En la actualidad, la industria de la moda y belleza ha experimentado un crecimiento sin precedentes en los tratamientos de rejuvenecimiento facial, tales como el bótox y el ácido hialurónico.
En este sentido, el cirujano plástico Luis Gonzales explica que el tratamiento mediante toxina botulínica se hace para eliminar líneas de expresión o arrugas faciales en la zona de la frente, entrecejo, patas de gallo, labios, cuello y glándulas sudoríparas.
Se realiza mediante la aplicación de microinyecciones directamente en el músculo responsable de la formación de la línea o arruga de expresión, en pos de su relajación temporal.
Por otro lado, el ácido, una sustancia presente en el cuerpo humano, es usado para restaurar el volumen facial, mejorar la elasticidad, reponer la piel y aumentar la hidratación.
El problema es que, según el último estudio de la Sociedad Española de Medicina Estética (Seme), los jóvenes están impulsando los tratamientos estéticos a una edad muy temprana; por ejemplo, antes se realizaban a partir de los 35, ahora lo hacen a los 20 o 25.
¿En qué consiste el “pillow face”?
Este término traducido al español significa “cara de almohada”, ya que se refiere a la apariencia hinchada y redonda que ocurre cuando los volúmenes del rostro se ven desproporcionados por culpa de infiltraciones excesivas, que no respetan los tiempos, no han sido colocadas en el lugar correcto, etc.
Especialmente en pómulos y mejillas, es producto de varias cosas, como que el paciente ha desarrollado adicción a la técnica, el protocolo seguido no es el adecuado, entre otras cosas.
La doctora Mar Lázaro explicó a través de la revista Cosmopolitan que “hay cierta genética que parece predisponer al incremento de volumen al realizar una infiltración. También hay pacientes a los que las infiltraciones no se les reabsorben por completo, de ahí́ la importancia del diagnóstico personalizado”.
Medidas de prevención
Para evitar estos resultados desfavorables, el Dr. Gonzales recomienda que antes de aplicar los rellenos, la paciente se someta a una evaluación de las cinco capas de tejido de la cara que están involucradas en el envejecimiento: piel, grasa, complejo de anclaje, músculos y huesos, esto con el fin de decidir qué tan profundo o superficial se debe aplicar el relleno.
También es importante tener en cuenta que no todos los organismos tienen la misma capacidad de recuperación ni aceptan de la misma manera las sustancias que componen el relleno, por lo tanto es necesario que el especialista lo aplique poco a poco y en cantidades mínimas para conocer la reacción que el rostro tendrá. Por eso se sugiere optar por materiales reabsorbibles, que induzcan muy poca reacción tisular y se integren bien en el tejido con resultados naturales, siendo el principal de ellos el ácido hialurónico.
¿Se puede revertir? Si el relleno se hizo con ácido hialurónico y si la deformidad del rostro es muy visible, se puede recurrir a la hialuronidasa, una sustancia que descompone el ácido hialurónico. Pero si los rellenos han sido hechos con hidroxiapatita de calcio, policaprolactona o ácido poliláctico, la paciente tendrá que esperar a que el efecto pase en meses o años.
