Tegucigalpa

Enrique López: La travesía de un guerrero de duras batallas y fe inagotable

Una descarga eléctrica potencialmente mortal lo dejó sin sus dos brazos y una pierna, pero de esta tragedia surgió un hombre cuya historia inspira, motiva y revive esperanza en muchos. Aportemos un granito de arena para cambiarle la vida a este hondureño

08.06.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Historia 1/5 - Todo ocurrió la mañana del 24 de octubre de 2014. Fue un día de cielos despejados y en plena faena cuando desde muy temprano Enrique López Osorto, un humilde albañil, realizaba la construcción de una viga canal en una residencia de esta capital, y de pronto un accidente laboral lo dejó sin sus dos brazos y una pierna por una descarga eléctrica que le cambió su vida por completo a él y a su familia.

Después de conversar por unos minutos con don Enrique, fue imposible no contagiarse de su optimismo y deseo de superación. A pesar de su dura realidad, comparte su experiencia para ayudar a otros y fue así como con EL HERALDO recuerda aquel día gris que nubló sus sueños hace seis años durante una jornada laboral.

Y mientras él nos compartía un mensaje de motivación con fuerte contenido espiritual, de pronto todos guardamos silencio y su mirada elevó al cielo con un profundo suspiro que le inyectaba las fuerzas para hablar sin dejarse vencer por el llanto y el dolor...

Una dura batalla

Lucha firme-Doloroso proceso

El próximo 24 de octubre se cumplen seis años de este trágico incidente en la vida de don Enrique, las secuelas emocionales y heridas siguen en proceso de sanar, hoy él clama ayuda para superar este doloroso proceso.

Foto: El Heraldo

Los días transcurren y hay momentos muy duros en los que don Enrique intenta borrar de su mente la pesadilla que marcó su vida. (Foto: David Romero/ EL HERALDO).

El 24 de octubre 2014

Comenzó la dura batalla de don Enrique


“Fue construyendo una casa en Altos de Toncontín, pegado donde era el FHIS, atrás del aeropuerto, yo estaba construyendo una tercera planta una viga canal... y metí la primera varilla y me cercioré que la viga estaba largo porque Dios estaba conmigo y él me dio el talento para trabajar, el cable me haló la varilla porque yo solo me acerqué treinta centímetros de la pared para acá y el cable tenía metro y medio de distancia de la pared y él halo el cable y quedé pegado”, fueron sus primeras confesiones interrumpidas por su voz entrecortada al recordar su mayor pesadilla.

“Mi ayudante me agarró con una pala y me la puso en la cintura y me haló, de pronto me caí a un lado, a la orilla de la casa, y él me agarró de la bolsa del pantalón y me suspendió y me puso en la loza, yo recuperé el conocimiento ahí acostado en la loza”, recuerda al reconstruir minuto a minuto aquel momento potencialmente mortal que al evocarlo lo deja con un nudo en la garganta. Desde ese momento su vida dio un giro inesperado. Una extraña mezcla entre la realidad y su estado inconsciente le permitió abrir sus ojos y verse rodeado de paramédicos.

“Yo estaba arriba y abajo atado de pies y manos, y el maestro que había contratado me estaba sobando la cabeza y me decía: Don Enrique, no se preocupe que todo va a salir bien... y yo estaba bien, soy un hombre fuerte y los que me conocen saben que soy un hombre trabajador, que nunca me he acobardado a ningún trabajo, yo le dije: Yo estoy bien, pero aún no me veía lo que me había pasado”, recordó.

Foto: El Heraldo

Don Enrique perdió sus dos brazos y una pierna, pero no sus fuerzas para luchar y salir adelante.


Pero el capítulo más doloroso de la tragedia estaba por comenzar, López aún no tenía noción de lo que le esperaba y fue cuando minutos después perdió el conocimiento. “Me desmayé, escuché la ambulancia y de ahí me desperté hasta llegar al hospital y levanté mis brazos y mire la realidad de lo que hoy les estoy contando”, de inmediato el impacto emocional de esta confesión afloró con toda su fuerza el llanto inevitable, al recordar cuando por primera vez se vio destruidas sus extremidades. “Estaba destruido del codo para abajo, mis dos bracitos, las manitos cerraditas y la pierna destruida rajada en cuatro partes, se veía seco todo aquello”, expresó el maestro de la albañilería mientras las lágrimas no paraban de rodar en sus mejillas...


¿Y ahora que voy a hacer?
Al verse su cuerpo parcialmente destruido, don Enrique aún no asimilaba las consecuencias de aquel fatídico accidente y la incertidumbre de su futuro comenzó a acecharlo con muchas preguntas que todavía no tienen respuesta, ¿y ahora cómo voy a alimentar a mi esposa?, ¿cómo voy a pagar los estudios de mi hija?, ¿y ahora de qué voy a vivir?

Hoy a casi seis años de aquel fatal acontecimiento, este héroe reconoce que no ha sido fácil salir adelante a pesar de las adversidades ya que asegura que en todo este tiempo la gracia de Dios lo ha sostenido, aunque reconoce que su sigue batallando con las secuelas emocionales que esta pesadilla dejó en su vida.

Foto: El Heraldo

Enrique López Osorto aún está en proceso de asimilar su dura realidad. A diario su reto es automotivarse.
'Hoy mi lucha es emocional, estar bien y poderle transmitir esa paz a los demás, que tengan paz y que crean en la palabra, porque es lo que vale en este mundo porque yo no soy nadie, es la palabra porque es eficaz, es viva' recalca López.

Aunque asegura que su recuperación emocional sigue en proceso, don Enrique lucha a diario para cargar su cruz que tras sobrevivir a esta descarga eléctrica que lo dejó sin sus brazos y una pierna, pero que lejos de truncarle sus anhelos e ilusiones, este proceso lo impulsa a seguir de pie con su planes, a no rendirse y caminar por la vida hasta descubrir su propósito y compartir su testimonio para ayudar a que otros no se den por vencido.

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Foto: El Heraldo

Durante el momento de su confesión, las lágrimas fueron evidentes... el dolor e impotencia aún siguen latentes.
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