Partido Liberal
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El Partido Liberal de Honduras, que fue la esencia pura de la democracia, de las grandes transformaciones nacionales, de pensamiento progresista, que creyó en el alto valor de la persona humana, en su inalienable capacidad de progreso y en su auténtica vocación de convivencia civilizada, hoy es el partido conservador recordado por un golpe de Estado y con miembros de una bancada que apoyó la salida de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih), que votó a favor de un polémico Código Penal, que defendió las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE) y que reconoció una junta directiva del Congreso Nacional ilegítima.
Controlado por lo que un día Rafael Ponce nominó como noveles e improvisados aspirantes a políticos, sin convicciones patrióticas, sin claridad de ideas, sin fe en las aspiraciones populares, sin carácter ni ejecutorias respetables de honestidad, de lucha cívica, que marchan a la deriva sobre el remanso del oportunismo, que hacen aspavientos de reproche contra la doctrina y el partido, llevándolo a lo que el doctor José Ángel Zúniga Huete dijo una vez, los únicos partidos que se anquilosan y se rezagan, muriendo por inanición y estancamiento, son aquellos que no nutren su ideario con la savia vivificante de los conceptos revolucionarios que imponen los nuevos tiempos, las nuevas necesidades y las nuevas formas de vida.
Corresponde ahora a sus nuevas generaciones rescatar el verdadero Partido Liberal -que contaba entre sus adalides con el general Francisco Morazán y el pensamiento de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa- para rejuvenecer su programa político, poniéndose al ritmo de cada época, con principios avanzados de reformas sociales y humanistas para prevenir su extinción y ser lo que fue antes.