Budismo y ciencia
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Me atrae el budismo y por simples causas: no exige un dios, no pide hincarse ni rezar, menos adorar santos de palo. El hombre debe actuar correctamente por sí mismo y por la fuerza de la conciencia, no porque le van a premiar, tras morir, o sumirlo en un infierno. Y particularmente lo admiro por el principio de ética que imprime en cada una de sus enseñanzas y prácticas.
Para mayor maravilla llegó a mis manos el libro “El universo en un solo átomo”, del Dalai Lama (México, Debolsillo, 2011), valioso por cualquiera de sus temas: el encuentro del budismo con la ciencia, vacío, relatividad y física cuántica, el Big Bang, la evolución, el karma y el mundo de los seres sensibles, la conciencia, la ética y la nueva genética, la espiritualidad y la humanidad.
Comienza planteando: “La imagen extraordinariamente detallada del comportamiento de las partículas subatómicas en los niveles más pequeños imaginables me hace pensar en la enseñanza budista de la naturaleza dinámicamente transitoria de todas las cosas. El descubrimiento del genoma que compartimos pone de relieve la visión budista de la igualdad fundamental de todos los seres humanos”.
Para continuar reflexionando: “¿Qué lugar ocupa la ciencia en el marco global de los esfuerzos humanos? Lo ha investigado todo, desde la ameba más pequeña hasta el complejo sistema neurobiológico del ser humano, desde la creación del universo y la emergencia de la vida en la Tierra hasta la mismísima naturaleza de la materia y la energía.
La exploración científica de la realidad ha sido espectacular. No sólo ha revolucionado nuestros conocimientos sino que ha abierto nuevas avenidas para el saber. Ha empezado a abrir caminos en el complicado terreno de la conciencia, característica principal que nos convierte en seres sensibles.
La pregunta es si la ciencia puede proporcionarnos una imagen exhaustiva del espectro entero de la realidad y de la existencia humana”.El encuentro entre metafísica y ciencia es su mayor interrogación: “Según el paradigma científico, sólo el conocimiento derivado de los métodos estrictamente empíricos y sostenido por la observación, la inferencia y la verificación experimental se puede considerar válido.
Estos métodos se basan en la cuantificación, la medición, la posibilidad de repetición y la confirmación de terceros. Muchos aspectos de la realidad, al tiempo que algunos elementos cruciales de la existencia humana, como la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, la espiritualidad o la creatividad artística -cualidades altamente valoradas en el ser humano- quedan inevitablemente fuera del alcance de los métodos científicos.
El conocimiento científico en su estado actual no es completo. Creo que es esencial reconocer este hecho, así como los límites del conocimiento científico. Solo reconociendo esto podremos apreciar realmente la necesidad de integrar la ciencia en la totalidad de los conocimientos humanos.
De otra forma, nuestra concepción del mundo y de nuestra propia existencia quedará limitada a los hechos aducidos por la ciencia y dará lugar a una cosmovisión reduccionista, materialista e incluso nihilista”. Nadie que esté volcado a las ciencias o la espiritualidad debe dejar de leerlo.