Crímenes

Selección de Grandes Crímenes: Días de dolor y sangre

¿A dónde, a dónde vais, desventurados?
02.04.2023

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-

BRUJOS. ¿Qué está pasando en Honduras? ¿Por qué todo camina hacia el caos? ¿Por qué parece que avanzamos, inexorablemente, hacia el desastre? ¿Por qué sigue tan confrontada y tan dividida nuestra sociedad? Y ¿por qué se han multiplicado las muertes? ¿Por qué se han multiplicado las tragedias? ¿Por qué ahora hay más luto que hace un par de años? ¿Por qué los migrantes siguen muriendo de forma horrorosa sin que nadie les tienda una mano amiga? ¿Por qué miles de ancianos se resignan a morir en la más horrible soledad, sin esperanza, sin fe y sin comida? ¿Por qué el terror se ha desatado como una epidemia entre nosotros? ¿Quién domina en Honduras? ¿Dios o el diablo?

Ríos de sangre corren de nuevo por nuestras calles; diluvios de lágrimas inundan al país, y el dolor, la angustia, el miedo y la desesperanza son el nuevo pan nuestro de cada día. Jóvenes asesinan sin piedad; hay descuartizados por todas partes; una mujer aparece con un tiro en la cabeza; Angie sigue desaparecida; más y más niños se pierden en el camino de lágrimas que es la ruta ilegal hacia Estados Unidos; la droga abunda en nuestras calles, y se vende igualmente que la asesina píldora del día después, que a diario mata a miles de seres humanos en los vientres de las madres desnaturalizadas; policías corruptos les roban a los migrantes; funcionarios consulares acosan sexualmente a las hondureñas que buscan ayuda en Estados Unidos; y lo mismo pasa en la oficina del autoproclamado vicepresidente de Honduras, donde una mujer denunció a su sátiro particular, y nadie le hizo caso. Y hay hambre en todas partes. Todo está caro, y el pueblo gime porque los malvados... se ríen de su ingenuidad.

Hace muy poco, una legión de brujos y curanderos llegaron a Casa Presidencial para “limpiarla de malas vibras, para liberarla de malos espíritus y para sacar afuera demonios”, y todo esto, en un ritual de brujería digno de la Edad Media. Prefirieron brujos a los siervos del Dios. Y el mal solo atrae el mal. Y el dolor es mayor cada vez en el país...

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Allá, en Santa Bárbara, madres, hijas y viudas lloran desesperadamente la muerte atroz de sus seres queridos en una cárcel inhumana de México, porque en Honduras no hay oportunidades para bien vivir. Y en la colonia El Reparto, una anciana espera a que su hijo vuelva a casa desde hace seis meses.

Espera sentada en su silla de ruedas, más triste cada vez, porque su hijo, el que le daba todo lo que necesitaba, “se ha perdido misteriosamente”. Pero espera en vano. Su hijo, el hijo de su corazón, no volverá a su casa. Lo mataron los pandilleros porque el dueño del bus en el que trabajaba se tardó en pagarles la renta.

Tres tiros en la cabeza fueron suficientes. Quedó sobre el timón, bañado en sangre, porque su corazón se resistía a detenerse. Su cerebro quedó esparcido en el vidrio y en el asiento. Lo enterraron al día siguiente, pero a su madre anciana se la llevaron para otra casa, porque hubiera muerto con él si lo hubiera visto en su ataúd. Y allá, en San Pedro Sula, la Muerte se pasea como en un campo de batalla. Muerte en todas partes. Y ¡el ministro de Seguridad tiene que resolver este desastre en setenta y dos horas! Como si solo se tratara de envolver tamales, o de repetir consignas de izquierda jurásica con la inteligencia de las loras.

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Satanás

Las noticias en los medios de comunicación son cada vez más escalofriantes. Un hombre viola a un niño de cuatro años. Otro salvaje abusa de una menor de tres meses de edad. Un degenerado abusa sexualmente de su propia madre. Otro, viola varias veces a su propia abuela, y después la mata.

Y en una colonia de clase alta, un padre golpea a su hijo adolescente “para hacerlo hombre”, porque el niño le ha dicho que es gay... y que fue Dios quien lo hizo así. Pero, el macho de su padre no entiende estas razones, y lo golpea tanto que su hijo queda en coma, y lo sacan de Honduras en un avión ambulancia para “ver si pueden salvarle la vida en Estados Unidos”. “Aunque lo mejor es que se muera, porque prefiero tener diez hijas put... y no un hijo marica”.

Por supuesto, nadie persigue a este criminal. Es demasiado poderoso. Y, además, lo que él ha hecho es “tratar de corregir a su hijo”. Pero sus gritos de dolor claman justicia al cielo, de la misma forma en que los gritos desesperados de los que morían quemados en una jaula bestial en México llegan a los pies de Dios. De la misma forma en que los que han muerto masacrados en Honduras esperan justicia, una justicia nueva, con una Corte Suprema nueva, que tal vez esté al servicio del pueblo.

Sangre

Mañana se celebra el día en que el Hijo de Dios entró a Jerusalén en medio de los “¡Hosanas!”. Pero, en unos pocos días, esos gritos se convirtieron en “¡Crucifícale!”. Así empieza todo. Así termina todo. La gloria de un día desaparece pronto, y la desgracia cae como clavos de hierro que se clavan profundamente. Lástima grande que Honduras no termine todavía su viacrucis. Sigue en su camino al Calvario, en medio del llanto y de la desesperación. Las promesas se las lleva el viento.

