Opinión

¿Barrios y colonias más seguros?

Como en Honduras todavía no existe una verdadera política de seguridad y el gobierno, ante el agravamiento del problema solo pone parches aquí y allá, más con el propósito de aparentar que está haciendo algo que con el de buscar una auténtica solución, la población se ha visto obligada a encerrarse con muros, barrotes, alambre concertina (que antes era de exclusivo uso militar), alarmas y otros, haciendo de sus casas verdaderas cárceles, a fin de evitar la acción de los delincuentes.

Pero en los últimos años ya no solo las casas sino las colonias enteras son convertidas en inexpugnables fortines. Se comenzó en zonas de alta plusvalía, algunas ya diseñadas especialmente para restringir el ingreso a las mismas, con vigilancia privada.

Pero, recientemente, el fenómeno se convirtió en una verdadera epidemia que incluso, en el caso de Tegucigalpa y Comayagüela, llegó a ser promovida por la propia alcaldía capitalina con su proyecto “Colonias y Barrios más Seguros”.

Al principio la decisión de cerrar áreas residenciales era tomada por todos los vecinos, pero en la medida en que fueron creciendo exponencialmente, en algunos lugares se han ido cometiendo abusos tanto por parte de las directivas como de las propias empresas de seguridad que también han proliferado como hongos y acrecentado ostensiblemente sus negocios. Muchos no cuentan ni con el visto bueno de la AMDC y ni siquiera de todos los vecinos, algunos de los cuales se niegan a pagar, empeorando el clima de enfrentamiento.

De hecho, en muchas colonias, esto ya ha sido motivo de violencia, incluyendo muertes, como ocurrió la semana pasada en residencial El Trapiche, cuando un guardia de seguridad mató de un escopetazo a un técnico en computación a quien se le impedía el ingreso para recoger unas máquinas tragamonedas en el sector a las que daba mantenimiento.

Por lo pronto es importante que se ponga orden en el cierre de algunas zonas residenciales en la capital, a fin de respetar el derecho de libre circulación y el de los vecinos que estuvieran en contra de tal medida, y para que esto tampoco contribuya a empeorar los problemas viales que ya sufren las ciudades gemelas.

De lo contrario, estaríamos ante uno de esos casos en que los paños tibios o placebos aplicados, resultan igual o más peligrosos que la misma enfermedad.