Salud y Belleza

Niños: sin pánico a las vacunas

Aunque las recomendaciones no eliminarán el dolor en su totalidad, los padres pueden hacer que la vacunación no sea una experiencia estresante para los menores
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26.11.2018

Tegucigalpa, Honduras
Más allá del recelo infundido por los antivacunas, el temor a las agujas, conocido en el argot médico como tripanofobia, ensombrece la inmunización.

De acuerdo con Rosa María Wong Chew, infectólogo pediatra y jefa de investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el estrés y dolor que suponen la vacunación en la infancia puede hacer que en edad adulta se dude de la inmunización.

“Y si ese miedo no es superado, se corre el riesgo de contraer enfermedades que son prevenibles a través de la vacunación”, explica Wong.

Pero ¿cómo lograr que los niños tenga una experiencia menos traumatizante?, según la especialista el primer escalón es hablarles con la verdad.

Reacciones
Los efectos adversos más comunes después de la vacuna son irritabilidad, enrojecimiento o hinchazón y algunas veces fiebre.

“A nadie le gusta que lo piquen, pero es muy importante asegurarse de que ellos sepan que las vacunas nos protegen de enfermedades y salvan vidas en todo el mundo. Si le preguntan si habrá dolor dígales que sí, pero solo por unos segundos”, recomienda. No obstante, trate de no angustiarlos ni estresarlos previo a acudir con el médico, se ha demostrado que los menores sienten el dolor más intensamente cuando piensan que algo les va a doler.

Al momento de aplicar la vacuna el menor debe estar sentado y, según la edad, que esté con la madre o el padre, sobre su regazo.

Al momento de aplicar la vacuna el menor debe estar sentado y, según la edad, que esté con la madre o el padre, sobre su regazo.

En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugirió para una experiencia más agradable que el niño no se quede solo durante la vacunación, y que la persona que le acompaña a consulta permanezca a su lado durante todo el proceso. Esto le ayudará a sentirse seguro y a sobrellevar mejor el momento. Por otro lado, dar el pecho a los lactantes durante la vacunación o inmediatamente después ayuda a que los niños sufran y lloren menos.

En el caso de que no sea posible amamantar al niño o darle su formula, se recomienda, antes de la vacunación, darle una solución dulce. Investigaciones previas sugieren que unas gotitas dulces pueden reconfortar a los bebés en el momento de la inyección.

Aleatoriamente se han indicado anestésicos locales para ayudar a minimizar el dolor en el momento de la vacunación. Sin embargo, en líneas generales, la OMS no recomienda su uso, “debido a su alto coste, las dificultades de suministro que hay en algunos países y el tiempo con el que se debe contar desde su aplicación hasta su efecto”.

Por su parte, Patricia Cervantes, directora Médica para Influenza de Sanofi Pasteur Latinoamérica, sugiere que colocar al niño en posición vertical ofrece una sensación de control y puede disminuir el miedo en el infante. Aquí la indicación es no sujetar con fuerza extrema porque eso puede incomodar y estresar.

Otra técnica es bañar al bebé con agua tibia, para relajar y, en caso de haber fiebre, bajarla. En los menores de seis años también funciona distraer su atención con juguetes, música o videos. “A veces sin usar ninguna de estas técnicas, la mayoría de bebés se tranquilizan muy rápidamente después de las inyecciones solo con cargarlos”, concluye