Crímenes

La herencia de la discordia (II parte)

A veces, cuando la ambición nos lleva demasiado lejos, termina lanzándonos a un abismo
12.11.2016

SERIE 2/2

Este relato narra un caso real.
Se han cambiado algunos nombres a petición de las fuentes.

LEA: La herencia de la discordia (I parte)

DPI
El agente de la sección de delitos financieros de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) se puso de pie de un salto para saludar marcialmente al oficial que se acercó a nosotros luego de entrar al restaurante.
“Mi subcomisario está a cargo de la investigación de la muerte de doña Blanca” –me dijo el detective, presentándonos, aunque ya nos conocíamos.

“¿Qué hay que investigar sobre la muerte de la señora? –pregunté–. Si murió fue a causa del derrame cerebral y del cáncer… ¿O no?”

El oficial hizo una pausa antes de responder.

“Pues… no –Exclamó–. Tenemos indicios claros de que alguien aceleró la muerte de la señora…”

“Eso hay que demostrarlo” –repliqué.

“Es lo que vamos a hacer” –respondió el subcomisario.

“Pero la señora lleva muerta mucho tiempo…”

“Eso no importa… El fiscal va a pedir la exhumación del cuerpo y creo que con la asistencia de un forense especializado y verdaderamente confiable, vamos a obtener las evidencias científicas que confirmen ciertas declaraciones”.

“¿A qué declaraciones se refiere?”

“Carmilla –dijo el oficial–, tenemos un testigo protegido…”

Hizo una pausa, le puso azúcar al café que acababan de servirle, y añadió, levantando la mirada, en la que se notaba una seguridad que generaba confianza.

“Como usted sabe –dijo–, la señora estuvo algún tiempo en cama, y más después del derrame cerebral… No hablaba, no se movía, no escuchaba y no veía; era prácticamente un vegetal, pero había algo extraño en ella, no se moría, es decir, las enfermedades no la mataban y, al decir de algunos médicos confiables, la señora podía durar lo mismo un año que un día, aunque ellos apostaban que doña Blanca duraría más tiempo del que podíamos imaginar en aquellas condiciones, sin embargo, se murió de repente, y lo que más nos hace sospechar, es que la muerte le vino después de que los familiares que supuestamente la cuidaban le cambiaron a la enfermera que la había asistido por mucho tiempo y le pusieron dos enfermeras nuevas, dos mujeres que no duraron mucho en el trabajo porque la señora se les murió de repente, como le dije antes…”

Siguió a este discurso una pausa larga. Las tazas de café se vaciaron hasta la mitad.

“Pero, si la señora murió, es porque tenía que morir en cualquier momento… ¿Qué puede haber de sospechoso en esto?”

Mi pregunta quedó en el aire.

“Pues, eso es precisamente lo sospechoso –respondió el oficial de la sección de delitos contra la vida de la DPI–; y es más sospechoso todavía que no le hayan hecho la autopsia como debió ser… Dos exámenes no se realizaron en la morgue, el toxicológico y el de asfixia… Sabemos que la señora tenía muerte cerebral, pero respiraba y era alimentada por una sonda. Creemos que en la exhumación vamos a encontrar signos comunes en la muerte por asfixia…”

“¿Aunque haya pasado mucho tiempo desde la muerte?”

“Sí… Aunque haya pasado mucho tiempo. Hay algunos signos que un buen forense puede identificar como producidos por asfixia…”

“¿Y si ya no hay carne, si solo quedan los puros huesos?”

El oficial sonrió.

“Quedan restos de médula ósea en el interior de los huesos”.

“Me parece fantástico”.

“La realidad supera a la ficción, Carmilla, y lo que el Ministerio Público quiere es tener las pruebas científicas para confirmar las declaraciones del testigo protegido y presentar requerimiento fiscal por el asesinato de doña Blanca Esther Gómez Paredes…”

El oficial dijo estas últimas palabras con tono triunfal.

“¿Quiénes son los sospechosos?”

“Usted ya lo sabe”.

“Me parece increíble”.

“Me sorprende que usted diga eso, Carmilla, si ha estado en este ambiente de crímenes y conspiraciones delictivas por años y debe saber muy bien que hay gente es capaz de hacer de todo por dinero…”
“¿Cómo simular que doña Blanca firmó el testamento??

