Tic Tac

Arnold Cruz: 'En mi vida no he probado una sola gota de alcohol”

¿Qué hay detrás de este exjugador que aspira a llegar al CN?

FOTOGALERÍA
20.10.2017

Tegucigalpa, Honduras
Es tan futbolero, que Arnold Cruz recuerda el número de su casilla por “el Mundial de México... es la casilla 86”. Su perra siberiana Dakota da la bienvenida a una casa grande, tan grande que caben juntos todos los recuerdos como jugador de uno de los mejores defensas centrales que parió esta tierra...

Por eso es casi imposible verlo con la camisa del Partido Nacional, sobre todo para los más fanáticos del Olimpia, pero desde el nuevo cristal donde mira al país promete como político “hablar con el corazón porque no me gusta que la gente humilde sea engañada”.

Sacó 26 mil votos en las elecciones internas y lidera las encuestas en la Perla del Ulúa para llegar al Congreso Nacional, que sería una nueva estación en su precoz carrera lejos del balón. Pero “nunca voy a dejar el fútbol”, advierte este ilustre exintegrante de la H, de Olimpia, de la MLS de Estados Unidos y de las ligas mexicana y argentina.

Gracias por atendernos en tu casa, Arnold Cruz. ¿Contanos en qué barrio te enseñaron a hacer travesuras de chiquito?

En Los Ángeles de El Progreso, ahí conocí a unas personas espectaculares, vecinos y amigos que me ayudaron a vivir experiencias de vida. Lo mejor es que a mis 47 años, cada vez que regreso, me miran como la persona abierta y tranquila de siempre.

Nos imaginamos tantas travesuras en ese barrio. Contanos algunas, Chele.

¡Uf!, fueron varias. La vez que nos fuimos con la banda que lideraba “El Diablo” a cazar garrobos con honda y entre todos cercamos a uno grandote que estaba subido en un árbol... de repente veo que se me viene encima y de los nervios lo dejé ir. Qué no me dijeron esos jodidos... ja, ja, ja. O cuando un fregado ya más grande que nosotros nos enganchó para irnos hasta Tela en bicicleta, pero de aquellas famosas 28... ja, ja, ja. Estamos hablando de los ochenta, esa experiencia en carretera abierta jamás la olvidaré.

¿Y esa “patada de burro” que hiciste famosa en Liga Nacional viene desde esos tiempos?

Ja, ja, ja... sí, incluso recuerdo que cuando tenía como 17 años, antes de integrarme a la Sub 19, siempre me iba a jugar la potra con los aleros y en una tarde me queda una pelota suelta, agarro al portero como a unos 10 metros y le suelto aquella línea fuerte con una Mikasa mojada...

Mirá, de repente miro que se le abre la piel de los dedos y todo el mundo asustado. En ese tiempo recién habían inaugurado el hospital de El Progreso y lo llevamos de inmediato en bicicleta para que lo costuraran... ja, ja, ja.

Bueno, llegó la Sub 19, luego el Olimpia, el salto al extranjero... ¿te has puesto a pensar qué serías de no haber cogido ese camino?

Siempre me gustó la arquitectura y hasta me matriculé en la UNAH de San Pedro Sula mientras jugaba en Deportes Progreseño de Segunda. Saqué las clases generales, pero en eso me vengo a Tegus a jugar con Olimpia y me encuentro con Juan José Craniotis...

¡Ah!, “El Griego”. ¿Qué pasó con él?

Cuando le digo que me quiero matricular en arquitectura me dice que no y me convence para que estudie ingeniería civil. Él llevaba segundo año, me matriculo, saqué como 15 clases y hasta fui compañero del línea Óscar Velásquez. Pero de ahí Olimpia me vendió al extranjero y no continué.

Por el tema de las chavas ni te pregunto porque tenés una pinta de que te sobraban las novias, ¿eh?

Je, je, je... fijate que no. Novias novias en El Progreso solo tuve dos... lo que pasa que nunca me gustó salir, beber ni fumar, a tal grado que a mi edad no he probado una sola gota de alcohol.

¿En serio? ¿Ni una cerveza has probado?

