A estas alturas del siglo XXI, nadie debería poner en duda que la tecnología se ha convertido en el motor principal de la economía global. Una realidad que se demuestra diariamente con la transformación radical de cualquier entorno productivo, y también de consumo, que favorece.
No obstante, y como cabe esperar, este avance no ha sido homogéneo en todas las regiones del planeta tierra. En un mundo en eterna competencia, no son pocas las regiones en las que el acceso desigual a la tecnología ha ampliado aún más las diferencias económicas ya existentes, repercutiendo, por tanto, en la creación de una brecha tecnológica que afecta al desarrollo y al bienestar social en estas comunidades.
Por qué la brecha tecnológica persiste
Con este concepto se está haciendo referencia a las diferencias existentes en el acceso, uso y aprovechamiento de la tecnología entre distintos grupos sociales, económicos y geográficos. En las economías desarrolladas, la conectividad a internet de alta velocidad, la automatización y el acceso a dispositivos avanzados es lo habitual. Por el contrario, en regiones menos desarrolladas y poco favorecidas económicamente, estas herramientas permanecen como un lujo al alcance de una minoría de afortunados.
Es de esperar que el resultado de esta disparidad también limite las oportunidades educativas, formativas y laborales, reduciendo, por tanto, la competitividad económica de los propios países. En un mundo en el que el comercio, la educación y hasta los servicios básicos se digitalizan, estar desconectado significa quedar relegado y, por tanto, empobrecido.
La educación financiera en el contexto del comercio digital
Este problema también afecta de manera notable a la capacidad de las personas para participar en actividades económicas que requieren de algún tipo de conocimiento tecnológico avanzado. Por ejemplo, entender qué es el trading de CFD, un tipo de operación financiera que permite especular sobre los precios de activos sin poseerlos. Sin embargo, esta actividad, como tantas otras en el ámbito digital, requiere del acceso a internet y la posesión y manejo de los dispositivos adecuados, además de formación y educación financiera por el riesgo que conlleva.
Impacto económico de la brecha tecnológica
Queda claro, por tanto, que un acceso complicado a la tecnología en una región determinada va a perpetuar las desigualdades económicas existentes. Valga como ejemplo las pequeñas empresas que no vayan a implementar soluciones digitales, que con seguridad enfrentarán mayores dificultades para competir con grandes corporaciones que utilizan herramientas de automatización y análisis de datos. Del mismo modo, a nivel individual, la falta de habilidades tecnológicas reducirá las oportunidades laborales, especialmente en sectores de rápido crecimiento como la programación, la ciberseguridad o la inteligencia artificial.
La digitalización del sistema financiero es otro factor que amplifica esta brecha de forma acelerada. Servicios como las billeteras electrónicas, las plataformas de comercio electrónico o incluso el acceso a instrumentos financieros más complejos están reservados exclusivamente para aquellos que cuenten con la suficiente infraestructura tecnológica.
La fórmula para minimizar las distancias tecnológicas entre países
Acercarse a este objetivo va a requerir un enfoque integral que logre combinar, de forma acertada, políticas públicas, inversión privada y educación.
Inversión en infraestructura digital
Los gobiernos y las empresas deberán priorizar la expansión de la conectividad a internet en áreas rurales y marginadas.
Educación y formación tecnológica
También será fundamental invertir en la alfabetización digital, queda demostrado que las habilidades tecnológicas mejoran las oportunidades laborales, al tiempo que permiten a los individuos participar activamente en la economía digital.
El acceso posible a los dispositivos
Iniciativas para reducir el costo de dispositivos, como laptops y smartphones, también marcarán una gran diferencia, unos objetivos que podrían alcanzarse utilizando modelos de financiación accesibles o donaciones de tecnología.
La promoción de la inclusión digital
Haciendo uso de programas que acerquen el aprendizaje y las herramientas digitales a comunidades desfavorecidas, las empresas tecnológicas contribuyen de forma sustancial a cerrar la temida brecha.
Una solución integral para un problema global
Para finalizar este breve artículo, hay que incidir en que la reducción de este problema, la brecha tecnológica, va más allá de un desafío ético y moral, se trata, y así se asume en la comunidad internacional, de una necesidad económica de primer nivel y muy urgente.
El acceso equitativo e igualitario a la tecnología logrará estimular el crecimiento económico, fomentar la innovación y reducir las desigualdades sociales allá donde se implementen. Se trata de una actividad que beneficiará a las comunidades más vulnerables, y también a las economías globales que dependen de mercados más integrados y participativos.
En definitiva, cerrar la brecha tecnológica requiere de un notable esfuerzo que debe involucrar a todos los sectores de la sociedad. Cada acción, desde expandir la conectividad hasta educar en herramientas digitales, acorta las distancias hacia ese mundo más equitativo y económicamente inclusivo que se anhela. En un siglo definido por la tecnología, garantizar que nadie se quede atrás en esta área es más que un objetivo, es una responsabilidad compartida.