Equipo irlandés afirma su postura, gane o pierda

Detrás de una sección, donde se reúnen los seguidores más bulliciosos, se levanta un puño sobre un fondo rojinegro. “Amo el futbol, odio el racismo”, reza

El Bohemian F.C., un club de futbol irlandés, ha hecho de sus valores y la iconografía de Dublín parte de su identidad.

vie 8 de marzo de 2024 a las 17:54

Por Rory Smith / The New York Times

DUBLÍN — En la trastienda de las oficinas del equipo de futbol irlandés Bohemians, la impresora zumba incesantemente y escupe etiquetas de envío. Algunas llevan los nombres de calles de Dublín. Otras son para lugares más lejanos: de otras regiones de Irlanda, del otro lado del Mar de Irlanda, del otro lado del Atlántico.

Cada etiqueta se colocará en un paquete que contiene una playera de Bohemians. Y hoy en día el club vende muchas playeras.

El atractivo no tiene sus raíces en ningún motor tradicional del mercado de mercancía del futbol: el éxito, el glamour, un jugador estrella. Daniel Lambert, director de operaciones del club, ama tanto al Bohemians como a la Liga de Irlanda, en la que juega, pero no se hace ilusiones. “Somos un equipo pequeño en una liga pobre”, dijo.

$!Murales que apoyan diversas causas forman el telón de fondo del estadio del Bohemian F.C.. No todos los fans lo aprueban.

En lugar de ello, los fans se sienten atraídos a los Bohemians por las playeras en sí; o, mejor dicho, lo que dicen las playeras, tanto del equipo como del cliente. Algunas ediciones recientes se han basado en la iconografía cultural de Dublín: las torres de enfriamiento Poolbeg; el patrón de los asientos de los camiones de la Ciudad; el rostro de Phil Lynott, ex líder de la banda Thin Lizzy. Otros envían un mensaje más explícito: uno de los esfuerzos de esta temporada ha sido diseñado con los colores de la bandera palestina. Hace un par de años, otro llevaba el lema “Bienvenidos refugiados”.

En un deporte apolítico, donde la mayoría de los equipos evita marcar posiciones salvo en el terreno más seguro, eso convierte a los Bohemians en un caso atípico entusiasta y descarado: un raro ejemplo de un club de futbol dispuesto a publicitar sus valores en la manga, el torso y cualquier otra superficie.

En Dalymount Park, el destartalado hogar de los Bohemians, las banderas de los corners llevan los colores del arcoíris del movimiento Orgullo. Las paredes de lámina corrugada están decoradas con imágenes del Che Guevara y la bandera venezolana. Detrás de una sección, donde se reúnen los seguidores más bulliciosos, se levanta un puño sobre un fondo rojinegro. “Amo el futbol, odio el racismo”, reza.

$!Mary Nolan en una playera Bohemian F.C. popular. Otras playeras han celebrado la cultura local y diferentes causas.

Ha sido colocado allí de manera bastante deliberada. Los Bohemians pueden inclinarse, sin pedir disculpas, a la izquierda, pero el club ha estado más que dispuesto a aprovechar estrategias de mercadotecnia claramente capitalistas para ampliar su alcance.

“La política es absolutamente sincera”, dijo Dion Fanning, escritor y copresentador del podcast Free State. “Pero la forma en que lo hacen es muy ingeniosa”.

Gran parte de eso puede atribuirse a la experiencia musical de Lambert. Piensa, esencialmente, como un promotor.

El atractivo de los Bohemians ahora se extiende mucho más allá de su base tradicional en el suburbio de Phibsborough, al norte de Dublín, cautivando los corazones y las mentes de fans en todo el mundo.

Hay tantos que los Bohemians son hoy una notable historia de éxito comercial. Hace poco más de una década, el club estuvo al borde de un primer descenso de la máxima categoría del futbol irlandés y al borde del fracaso financiero. En 2015, el club tenía sólo 530 miembros. Ahora tiene 3 mil, “con lista de espera”, señaló Lambert.

Hay 10 equipos en la Liga de Irlanda, pero los Bohemians representa una cuarta parte de los ingresos comerciales de la misma. Tan sólo las ventas de mercancía del club se han disparado 2 mil por ciento en una década. Los pedidos de playeras tampoco son sólo de las versiones más nuevas; las viejas siguen vendiéndose bien, algo que Lambert atribuye al hecho de que no son artículos de moda efímeros. “Cuentan una historia”, dijo.

Admitió que algunos aficionados pueden haberse sentido desencantados por el activismo del club —en temas tan diversos como el matrimonio homosexual, la justicia climática y el fin de lo que él llama el trato “inhumano” de Irlanda hacia los solicitantes de asilo— y ha detectado quejas entre los seguidores de equipos rivales. Muy pocos equipos de futbol tienen un poeta interno, organizan raves de entretiempo o emplean a cuatro miembros del personal dedicados a establecer una estrategia climática. “Lo hemos oído todo: el club hipster, un montón de ganchos”, dijo Lambert. “Sí escuchamos a la gente decir: ‘¿Por qué los Bohs no pueden ser simplemente normales?’”.

La respuesta a eso, dijo, es sencilla. Los Bohemians no consideran que las posturas que adoptan sean inherentemente políticas. Para el club, son cuestiones humanitarias, los valores naturales de un equipo que no es propiedad de un inversionista privado, sino de sus aficionados. Y expresarlas, dijeron él y otros, es más urgente que nunca, a medida que la incipiente extrema derecha de Irlanda crece en fuerza y volumen.

© 2024 The New York Times Company

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