Honduras

Honduras: Exbolsones claman por más atención del gobierno

10.09.2017

Tegucigalpa, Honduras
Este lunes 11 de septiembre de 2017 se cumplen 25 años, un cuarto de siglo, desde que la Corte Internacional de Justicia de La Haya ratificara a favor de Honduras el 69% de los territorios que exigía como propios El Salvador.

Fue el 11 de septiembre de 1992 cuando el máximo órgano de justicia internacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) resolvió el conflicto fronterizo entre ambos países, el cual ha sido respetado durante todo este tiempo.

EL HERALDO llegó a los seis exbolsones: Nahuaterique y Dolores, ubicados en el departamento de La Paz; Sazalapa-La Virtud en Lempira, así como Tepangüisir y Cayaguanca en Ocotepeque y Goascorán en Valle, donde sus pobladores se sienten hondureños, pero añoran más atención de las autoridades.

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Nahuaterique

En la mente de los pobladores de Nahuaterique todavía perduran los recuerdos de la guerra de 1969 entre Honduras y El Salvador, así como los efectos de la guerrilla de los años 80, pero sobre todo el 11 de septiembre del año 92 del siglo pasado, cuando se dieron cuenta que su nacionalidad estaba definida como hondureña.

Este exbolsón es el más grande de los seis en disputa, con 128.03 kilómetros cuadrados a favor de Honduras, donde la mayoría de sus pobladores eran salvadoreños, pero con el paso de los años han asimilado que son catrachos por nacimiento.

Para llegar a Nahuaterique se recorren más de 40 kilómetros desde Marcala, La Paz, en un recorrido que en carro particular se hace en una hora, por una carretera que por 24 años estuvo abandonada.

Hasta ahora la Secretaría de Infraestructura y Servicios Públicos (Insep), por medio del Fondo Vial, la arregló, pero debido a las lluvias se está deteriorando nuevamente.

A medida se avanza se descubre la riqueza natural de este territorio, rodeado de pinares encumbrados en montañas y parcelas donde florecen las matas de maíz como la principal fuente de alimentación de los pobladores.

En el desvío hacia El Zancudo, una de las comunidades del ex bolsón, Eliseo Sánchez, un hombre con rasgos lencas, a punta de azadón labraba la tierra, labor que le permite ganarse 110 lempiras al día para mantener a sus dos hijos y su esposa, de origen salvadoreño.

En ese mismo sector, a la orilla de la calle, en una pequeña vivienda de adobe, vive María Santos Martínez, una madre de cinco niños, cuatro de un padre hondureño que la abandonó y el último de 22 meses, que procreó con un salvadoreño que conoció cuando cruzaba la frontera en busca de unos cuantos dólares para poder comer.

Mientras su vástago con la carita sucia y vestido con lo poco que tiene jugaba con una guitarra plástica, la señora comentó a EL HERALDO que para poder darles de comer lava ropa ajena y se gana 50 lempiras, pero hay días que no enciende el fuego porque no hay nada para cocinar.

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Sacrificio
Más adelante, en una cancha de verde pasto, en la comunidad de La Galera jugaban entusiasmados un partido de fútbol los alumnos del Centro Básico José Trinidad Cabañas y el árbitro era el maestro Mauricio Bautista.

Aquí los maestros hacen todo lo posible para inculcarles a los niños el amor por la patria, enseñándoles los símbolos y héroes de Honduras, pero no resulta fácil ya que el apoyo para poder desarrollar el trabajo lo reciben de las autoridades salvadoreñas, en especial de las alcaldías del departamento de Morazán, El Salvador.

1992

año en el que
La Haya le ratificó
a Honduras seis
bolsones.

En el centro de la comunidad de El Zancudo se encuentra la Oficina de la Comisión de Demarcación y Seguimiento de Fronteras y Límites de la Secretaría de Derechos Humanos, Justicia, Gobernación y Descentralización (SDHJGD).

La Comisión está conformada por cinco funcionarios del gobierno y funciona en una vivienda construida como parte de un proyecto entre la Unión Europea y Honduras.

Tienen un vehículo para movilizarse, pero no cuentan con computadoras ni internet, los informes los hacen a mano o por whatsapp.

Esta comisión, liderada por el ingeniero Rodolfo Bulnes, junto a la Secretaría de Relaciones Exteriores y las Fuerzas Armadas (FF AA), ha logrado ejercer soberanía y mantener viva la identidad nacional en la zona.

Informes de los líderes comunitarios revelan que en Nahuaterique solo el 30% de la población tiene acceso al agua potable, que proviene de una fuente conocida como Palo Blanco, y el 70% tiene que recoger el agua de vertientes y pequeños pozos en los alrededores.

La luz eléctrica solo le llega a un 10 o 20% del total de las viviendas, porque no todos tienen la capacidad de pagar por este servicios, no hay alcantarillado y en infraestructura están completamente abandonados por las autoridades de ambos países, el empleo es nulo y algunos sobreviven de las remesas que sus familiares les envían de Estados Unidos.

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Convenio

“Después del fallo que se dio el 11 de septiembre de 1992 hubo un tiempo que estuvimos abandonados porque ambos gobiernos no nos tomaban en cuenta”, manifestó Daisy Gómez, una líder comunitaria de El Zancudo.

Reseñó que mediante el Convenio sobre Nacionalidad y Derechos Adquiridos de 1998 ahora pueden tener doble nacionalidad, portando así el Documento Único de Identificación (DUI) de El Salvador y la tarjeta de identidad hondureña, que no todos la tienen porque el Registro Nacional de las Personas (RNP) no ha logrado identificarlos.

Al adentrase al centro de Nahuaterique pareciera que se llega a un pueblo fantasma, donde las calles de acceso se asemejan a caminos de herradura y los pobladores apenas se asoman por las ventanas para ver quién los visita.

“Bienvenidos a Nahuaterique, futuro municipio”, reza una manta colocada a la entrada principal, como parte del recién proceso de consulta realizado por un grupo de pobladores que midieron la aceptación de la población sobre este tema.


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