Tic Tac

Entrevista Tic tac con Abel Ilías: 'Nunca me quitó el sueño tener un hijo... no pudo ser”

Beisbolero y olimpista. ¿Mujeriego? “Tuve suerte, no me quejo...”

FOTOGALERÍA
17.05.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- A sus 11 meses de vida una poliomielitis le cortó la esperanza de caminar normalmente como cualquier persona, pero nada ni nadie le quitó el anhelo de cumplir sus sueños. “Desde niño soñaba con ser periodista y mi sueño era estar en HRN; el deporte lo llevo en la sangre”, confiesa Abel con la boca llena de convicción.

Hoy, con más de dos décadas siendo una de las voces deportivas en Emisoras Unidas y a pesar de su necesidad especial, Abel Ilías afirma: “No le reprocho nada a la vida”.

Su inseparable amigo es un bastón, su pasión es el periodismo y su mejor apodo sería “Sportsman”. “Me puede poner a prueba en el deporte que quiera”, se faculta con una sonrisa por delante.

Su dificultad física no fue ningún impedimento para ver la vida con alegría... ni para conquistar chicas; “he sido bendecido, no me puedo quejar en ese sentido, ja, ja, ja”, confiesa mientras termina de acomodarse en las graderías del Estadio Chochi Sosa de la Villa Olímpica.

Allí adonde ha llegado para quebrar la regla. “Esta es la primera entrevista que doy, siempre me he negado. He sido temeroso de la curiosidad pública, he sido presa de una timidez patológica. Me pregunto por qué opté a Periodismo si es ajeno a mi forma de ser; yo quisiera que nadie sepa de mí”, cuenta Abelito en medio de una charla que desnuda su vida...

Abel, ¿se quedó con ganas de hacer cosas durante la infancia? Digo, por la dificultad para jugar...
Fíjese que no porque mis padres dentro de sus posibilidades siempre me hicieron ver con alegría las vicisitudes. La pasaba bien, no me puedo quejar. Siempre tuve momentos de diversión. Siempre actué con total normalidad e, incluso, jugaba pelota en el barrio La Cabaña.

¿Cómo jugaba fútbol?
Yo me arrastraba con las manos y jugaba de portero o de delantero. Me quedaba en un solo lugar cerca del marco y cuando los defensas se venían, con mis manos les pasaba la pelota entre las piernas o los hacía pasar como Messi y definía como crack ja, ja, ja. Nunca he tenido ningún tipo de complejos.

¿Qué ha sido lo más difícil de vivir con una necesidad especial?
Que en ocasiones quería seguir muchachas para enamorarlas y no podía... yo decía: Si caminara.... Sacaba provecho de todo, hacía que me caía para que me levantaran... claro, cuando alguien valía la pena, ja, ja, ja...

¿Le tapó puertas su problema físico?
Al contrario, creo que me ha abierto muchas. Me dedicaba a estudiar y siempre saqué notas ejemplares. Como desde niño soñaba con ser periodista, trataba de enriquecer mi acervo cultural, de tener una mejor dicción, una buena retórica y también pensaba: Si algún día encuentro una muchacha, tengo que persuadirla. Me volví adicto a la lectura y eso jugaba a mi favor.

Hablando de muchachas, ¿cómo le fue en el amor?
A pesar de mi impedimento, siempre fui un hombre bendecido porque la gente no reparaba tanto en mi incapacidad. Disfrutaba que donde fuera agradaba. He estado en reuniones con colegas y me dicen: Una de las cosas que admiraré de Abel es que siempre tuvo mujeres bonitase. Gracias a Dios tuve suerte.

¿Cómo conoció a Marlen Sandoval, su pareja?
Un compañero periodista la amaba de ojos y un día le pidió un beso, pero ella le contestó: “A mí quien me encanta es ese muchacho que anda con vos en el carro. Ella era una muchacha atractiva y voluptuosa. Para mí fue una situación difícil, pero nos empezamos a conocer y hoy es un bastión importante en mi vida.

¿Y cuántos hijos tienen?
Yo no tengo hijos, nunca pude, pero nunca me quitó el sueño tener un hijo. Yo me he llegado a calificar que fui un niño maduro, porque siempre me imaginaba que llegaría a una edad como la de ahora y que posiblemente iba a estar solo; lo que soñaba era tener un apartamento y dos imponentes perros de raza. Siempre me vi solo y hoy gracias a Dios no lo estoy porque tengo una compañera fabulosa. Nunca me obsesioné con tener niños. No tuve esa realización, no pudo ser.

