Tenazmente tolerante
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En Honduras, una virtud sumamente difícil de encontrar en casi todos nuestros gobernantes ha sido la de ser “tenazmente tolerantes a la crítica”; por lo general, los primeros mandatarios, una vez apoltronados, se consideran inmunes a todo tipo de señalamiento y a todo tipo de responsabilidad, por los actos abusivos que él o sus inmediatos colaboradores cometen en perjuicio de los intereses del pueblo, solo aceptan lisonjas. Ser “tenazmente tolerante a la crítica” no significa aceptar todo señalamiento que se le haga, su sentido de los valores debe permitirle distinguir entre la crítica constructiva de fuente calificada y aquella otra destructiva que se le haga particularmente sobre bases falsas, ofensivas o mal intencionadas.
Muchísimos son los ejemplos de errores cometidos por gobernantes en su terquedad por sostener posiciones o imponer decisiones cuyo fracaso era evidente. Aun cuando los gobernantes tienen la última palabra en toda decisión, están obligados a escuchar aquellos señalamientos que le advierten sobre la necesidad urgente de corregir el rumbo, respaldando su tesis con una evaluación seria, responsable y sensata de las repercusiones desfavorables o desastrosas en su caso. El gobernante, también, utilizando su mayor sentido de los valores, deberá sopesar estas recomendaciones aun cuando choquen contra aquellas otras propuestas por los inmortales “vampiros de la política”, que siempre logran merodear, por sus artes maléficas, en los círculos más cercanos a los mandatarios, llevándolos hasta el borde del precipicio y luego orillándoles a despeñarse; seguidamente vuelan campantes, inmunes, en búsqueda de otros gobernantes ingenuos y desprevenidos. Los vampiros nunca mueren.
La historia recoge muchísimos ejemplos de la intolerancia de mandatarios a esas críticas constructivas: Julio César, el emperador magnífico de Roma, desoyó la advertencia sobre los “Idus de Marzo” y fracasó asesinado por sus más “leales” senadores; Hitler, en su empecinamiento por avasallar a los rusos, como Napoleón lo hiciera muchos años antes, sacrificó miles de alemanes en las gélidas estepas rusas, congelados, sin municiones, alimentos o combustibles. El Exxon Valdez, gran petrolero que encalló en las costas de Alaska en 1989 derramando 37,000 toneladas de petróleo en el peor desastre ecológico, todo porque la soberbia del capitán le impidió aceptar las advertencias de su primer oficial que le previno sobre la cercanía de los riscos.
En reciente historia, el presidente Trump se empecinó en destruir políticamente a sus contrincantes, utilizando los métodos más truculentos y tratando de boicotear las elecciones abusando de su poder; su derrota fue catastrófica y hoy enfrenta cargos con peligro de llegar a ser condenado. Similares errores cometieron otros mandatarios en América Latina.
Todo gobernante debe ejercer con miras a desarrollar un régimen de prosperidad, armonía social y desarrollo humano indistintamente de colores políticos. Su “tolerancia a la crítica constructiva” será su mejor instrumento.