Brecha cristiana en tema de embriones

Para los católicos practicantes, la oposición a la FIV es parte de un ecosistema de creencias sobre el matrimonio, la familia y también el sexo

Medicamentos tomados en tratamientos de FIV. El proceso va en contra de la enseñanza católica.

vie 1 de marzo de 2024 a las 21:42

Por Elizabeth Dias / The New York Times

Un fallo de la Suprema Corte de Alabama de que los embriones deben ser considerados niños ha obligado a los estadounidenses a lidiar con realidades complicadas sobre la ley, la infertilidad y la política.

Al meollo de la decisión yace la teología cristiana. “La vida humana no puede ser destruida injustamente sin incurrir en la ira de un Dios santo”, escribió en su decisión Tom Parker, ministro presidente.

Entre los cristianos conservadores, la creencia de que la vida comienza en el momento de la concepción ha sido una fuerza impulsora detrás de las políticas antiaborto durante años. Entre los opositores más fervientes al aborto, ese pensamiento también ha llevado a una oposición intransigente a la fertilización in vitro.

“Esa es la premisa fundamental de todo nuestro movimiento”, dijo Kristan Hawkins, de Students for Life, que se opone al aborto. La FIV, afirmó, “es literalmente un modelo de negocio basado en niños desechables”.

Pero en cuanto a la moralidad de la FIV, existe una brecha más notable entre católicos y protestantes. La enseñanza católica lo prohíbe expresamente. Los protestantes tienden a ser más abiertos, en parte porque no existe una estructura de autoridad vertical similar que requiera una doctrina compartida.

La tradición evangélica ha construido una identidad sobre el cimiento pro familia, y muchos seguidores ven la FIV positivamente porque crea más niños.

Pero el fallo de Alabama “es una opinión muy moralmente honesta”, dijo Andrew T. Walker, profesor asociado de ética cristiana y teología pública en el Seminario Teológico Bautista del Sur, en Kentucky. La decisión, dijo, muestra la línea directa de razonamiento entre la creencia de que la vida comienza en la concepción y la oposición al aborto y la FIV. “Obligará a los cristianos conservadores a considerar su propia potencial complicidad en la industria de la FIV”, dijo.

La Iglesia Católica es quizás la institución más grande que se opone a la FIV. Casi todas las intervenciones modernas de fertilidad están moralmente prohibidas.

La primera declaración importante de la iglesia en contra de la FIV surgió en respuesta al primer “bebé de probeta” del mundo, nacida en Inglaterra en 1978. Escrito por el Cardenal Joseph Ratzinger, quien más tarde se convirtió en el Papa Benedicto XVI, el documento abordaba una variedad de tecnologías de fertilidad, como la inseminación artificial, la FIV y la gestación subrogada.

En enero, el Papa Francisco condenó la subrogación y pidió que se prohibiera la práctica.

Muchos católicos utilizan anticonceptivos y tratamientos de fertilización in vitro, violando las enseñanzas de la iglesia. Pero para los católicos practicantes, la oposición a la FIV es parte de un ecosistema de creencias sobre el matrimonio, la familia y el sexo.

La bioética de la fertilización in vitro no es un tema en el que piense la mayoría de los cristianos conservadores. Los evangélicos suelen basarse en lecturas literales de la Biblia, no en siglos de filosofía social católica. Y la Biblia, un texto antiguo, no menciona la fertilización in vitro.

Walker dijo que cuando consideró presentar una resolución en materia de tecnología reproductiva artificial en la Convención Bautista del Sur, la denominación protestante más grande de Estados Unidos, sus colegas reaccionaron con vacilación.

Pero las comunidades evangélicas y católicas se han fusionado cada vez más respecto a creencias políticas conservadoras.

Emma Waters, investigadora asociada en la Heritage Foundation, espera que los pastores evangélicos trabajen para capacitar a sus iglesias sobre las razones teológicas para oponerse a la fertilización in vitro. Ella ve oportunidades potenciales con los evangélicos de la Generación Z que se oponen a los anticonceptivos hormonales.

“La fertilización in vitro es sólo el comienzo de las tecnologías reproductivas”, afirmó. “Lamentablemente distamos mucho de estar preparados para abordar la avalancha de problemáticas que se avecinan”.

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