Corea del Sur dedica ciudad a los libros
Corea del Sur posee una “Ciudad Literaria” en Paju, a través de esta se busca apoyar activamente la cultura y las artes basadas en los libros
La biblioteca central de Paju tiene decenas de miles de libros en exhibición y otros tantos almacenados.
Por Jin Yu Young / The New York Times
Paju, Corea del Sur, una ciudad satélite 35 kilómetros al noroeste de Seúl, es pequeña, con una población de alrededor de medio millón de habitantes. Las calles son más tranquilas que las de la Capital bulliciosa, el aire es más limpio y el ritmo de vida es ligeramente más lento.
Aunque mucha gente conoce la Ciudad por su base militar, Paju también alberga el centro editorial de libros del País, conocido oficialmente como Parque Nacional Industrial, Cultural y Editorial de Paju, pero comúnmente llamado Ciudad Literaria Paju.
Alrededor de 900 empresas relacionadas con los libros, como imprentas, compañías de distribución y estudios de diseño, bordean las calles y por doquier hay rótulos que indican “Ciudad Literaria Paju”.
El Gobierno inauguró el centro editorial en 1998, luego de casi una década de planeación y como parte de un esfuerzo general por modernizar la nación.
La industria del libro de Corea del Sur solía estar dispersa, pero, “los fundadores de la ciudad literaria pensaban que esta forma dispersa y descentralizada de crear libros era ineficiente”, dijo Lee Sang-yeon, administrador de una de las principales instalaciones culturales de Paju, el Centro de Información y Cultura de Publicaciones de Asia.

Al agrupar las compañías de libros en un mismo lugar, Corea del Sur esperaba producir y distribuir mejor una parte importante de su cultura.
Los libros son un gran negocio en Corea del Sur. El año pasado, se vendieron más de 115 millones de libros a nivel nacional, reportó la Asociación de Editores de Corea.
La misión de la ciudad literaria —”apoyar activamente la cultura y las artes basadas en los libros”— se puede ver en edificios por toda la Ciudad.
Photopia, una serena estructura morada, curva como una ola de mar, sirve como estudio de producción y procesamiento de fotografías. Una casa editora, Dulnyouk, tiene su sede en una estructura geométrica imponente que se asemeja a un vehículo de transporte hallado en “Star Wars”.
Lee trabaja en el corazón de Ciudad Literaria Paju, el Centro de Información y Cultura de Publicaciones de Asia, un complejo de cinco pisos que incluye un centro educativo, una sala de eventos y un espacio para exhibiciones, y que funge como núcleo social y profesional para editores locales. El centro atrae casi 10 mil visitantes al año.
En el primer piso del edificio se halla el Bosque de la Sabiduría, una biblioteca central con decenas de miles de ejemplares en exhibición y decenas de miles más almacenados, comentó Lee.
Estantes gigantescos, algunos de casi 8 metros de altura, cubren las paredes. Aunque a los visitantes no se les permite sacar libros, sí pueden explorar los estantes y leer en las áreas comunes. La colección aparentemente ilimitada significa que entre los invitados se incluyen familias con niños, parejas jóvenes en citas y grupos de personas mayores en salidas sociales. El centro incluye un hotel para quienes quieran pasar la noche.
El centro de publicaciones también conserva textos antiguos y la práctica de la tipografía. El Museo de Tipografía de Ciudad Literaria, al lado del edificio principal del centro, tiene en su colección equipos de impresión tradicionales, incluidos 35 millones de bloques de caracteres metálicos.
Como era de esperarse, a las escuelas les encanta visitar Paju. Una tarde de viernes el mes pasado, alumnos de primer grado en uniformes escolares a juego leían a lo largo de un tramo de escaleras, algunos sentados en parejas, otros solos.
Cada otoño, el centro organiza un festival del libro que reúne a amantes de la literatura, autores y artistas locales. El evento de este año, la duodécima edición anual, incluyó exhibiciones de arte, música en vivo, una competencia de mecanografía y, por supuesto, una amplia oportunidad de deleitarse con la cultura literaria.
“Aun cuando el mundo se vuelve más digital, el encanto de los libros nunca pasa desapercibido para los lectores”, afirmó Lee.
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