Descuido pasa factura letal a Guacerique

Más del 30% de la zona boscosa de Guacerique resultó afectada por la plaga de gorgojo entre 2014 y 2019. En la subcuenca hay deforestación, incendios y un rápido crecimiento poblacional que impacta en el río

El río Guacerique luce prácticamente seco en tiempos de verano.

Exclusivo para Suscriptores

¿Ya tiene su suscripción? Únase a nuestra comunidad de lectores.

Suscríbase

Gracias por informarse con
El Heraldo

Alcanzó su límite de artículos

Suscríbase y acceda a artículos, boletines, eventos y muchos más beneficios, sin límite.

Suscríbase

Gracias por informarse con
El Heraldo

Artículo exclusivo bajo registro

Inicie sesión o regístrese para acceder al mejor contenido periodístico.

Iniciar Sesión

Gracias por informarse con
El Heraldo

Abandono

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Esperar siete días para recibir agua parece una odisea para muchos capitalinos, pero hay quienes aguardan hasta 15 días o un mes para poder abastecerse del vital líquido. No se trata de una medida desproporcionada, pues a las autoridades de la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) no les queda de otra porque la comuna se abastece de dos represas que fueron construidas hace más de 30 años y de la reserva de agua de El Picacho.

Todos los días se habla del eterno problema de abastecimiento de agua. Construir uno o dos embalses es un tema que se viene gestando desde gobiernos anteriores, pero las opciones son pocas cuando las cuencas que rodean la capital son víctimas de deforestación, incendios forestales o reducción debido a la urbanización, lo que al final impacta en el caudal de los ríos.

DE INTERÉS: En riesgo agua para represa por daños en Río del Hombre

En la subcuenca Guacerique, donde se encuentra el río que abastece el embalse Los Laureles, ubicado al oeste de la capital y del cual reciben agua unos 210,000 abonados, estos problemas la condenan a la decadencia.

Años atrás, la construcción de Guacerique II era una salida al problema de desabastecimiento de agua, pero el proyecto quedó en total abandono. La AMDC dijo que de realizarse la represa produciría 80 millones de metros cúbicos, aunque el costo y licitaciones obstaculizaron el avance. Actualmente la no realización sería por el daño en la subcuenca, que según expertos no otorgaría la misma cantidad de agua que la AMDC tenía previsto.

En la parte baja de la subcuenca hay bastante crecimiento urbano y, especialmente, la instalación de fábricas que lanzan desperdicios al río.

“Esta es la cuenca más dañada porque desde hace mucho tiempo hay crecimiento poblacional; hay colonias que recientemente se han construido, hay derrame de aguas negras en el río, hay siembras en la parte alta y mucho agroquímico. También deforestan bastante”, denunció Carlos Hernández, exgerente de la División Metropolitana del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillado (SANAA).

En la calle que conduce a la montaña de Upare se observan bultos de basura acumulados que se arrastran por los barrancos hasta llegar al río Guacerique, constató el equipo de EL HERALDO Plus en un recorrido por la zona.

La subcuenca, ubicada entre los municipios del Distrito Central y Lepaterique, es víctima de deforestación sin posibilidades de reforestar, ya que muchas de las áreas afectadas son usadas para agricultura o ganadería.

En las calles es normal observar vacas caminando o encerradas en potreros, vehículos extrayendo agua de forma clandestina para su venta o casas cuyas aguas negras van a parar al río. Guacerique fue declarada mediante Acuerdo N° 03-73, publicado el 2 de enero de 1973, como Zona Forestal Protegida del Patrimonio Público Forestal Inalienable, pero solo quedó en papel porque sus entrañas están expuestas al descuido y la destrucción.

La subcuenca Guacerique perdió más del 30% de sus bosques debido al gorgojo descortezador.

La subcuenca Guacerique mide exactamente 21,063 hectáreas, el equivalente a 19,502 veces el tamaño de un estadio de fútbol estándar. Su bosque es una mezcla entre latifoliado, mixto y conífera.

Para 2017, un total de 3,019.95 hectáreas fueron deforestadas para crecimiento urbano y agricultura, de acuerdo con el Plan de Manejo de la Subcuenca Guacerique y una auditoría del Tribunal Superior de Cuentas (TSC) del 2017 sobre su gestión ambiental.

El documento, de 51 páginas, menciona que “la vasta mayoría de las zonas deforestadas se encuentran en las zonas medias y altas, dando lugar incluso a nuevos conglomerados agrícolas de considerable tamaño”.

Además, advierte que tiene una “implicación para el manejo de cuencas ya que se han convertido en zonas consolidadas en donde en muchos casos no se ejecutan prácticas apropiadas de conservación de suelos”.

Merece ampliar que la subcuenca fue brutalmente impactada por el gorgojo descortezador, que desde 2014 hasta 2019 consumió 3,116.68 hectáreas (4,566 veces el tamaño del Estadio Chelato Uclés).

La cifra, facilitada por el SANAA, es bastante alarmante, ya que -para ese entonces- representaba el 39% de la zona boscosa de Guacerique; a la fecha puede ser incluso peor, porque todavía hay afectación por la plaga.

En la zona alta, donde el clima fresco todavía impera, hay áreas donde los pinos perdieron su tonalidad normal debido al gorgojo, que les provoca un color entre amarillo y café. El ICF aseguró a EL HERALDO que la afectación por gorgojo es mínima, pero que los bosques capitalinos todavía no se han podido reponer del daño causado 10 años atrás.

A esto se suman 61.77 hectáreas consumidas por incendios y deforestación, de acuerdo con los registros del Instituto de Conservación Forestal (ICF) desde el 2000 hasta 2018.

ADEMÁS: Ecocidio en Honduras: deforestaron 388 mil hectáreas de bosque en 18 años

La humedad que los bosques otorgan al suelo permite que se concrete el proceso de evaporación y, posteriormente, de lluvia, es decir, que entre más bosque exista más lluvia caerá.

Esto significa, en términos sencillos, que la afectación de la subcuenca Guacerique impacta directamente en el río que abastece la represa Los Laureles.

En la calle que conduce a la parte alta de la subcuenca se observan bultos de basura acumulada.

“Es muy poca la capacidad que tiene Los Laureles, hay que cuidar esa agua”, pidió el alcalde capitalino Jorge Aldana ante las exigencias de la población por el desabastecimiento que sufre el Distrito Central.

Para el exfuncionario del SANAA, el problema de agua se debe, en primera instancia, a la capacidad de abastecimiento ya que solo hay dos represas y una reserva de agua para más de 1.2 millones de capitalinos y, como segundo punto, a la afectación en las cuencas.

Daryl Medina, jefe de monitoreo forestal del ICF, coincidió especialmente en que entre menos bosques hay “la gente tiene menos disponibilidad de agua, es decir, sube el nivel de suelo en las represas y lo que hace que se almacene menos agua y que haya menos agua disponible para la población”.

La represa Los Laureles tiene una capacidad para almacenar 12 millones de metros cúbicos; hasta ayer estaba al 27% de su capacidad. El embalse abastece al 30% de las colonias capitalinas, que reciben -como mínimo- agua una vez cada siete días, pero si las condiciones en la subcuenca siguen como hasta ahora, los racionamientos serán peores.

VEA: Cronología: Ascenso y caída de “El Tigre” Bonilla