“Por ejemplo…”

CASO. ¿Hasta dónde llegaría aquel caso? ¿Seguirían confrontados los hermanos de doña Blanca Esther por la fortuna que dejó a su muerte? ¿Qué papel le tocaba ahora al Ministerio Público después de que un testigo se ofreciera a “aclarar algunas cosas sobre la muerte y el testamento de la señora, pero a cambio de que se le protegiera realmente y no se le encauzara como partícipe de aquella ingeniosa conspiración?

“El Ministerio Público persigue el delito en nombre del Estado y de la sociedad –dice el fiscal–, y este caso es particular porque quedó más que demostrado en un juicio en el juzgado de lo civil de San Pedro Sula, que la señora jamás pudo firma por su propia mano el testamento ya que tenía muerte cerebral y, por lo tanto, era un vegetal que no hablaba, no razonaba, o sea que carecía por completo de sus facultades físicas y mentales, y aun así, varios de sus hermanos y un sobrino salen con un testamento firmado después de que el derrame cerebral dejara a la señora como un vegetal. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Un acto criminal? ¡Por supuesto! Y es deber del Ministerio Público llegar hasta el final, y más ahora que tenemos declaraciones de un testigo de que a la señora le apuraron la muerte”.

Denis Castro
El doctor Denis Armando Castro Bobadilla, médico, forense, abogado y criminalista, se puso de pie para dirigirse al juez Allan García.

Vestía con pulcritud un traje negro y llevaba sobre la cabeza el kipá judío que le daba a su personalidad un aire de misticismo y de misterio. Intervenía por primera vez en el juicio y actuaba en su condición de perito forense privado de la parte oponente.

“Con la venia de Su Señoría –dijo– y con la ayuda de la tecnología, voy a demostrar que la señora Blanca Esther Gómez Paredes era incompetente física y mentalmente desde el día 4 de julio de 2014, fecha en que sufrió el derrame cerebral y el infarto al miocardio, hasta el momento de su muerte, la medianoche del 26 de abril de 2015… se detuvo por un momento y agregó, haciendo aparecer en la pantalla del data show varias imágenes: este es el hemisferio izquierdo del cerebro de la señora Gómez Paredes”, agregó, señalando la imagen con una punta láser.

Siguió a esto un momento de silencio. La expectativa se apoderó de la sala.

“Como vemos en estas tomografías”, siguió diciendo el doctor Castro, el hemisferio izquierdo del cerebro está infartado; este color achocolatado nos indica que está muerto y, por lo tanto, no tiene ninguna función, ¡ni la tendrá jamás!

Hizo una pausa, como si quisiera que sus palabras fueran digeridas más despacio por los presentes. Luego prosiguió:

“Esta parte del cerebro está en estas condiciones desde el día 4 de julio de 2014, día en el que doña Blanca sufrió el derrame cerebral y el infarto al miocardio. Sabemos que ambos hemisferios del cerebro son complementarias entre sí, sin embargo, es el hemisferio izquierdo el que controla las funciones del habla, de la escritura, de los números, de la lógica y la parte motriz del cuerpo”.
Hizo otra pausa, esta vez, una pausa teatral.

“Y, repito –añadió–, el hemisferio izquierdo del cerebro de doña Blanca se infartó, o, mejor dicho de otra manera y para que sea mejor comprendido, el hemisferio izquierdo del cerebro de doña Blanca Esther Gómez Paredes murió el 4 de julio de 2014… Murió”.

El juez se movió inquieto en su silla. El doctor Castro agregó:

“Tengo aquí mil imágenes que muestran cada milímetro del hemisferio izquierdo del cerebro de la señora,

imágenes que demuestran que esta parte del cerebro está muerta; insisto en esto para ilustrar mejor al tribunal. Desde el 4 de julio de 2014, la señora quedó como un vegetal, no recobró jamás la conciencia, no dijo una sola palabra y mucho menos se movió o se levantó de su cama para realizar algún tipo de actividad, como firmar un poder y dictar un testamento, por ejemplo”.

Autopsia
“En el informe de la autopsia de doña Blanca añadió el doctor Castro, informe fechado el 27 de abril de 2015, y al cual hizo referencia el abogado defensor, la médico autopsiante, doctora Célea Nohemy García, no solo detalla la causa de muerte al referirse al cáncer de pulmón, sino que, entre otras cosas, menciona el evento vascular cerebral antiguo que se produjo cuando repentinamente el flujo sanguíneo dejó de irrigar el hemisferio izquierdo del cerebro, infartándolo y, por supuesto, inutilizándolo para siempre, matándolo, si se me permite usar este término para mejor ejemplificar el daño causado, ya que en el Hospital del Valle de San Pedro Sula, por más esfuerzos que hicieron los médicos, no se logró restituir el flujo sanguíneo a esa parte del cerebro de doña Blanca”.