Así ha sido siempre, y los pueblos vuelven a la realidad de cada día, en la que los muertos permanecen días enteros en las aguas de los ríos, sin que a nadie le importe; en la que centenares de hondureños desesperados escapan del país buscando una vida mejor en otras tierras, en las que solo encuentran dolor y muerte; una realidad que está a la vista de todos, pero que solo importa a algunos pocos, esto es, a los que la viven en carne propia. Los que tienen la responsabilidad de cambiar esta realidad siniestra para el bien de muchos siguen creyendo en brujos, siguen expulsando demonios que, tal vez, solo viven en sus propios corazones.

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Maldad

Sabemos bien que toda amistad con brujos y con hechiceros es enemistad con Dios. El amigo de los brujos sirve al mal; es siervo del demonio; es discípulo del maligno. Y sus acciones caen sobre su pueblo como maldición de siete plagas.

“¿Cuándo voy a volver a ver a mi muchachito?”

La anciana llora, y mira hacia el futuro con ojos grises, ya cansados. Y su muchachito hace tiempo que está en una tumba solitaria y fría.

“¡Dios, dame una señal de que mi hijo está vivo!”.

La mujer se destroza el pecho con sus lamentos. Y su hijo está muerto. Su hijo es un mártir más del “sueño americano”.

“¡Dios Santo, que no sea verdad!

”La esposa se tira de rodillas al suelo para rogar por la vida de su marido, que se fue para Estados Unidos porque no encontró una oportunidad de trabajo en Honduras. Pero el marido ya no respira. Se asfixió en un contenedor, allá, en una carretera solitaria, en Texas.

“¡Mamita, mamita; no me dejés sola! Levantáte de allí, mamita...!

”Pero la madre ya no escucha. Está tendida en su ataúd. Fue asesinada en una venganza sin sentido, motivada por la maldad que ha hecho nido en miles de corazones en Honduras. Y aunque el clamor de la niña llega a los pies de Dios, lo hecho, hecho está“.

¿Hasta dónde ha llegado la crueldad de estos asesinos? Esto es algo que no se había visto nunca...

”El oficial de policía cuenta los pedazos en que fue desmembrado el cuerpo de aquel hombre. Dedos en una grada. Una mano en otra. La cabeza, en un solar. Una pierna, más allá. El tronco, en una zacatera... Y el oficial, acostumbrado a ver cosas así, se estremece.

“Cuando las cosas están mal arriba, todo está mal abajo; y la Policía no puede evitar este tipo de crímenes... ¿Qué podemos hacer nosotros?

”Y mientras el oficial se limpia el sudor que inunda su frente, allá lejos, en La Mosquitia, en Colón y en las selvas profundas de Olancho, aterrizan avionetas cargadas de droga... “y millones y millones de dólares del narcotráfico se quedan en Tegucigalpa...”, para dolor del señor Piedra.

Tiempo

El mal crece en el corazón humano, y solo el corazón humano puede derrotarlo. En esta Semana Santa, en la que recordamos al que murió por nosotros, asesinado en una cruz, entre dos ladrones, reflexionemos sobre lo que podemos hacer nosotros para vencer al mal. Empecemos por hacer lo correcto. Seamos un buen ejemplo para nuestros hijos. Repudiemos a los que predican la división, la enemistad entre hermanos y la confrontación social. Aborrezcamos la política destructiva. Acerquémonos al que nos prometió que estaría con nosotros hasta el final de los días.

Y hagamos lo bueno, enseñando a hacer el bien. Roguemos porque nuestros hermanos que huyen de la miseria en Honduras no mueran en el camino de sangre que lleva hacia Estados Unidos. Compadezcámonos del dolor ajeno; compadezcámonos de la necesidad ajena. Allí, donde hay un ataúd con cuatro velas, hay dolor; compadezcámonos del que sufre, porque tarde o temprano nos ha de tocar a nosotros.

Allí, donde un niño necesita pan, donde un enfermo necesita de una medicina, donde un anciano necesita de una sonrisa; allí lleguemos nosotros, porque, bien se ha dicho que, cuando tu mal es viejo, el mío es nuevo, y nadie está libre de sufrir una desgracia... Y esto porque Honduras se ha convertido en el país de la sangre, en el país del dolor; en el país de la Muerte. Y es así porque, cuando la Mentira, como poderosa señora, domina en el país, lo que el pueblo debe esperar es dolor y sangre...

“¿Cuándo voy a volver a ver a mi muchachito?”

“¿Qué voy a hacer ahora que me mataron a mi marido?”

“¡Malditos! ¡Mil veces malditos los que me mataron a mi hijo!”

“Mientras los corruptos se llenan las bolsas con el dinero del pueblo, el pueblo sufre, se decepciona y se arrepiente...”

“¡Abran la puerta, por Dios Santo, que nos estamos quemando vivos!

”Y en la Historia, lejos en el tiempo, se escuchan estos versos de Ovidio:

“¿A dónde, a dónde vais, desventurados?”

¿Acabarán algún día estos tiempos de dolor y sangre? ¡Ojalá! Sin embargo, los escépticos creen que se acerca el día de poner, en todas las fronteras de Honduras, ésta horrible frase de Dante: “Los que entráis aquí, perded toda esperanza”.

Tal vez.