¿Por qué el juego con riesgo es clave para el desarrollo infantil?

Los juegos infantiles que entrañan un riesgo físico moderado pueden ser positivos para la salud y el desarrollo integral de los niños

El “juego con riesgo” es cualquier forma de juego emocionante y estimulante, que para los niños implica una incertidumbre sobre el resultado del juego y existe la posibilidad de que sufran lesiones físicas, según explica la doctora Mariana Brussoni, profesora de pediatría en la Universidad de Columbia Británica.

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“Jugar al aire libre, con ciertos riesgos, es mucho más que una mera diversión”, dice la experta. “Pedalear cuesta abajo en bicicleta, trepar a un árbol, lanzarse al agua columpiándose en una cuerda o practicar esgrima con palos” son juegos en los que los niños superan sus propios límites, exploran lo que su cuerpo puede llegar a hacer y, finalmente, descubren muchas cosas por sí mismos”, apunta.

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El calificativo de “arriesgado” tiene connotaciones diferentes para cada niño, incluso para aquellos que tengan la misma edad y similar nivel de desarrollo, de acuerdo a Brussoni. “Hacer equilibrio sobre un tronco caído en el suelo puede considerarse un ‘juego con riesgo’ para un niño de dos años, pero no para otro con mucha experiencia en ese mismo juego”, añade.

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Brussoni considera que el juego con riesgo y al aire libre es beneficioso para la salud y el desarrollo general infantil, porque les brinda a los niños “oportunidades para mantenerse activos, explorar diversos movimientos corporales y fortalecer sus habilidades físicas”.

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El juego con riesgo ofrece beneficios emocionales, sociales y cognitivos, como ayudar a los pequeños a superar sus miedos, desarrollar habilidades de pensamiento crítico y acostumbrarse a afrontar situaciones difíciles de forma independiente.

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El juego con riesgo es considerado como una forma de ayudar a prevenir y controlar los problemas de salud en los niños, como la obesidad, la ansiedad y los problemas de comportamiento.

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Hay que diferenciar “riesgo” de “peligro”, y tener presente que sus beneficios, riesgos y matices pueden variar según la etapa de desarrollo, la capacidad y el contexto social y médico de cada niño.

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Los padres pueden fomentar en sus hijos el juego con riesgo teniendo en cuenta tres ingredientes clave: tiempo, espacio y libertad. "Ofrecer un espacio estimulante no significa llevar a los niños a un parque infantil nuevo y sofisticado con juegos fijos, sino brindarles un espacio interesante donde puedan explorar”, dice la experta.

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Recuerde que ser buenos padres implica mantener seguros a los hijos, pero el exceso de protección, motivado por las propias preocupaciones, puede poner límites que interfieren con su desarrollo saludable.

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Brussoni aconseja a los padres contar hasta 17 segundos antes de intervenir, para evaluar si es realmente necesario, ya que muchas veces los niños pueden resolver la situación por sí mismos. Lo más importante es tomar distancia. Darle a su hijo la libertad de que juegue como quiera. Cuando los niños pueden arriesgarse, desarrollan habilidades cruciales para su futuro.

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