¿Eso no ha representado un problema en la relación?
No, porque siempre me han gustado las relaciones serias, pero no continuas, siempre he andado así como los gorriones, me gusta el néctar... chu, chu, chu, chu, ja, ja, ja... Pero con mi señora ya tenemos como 15 años juntos. Ella ya tenía hijos (tres), entonces lo que aprendimos fue a amarnos, a pasar de un simple gusto a una verdadera pasión.

Pasando del amor a lo profesional, ¿cómo ingresó a Emisoras Unidas?
Entré en 1993 y comencé en el programa “Deporte y noticias” con “Willy” Bermúdez. Estuve como cuatro años y luego pasé a HRN por una situación especial. Juan Carlos Barahona fue a cubrir un juego Honduras-México en el Nacional y yo le iba diciendo quiénes eran los jugadores de México. Diógenes lo felicitó y él le dijo: “Yo quiero felicitar al muchacho que trabaja con ‘Willy’, él es quien conoce a todos estos futbolistas”.

Era una pasión estudiar periodismo y que un día mis padres y mi abuelita escucharan que Diógenes Cruz presentara una entrevista mía. Todos me pusieron las cosas en bandeja de plata para que hiciera una entrevista importante y la hice. El colombiano Miguel Asprilla hizo dos goles un domingo con Motagua y salió lesionado. Era la nota con la que íbamos a abrir el programa la afición, que era una cadena nacional, pero tuve mala suerte.

¿Mala suerte por qué ?
La grabadora no me sirvió, nunca salió el audio. Fue un momento difícil porque mi papá estaba pendiente. Diógenes dijo: Abel Ilías en su debut y no podía ser mejor que con Miguel Asprilla, la figura de Motagua.... Y la grabadora no sirvió; me acuerdo que Diógenes expresó: “¡Qué barbaridad! Inicia con mal pie este muchacho. Diógenes era implacable, imagínese el nerviosismo mío.

¿Se acuerda de alguna anécdota en la reporteada?
De cara a la final de vuelta entre Motagua y España del 98, me fui a El Piligüín a hacer entrevistas, pero el preparador físico Ricardo Ángeles me dijo: “Aquí nadie va a dar entrevistas, andate”. Le dije a Diógenes y empezó a tirarle por la radio y a decirle: “Yo tengo más poder que el propio Presidente de la República, vos no sabés con quien te estás metiendo semejante estúpido”. Minutos después venía babeando aquel hombre y me dijo: “Me echaste a ese viejo basura encima, hoy es el día que te agarro a p...”, hizo por agarrarme la grabadora, pero enseguida los jugadores lo detuvieron.

Hablando de agresiones, ¿una vez lo intentó agredir alguien en el tráfico?
íbamos con en el carro y le dije: Willy’, que ese va muy lento”. El hombre se baja enojado, se viene a donde mí y yo le dije: Para esta vida de perro que llevo, me hará un bien si me mata. El hombre se fue para donde mi amigo y Willy le decía: No, papá, yo quiero ver graduarse a mi hija”, ja, ja, ja.

¿Es cierto que es Olimpia y que usted no lo esconde?
Mis padres eran furibundos olimpistas y, por lógica, yo no podía seguir a otro equipo. No he terminado de entender por qué hay colegas que niegan su equipo; lo importante es ser objetivo. Ahora la gente me acusa de que soy defensor de Diego Vazquez o que soy motagüense; si soy Olimpia, lo que menos quisiera un día de mi vida es ser Motagua. Jamás.

¿Pero es más beisbolero que futbolero?
Sí, el deporte que yo amo y que es mi pasión es el béisbol, es el deporte número 1. Mi madre, mi hermana y yo íbamos a ver todos los partidos al parque de pelota Lempira Reina y le terminamos entendiendo como pocas personas. A través de internet, miro las nueve entradas de los partidos de los Yankees.

Aparte del deporte, ¿tiene otras pasiones?
Donde me crie había mucha gente negra y terminé volviéndome adicto a la comida de ellos, me fascina el coco, el pescado, arroz con frijoles, el tapado y su música; me encanta el reggae, la punta y el calipso.

¿Y qué opinión le merece la política, Abel?
Nunca me ha interesado ni me interesará. Solo una vez voté y fue porque mi mamá me ofreció dos lociones si votaba por Rafael Callejas, así que voté por Callejas porque mi madre me chantajeó.