las 224 personas a bordo. Poco después del ataque, Dmitri S. Peskov, portavoz de Putin, rechazó cualquier vínculo entre ese episodio y el despliegue de fuerzas rusas en Siria.

El ala de propaganda del Estado Islámico pronto publicó un video de un cántico en ruso que incluía el estribillo: “Pronto, muy pronto, la sangre se derramará como el mar”. La letra también sugería que el dominio musulmán regresaría a las regiones rusas donde alrededor de 20 millones de musulmanes forman una parte sustancial de la población, incluyendo el Cáucaso, Tartaristán y la anexada Crimea.

Rusia estaba muy consciente de la amenaza. Ataques sangrientos llevados a cabo principalmente por extremistas locales contra una escuela, un teatro de Moscú, centros de transporte y otros objetivos cobraron cientos de vidas rusas en la década del 2000.

En febrero del 2017, Putin dijo que alrededor de 4 mil rusos y otras 5 mil personas de países de Asia Central que formaban parte de la Unión Soviética habían ido a luchar a Siria. “Entendemos el enorme peligro que representa para nosotros, para Rusia, este foco de terrorismo en el territorio de Siria”, dijo durante una reunión con personal militar.

Aunque disminuido, el Estado Islámico conserva alcance global con sus diferentes ramas. El 7 de marzo, el Servicio Federal de Seguridad, la principal agencia policial de Rusia, dijo que había impedido un ataque planeado por el Estado Islámico contra una sinagoga en Moscú. El Departamento de Estado de EU dijo en un comunicado el 23 de marzo que Estados Unidos había compartido al mismo tiempo un informe de inteligencia con Rusia sobre un posible ataque a una sala de conciertos.

Los analistas señalaron que ni las organizaciones yihadistas ni los sirios comunes y corrientes habían olvidado que la Fuerza Aérea rusa ha atacado hospitales y otros blancos civiles, o que misiles de crucero rusos han impactado ciudades sirias.

El Estado Islámico parece igualmente hostil hacia Rusia, Estados Unidos e Irán, dijo Colin P. Clarke, experto en contraterrorismo en el Centro Soufan.

“Para ellos, son simplemente diferentes sabores de apóstata”, dijo.

Hwaida Saad y Milana Mazaeva contribuyeron con reportes a este artículo.

© 2024 The New York Times Company

Notas Relacionadas