El doctor hizo otra pausa.

“Es, por tanto, imposible, señor juez agregó, que doña Blanca, después del día 4 de julio de 2014 tuviera actividad mental o física o que la recuperara en algún momento antes de la medianoche del domingo 26 de abril de 2015 cuando murió. No pudo hablar, no pudo caminar, no pudo comer… era un vegetal”.

El juez no dijo nada.

“Es importante destacar un detalle, Señoría, dijo el doctor Castro, y es que doña Blanca Esther era diestra, o sea que usaba la mano derecha para todos sus actos, y sabemos que no era ambidextra, y en las fotografías en las que se le ve firmando el testamento, la con el lápiz en la mano izquierda, y si notamos otro detalle en la fotografías vemos que doña Blanca ni siquiera mira el papel en el que supuestamente está firmando sencillamente porque no tiene control de sus habilidades físicas y mentales. Y, para finalizar, señor juez, ¿cómo fue posible esa milagrosa recuperación el día martes 13 de enero de 2015, solo para firmar un poder y un testamento, y dictar cada detalle de sus propiedades al notario y luego volver a la cama de enferma con el cerebro infartado, aparte del daño por el paro cardíaco, del cáncer de hígado, del cáncer de tiroides, del cáncer de pulmón y de mediastino? Neurológicamente esto es imposible, físicamente es imposible, mentalmente es imposible”.

Decisión
La voz que se escuchó en el tribunal fue clara, aunque pesada y firme. Estaban terminando de leer la sentencia definitiva en el caso del testamento de doña Blanca.

“Como parte demandada –dijo la voz, sin ninguna inflexión–, a los señores Aparicio Gómez Paredes, Pedro Josué Osorto Gómez, Róger Jerónimo Osorto Gómez, José Enrique Gómez Paredes y Enrique Mauricio Gómez Tejada, se les hace saber que en consecuencia, se decreta de oficio la nulidad absoluta del testamento solemne abierto otorgado a favor ustedes, los anteriormente mencionados, y se les condena al pago de las costas del presente juicio como parte demandada”. Hubo un rumor siniestro en la sala. Se escucharon palabras obscenas y algunas maldiciones.

“Apelaremos esa decisión”.

“Están en su derecho”.

La voz que acababa de leer la sentencia, agregó:
“Si dentro de término legal no se interpone recurso alguno contra el presente fallo, este quedará firme”.
“Vamos a apelar” –repitió alguien, en medio del barullo que llenaba la sala.

Derecho
Y la parte demandada interpuso la apelación, sin embargo, eso no ha sido todo: En la corte de apelaciones de San Pedro Sula se ha amonestado al juez que dictó sentencia y en opinión del fiscal que está al tanto del caso “hay mano peluda detrás de esta decisión” ya que la sentencia está apegada a derecho y lo que procede según la ley es la apelación. Lo más grave es que se dice, y hay quienes están dispuestos a jurarlo delante de un juez competente, que “hay quienes están regando dinero para que la sentencia del juez Alan García sea echada a la basura y se realice un nuevo juicio”. Pero esto no se queda aquí: Hasta la Embajada de Estados Unidos ha llegado este caso y Transparencia Internacional y la Asociación para una Sociedad más Justa están interviniendo…

Lo que sí está claro es que doña Blanca jamás dictó el testamento y que nunca lo firmó, sencillamente, porque no estaba en capacidad ni física ni mental para hacerlo. Era un vegetal el día en que supuestamente lo firmó.

“¿Y la muerte de la señora?”

“Carmilla, la muerte de doña Blanca fue provocada… Lo vamos a probar…”

“¿Será posible?”

“Estamos cerca de hacerlo, y entonces, los asesinos irán a la cárcel por muchísimos años…”

“¿Y la herencia?”

“Bueno, los supuestos herederos sacaron el dinero de los bancos, vendieron el ganado, las propiedades, e hicieron muchas cosas más que son un delito… Ahora le toca al Ministerio Público y a la DPI…”

Hizo una pausa.

“Vaya buscándole título al caso –dijo–. ¿Qué le parece: “Así mataron a doña Blanca Gómez”?

“Vamos a ver… Hasta que no esté probado el crimen, no habrá caso…”

El oficial sonrió.