¡Nada! Nunca me ha gustado. Me acuerdo de mis últimos meses en el fútbol que me fui al Vida y nos reunió Dubán Ramírez para preguntarnos si nos echábamos nuestras cervecitas. A mí no me creía y lo reté a que me hiciera un examen y si me encontraba alcohol en la sangre yo le pagaba una fuerte suma de dinero y no quiso... ja, ja, ja.

¿Bueno y en la boda cómo le hiciste con el brindis?

Fijate que al día de hoy mi esposa se enoja porque solo hice la patarata a la hora del brindis... ja, ja, ja.

¿Y si no te gustaba salir cómo conquistaste a Norma, tu esposa?

Un buen día ella llegó al hotel de la Selección Sub 23, yo estaba en un sofá leyendo un diario y de repente se me acerca y me pide una firma. Bajé el diario y cuando la miré fue amor a primera vista. Ya llevamos 22 años de casados.

Después de tu triunfo en el fútbol ahora te vemos en la política. ¿Cuándo te picó ese gusanito?

Desde que estaba activo tuve muchos amigos políticos y ya cuando tenía nombre me invitaban a reuniones.

¿Quién te invitaba?

Me acuerdo de Óscar Kilgore en San Pedro Sula, que llegaba al hotel a cada rato a tomarse fotos y todo eso.

Los más grandes nos decían que no hiciéramos eso, que fuéramos prudentes porque ya se sabía que lo que él quería era figurar. Como yo soy muy observador chequeaba todo a mi alrededor e iba viendo el comportamiento de los políticos.

Pasó el tiempo y ya retirado hubo una oportunidad de trabajar como director de deportes en el Ministerio de la Juventud y ahí fui conociendo a Juan Orlando Hernández, porque hacíamos eventos de prevención cuando él era presidente del Congreso Nacional.

¿Y qué mirabas en los políticos?

Como joven fui víctima de las mentiras de algunos políticos que llegaban a prometer al barrio y a la hora de la hora, nada. Pero mis condiciones no se prestan para eso y tengo la satisfacción de asegurar que yo nunca le dije a ningún político que me meta en esto, yo estoy acá porque el año pasado Juan Orlando y el Comité Central mencionaron mi nombre para apoyar en el departamento de Yoro.

Yo andaba en el sur, me contaron el proyecto por teléfono, lo consulté con mi esposa y aceptamos. Entré con uñas y dientes apenas y acá voy.

En el fútbol sos blanco, ¿pero en la política siempre fuiste azul?

Desde chiquito escuchaba a mi papá hablar del Partido Nacional, iba a votar aunque fuera por un candidato muy malo... ja, ja, ja... Ahora la cosa ha cambiado, hay más raciocinio y no se vota por puro tradicionalismo.

Se puede llegar a casos como el de Wilmer Velásquez, ídolo del olimpismo que ha perdido cariño por su presencia en el oficialismo. ¿No tenés miedo de ser un nuevo Wilmer?

En el Ministerio de la Juventud daba el 100 por ciento con lo poco que teníamos. Cada quien es diferente y si llego al Congreso Nacional haré hasta lo imposible para que la directiva apoye mis proyectos.

¿Y cuál es tu proyecto bandera, Arnold?

Masificar el deporte y hacer centros comunitarios de cultura, arte y deportes en El Progreso. Quiero empezar con un centro piloto, con gente especializada, para explotar talentos de muchos jóvenes del interior del país. Lo otro es apoyar la excelencia académica, no quiero que un niño con gran futuro pierda sus estudios por falta de dinero.

¿Cuánto invertís de tu dinero en política?

En mi casa hay una ley: “Billete de la casa no se toca”. Tengo que gestionar con amigos para ver qué obtengo y el PN también me da algo, uniformes, premios, arreglo de una cancha o de un salón cultural. Tampoco pido millones...

Pero entonces si llegás al Congreso Nacional a esos amigos tenés que pagarle el favor, ¿no es así?

Sí, con 100 pesos... ja, ja. No, la verdad que es poca ayuda, algo que ni siquiera llega a los 10 mil lempiras.

¿Qué es lo que más te ha tocado en las visitas a estos 11 municipios de Yoro?

Una vez que llegué a una casa tan humilde que me sorprendió una señora emocionada al verme que me dijo: “Venga, Arnold, cómase esta tortilla con frijolitos y este topogigio”. Y lo único que me pidió, entre toda su pobreza, fue cuadernos para que sus dos hijas siguieran estudiando.