Inma López: ‘Mi primer carro lo tuve aquí en Honduras’

Esta española llegó a escribir su historia sobre las tablas de la Casa del Teatro Memorias, su hogar en las artes escénicas...
Inma López destaca por un talento que es reconocido por sus fans y artistas del teatro y cine hondureño.

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Actriz

El calendario marcaba noviembre de 2007 y ese año Inma López vería correr el telón de la obra más importante de su vida...Llegó a Honduras proveniente de Colombia -a donde llegó tras cruzar el charco desde su natal España-, enamorada del teatro y de Tito Ochoa, y aquí comenzaría a escribir el guión de una vida a lo hondureño, en un escenario sobre el que ya lleva poco más de 14 años interpretando su papel más importante.

En Honduras ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en las artes escénicas, aquí se convirtió en esposa y madre, además aprendió a comer sopa de res y nacatamales. Y aquí también ha dignificado su trabajo como actriz.

Con su acento tenue del típico español, más acomodado a los dejes de cualquier tegucigalpense, Inma López, actriz de teatro y cine, es una hondureña más, y así lo confiesa con total franqueza.

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En la intimidad de su segundo hogar, la Casa del Teatro Memorias, en la avenida Paz Barahona del centro histórico de la capital, nos contó parte de su historia artística, sus anhelos y hasta sus gustos por la gastronomía hondureña. Con media vida en el corazón de Centroamérica, no tiene claro si algún día volverá a la tierra de Cervantes.

¿Cómo se dio, Inma, esa aventura de venir a Honduras, un país desconocido para usted?

La verdad es que fue por la bendita casualidad de encontrarme a Tito Ochoa -ahora su esposo y director de teatro- en Colombia, porque al primer país de Latinoamérica al que yo fui a caer fue Colombia, porque mi padre trabajaba allá.Ya en Bogotá conocí a Tito, comencé a trabajar con él, nos enamoramos y él me propuso venirnos a Honduras a crear un proyecto de vida y artístico, y ya llevo más de 12 años acá.

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Inma López es una de las actrices más queridas del público en la escena teatral de Tegus.

¿Qué pasó por su mente cuando Tito Ochoa le dijo: “Vámonos para Honduras”?

¡Pues... eh! A mí nada me tenía arraigada en Colombia, entonces me vine a la aventura, a querer conocer. Me pareció un país acogedor en el que podíamos desarrollar el proyecto. Hemos tenido muchos obstáculos y problemas que sobrellevar, pero también hemos tenido bastante apoyo.

¿Cuál fue esa primera impresión que tuvo de Honduras cuando empezó a relacionarse con la gente?

Me gustó mucho la gente que fui conociendo en el trayecto y que ahora son mis mejores amigos y compañeros de trabajo. Hay algunos que se han quedado en el camino, que se han salido del teatro, pero con quienes seguimos teniendo relación. Me gusta la vida aquí, a pesar de todo, fíjate (sonríe).

Honduras es visto como uno de los países más peligrosos, ¿al venir de Europa sabía a dónde venía?

No conocía realmente y si bien las cosas se empezaron a poner duras después de llegar aquí, porque vine en noviembre de 2007 y al año y medio siguiente se dio el golpe de Estado (junio de 2009), también aproveché para conocer el país en esa coyuntura, cuando pasó lo del golpe de Estado hicimos una gira por toda Honduras con la obra “El Generalito”.

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En “La posada de Mirandolina”, una de las primeras obras que protagonizó en esta tierra.

El hondureño no tiene como costumbre apreciar y asistir al teatro, ¿es difícil vivir del teatro en Honduras?

Es complicado, pero en todas partes del mundo lo es. Lo que hay que hacer entender a las autoridades es que al contrario de lo que la gente piensa, que los artistas siempre estamos pidiendo, nosotros ofrecemos trabajo, cultura, algo inmaterial que es el disfrute, la diversión; hay valores en el arte que nosotros hacemos y que contribuyen a la salud mental.

¿Se complica a veces el hecho de no tener un salario fijo en el teatro?

Claro. Nosotros nos movemos por proyectos, que siempre debes estar renovando cada uno o dos años. Entonces, claro, siempre hay una inseguridad, trabajas un proyecto y cuando se acaba ya no sabes qué va a pasar... siempre tenemos que estar viendo de dónde conseguimos los recursos, que muchas veces se quedan en la burocracia y no llegan a los productores.

¿Ha habido algún progreso en el gusto de la gente por venir al teatro?

Por supuesto que sí. Nosotros empezamos haciendo funciones gratuitas en el teatro Manuel Bonilla y venía la gente y todo aquello... hasta que empezamos a preguntarnos qué pasaría si comenzábamos a cobrar la entrada, a cobrar por nuestro trabajo. Empezamos a cobrar poco a poco. De esas 600 personas ya solo vinieron 150...

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“La loca de Chaillot”, en escena junto a su compañero Jean Navarro.

¿La falta de dinero es lo que limita a los amantes del teatro a asistir?

No sabemos si es por la falta de dinero en sí, porque nosotros estamos dando un espectáculo muy completo, a todo nivel, por 150 pesos; esto depende de cómo a la gente le gusta entretenerse o pasar su fin de semana. Acá (al teatro) viene gente de todos los estratos sociales, de fuera de Tegucigalpa, solo a ver la obra. Esto hace diez años que no pasaba.

¿Cómo es la vida de Inma en Tegucigalpa?

Me dedico mucho al teatro y cuando no estoy en el teatro quedo (de verme ) con mis amigas. Soy una persona bien sencilla, luego disfruto de mi familia, de mi hijo y de mi esposo, llevo una vida bien sencilla, sin mucha floritura.

Sabemos que tuvo su primer vehículo hasta que vino a Honduras. ¿Es cierto?

Soy de Granada y estudié en Málaga, ciudades en las que uno camina así que nunca tuve vehículo, apenas cogía el bus y siempre caminé muchísimo. Mi primer carro lo tuve aquí en Honduras por necesidad. Era un carrito así de segunda mano y lo tuve al siguiente año de tener a mi bebé, entre el 2013 y 2014. Es que si en Tegucigalpa no tienes carro se te hace muy complicado.

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“Te juro, Juana, que tengo ganas”, una de las comedias con las que ha cautivado al público.

¿Se le hizo difícil acostumbrarse al sazón de la comida catracha?

Ahí te voy a decir que sí. Pero dentro de todo hay muy buenas frutas aquí, he aprendido a comer cosas que antes no comía tanto.La comida original de aquí sí me gusta: la sopa de res, el plato típico me gusta también pero para el almuerzo y los tamales en Navidad. Y me gusta la sazón de la familia de Tito. Lo que sí no me gusta es la comida basura (chatarra).

¿En el corto plazo cómo visualiza la evolución del teatro en Honduras?

Yo creo que lo importante para nosotros es seguir fomentando la creación de públicos a través de la producción de obras de teatro. Poder hacer una vez al año un evento donde podamos ver el trabajo de los compañeros de la región como la Muestra Centroamericana de Teatro y seguir formando actores y actrices.

¿Existe egoísmo profesional entre los artistas del teatro hondureño?

Hombre, tenemos nuestras discrepancias. Cada artista tiene su forma de hacer y de pensar el teatro y lo que me parece es que aunque puedas tener discrepancias, respetarnos es un punto importante. El bloque teatrero en estos meses ha estado muy unido como nunca en la historia.

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Su vida en Europa fue de mucho provecho y diversión. Recuerda sus viajes a otros países.