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Erick Vidal Martínez: 'Los débiles y los marginados también tienen derechos'

Defensor de los derechos humanos de grupos vulnerables

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10.03.2017

Tegucigalpa, Honduras
Él creció en un hogar humilde y, luego de graduarse de técnico electricista en el Instituto Técnico Luis Bográn, comenzó a trabajar en diferentes actividades. Incluso laboró en bares y restaurantes.

La dureza de la vida y la violencia contra las personas lo llevaron a defender los derechos humanos de los indígenas, de personas con VIH, de la comunidad lésbico gay e incluso de los abogados y periodistas.

Preocupado porque el derecho a la existencia es el que más se violenta en este país, Martínez así le cuenta extractos de su vida a EL HERALDO.

¿Desde cuándo está involucrado en la defensa de los derechos humanos?
Llevo más de 11 años defendiendo los derechos humanos de aquellas personas vulnerables, indígenas y comunidad lésbico gay, y ayudando a las personas con VIH.

¿Cómo inicia esta labor?
Saliendo del colegio en 1996 empecé a involucrarme, luego que en 1997 comencé a trabajar en instalaciones eléctricas con un ingeniero, quien me despidió por discriminación sexual.

¿A quién acudió en sus primeros pasos?
Inicié buscando información en organizaciones y trabajé como voluntario en la Asociación Kukulkán, pero en el 2006 me di cuenta que Ciprodeh ofrecía unas becas para estudiar derechos humanos. Después del 2009, luego del golpe de Estado, comencé a realizar monitoreo en centros penitenciarios o de detención, también registraba los incidentes que ocurrían en las manifestaciones.

¿Cómo ha enfrentado los desafíos que implica la defensa de los derechos humanos?
De diferentes maneras, hemos considerado que el ejercicio de la ciudadanía en materia de derechos humanos debe destacarse a través de procesos de información sobre qué son los derechos humanos. Empecé de forma autodidacta indagando el marco internacional de los derechos humanos, sobre cómo exigirlos en el país.

En el 2010 se me brindó la oportunidad de realizar una consultoría en Ciprodeh. Un proyecto que había iniciado en la Asociación Kukulkán terminó en septiembre de 2010 y me incorporé aquí en octubre de 2010, haciendo un trabajo de prevención de violencia para jóvenes.

¿Cuál es el derecho humano más violentado en el país?
En general el derecho a la vida, el derecho a la seguridad, el derecho a acceso al trabajo, el derecho a la salud, pero también está el derecho a la vivienda.

¿Hasta dónde ha llegado su labor en la lucha por el respeto de los derechos humanos?
Siempre he estado y estaré ahí defendiendo los derechos de los indefensos, incluso en el 2012 fui parte de una mesa técnica en el Ministerio Público donde exigimos investigar los casos de asesinatos de periodistas, abogados y personas de la comunidad LGTBI.

¿Cómo se define Erick Martínez?
Soy una persona seria, muy respetuosa, muy ecuánime en mis pensamientos. La vida me ha dado la oportunidad de sentarme con tomadores de decisiones y, con el respeto debido, he llegado hasta pumpunear la mesa cuando algo no está bien.

Con su madre Lesly Margoth Salgado y sus hermanas Nancy y Astrid.

Con su madre Lesly Margoth Salgado y sus hermanas Nancy y Astrid.

¿Qué actividades realiza en sus momentos libres?
Me gusta compartir con mis amigos, estar con mi familia, me gusta ver y jugar básquetbol, béisbol. Mi deporte favorito, el que practico bastante, es el ajedrez, una disciplina que muy poca gente la juega y, para colmo de males, desde que el huracán Mitch se llevó el gimnasio Rubén Callejas Valentine la federación tiene que estarse moviendo. Como no hay muchos que lo jueguen, me toca jugar en línea con personas que se conectan. Otra cosa que me gusta es el cine, también cocinar y los videojuegos.

¿Qué videojuegos?
Mire, comencé con los de Nintendo y ahora sigo con los de PlayStation. Ahorita hay un juego que se llama Plantas versus zombies, que está en su segunda edición.

¿Cuál es su mayor miedo en la vida?
No dar el ancho, no ver logros por los que he estado luchando. Otro temor que surgió hace unos meses que estuve enfermo fue el morir y dejar a mi familia desprotegida, porque soy aportante al núcleo familiar y temo también no poder cuidar a quienes cuidaron de mí cuando era pequeño.

¿Se considera un buen hijo?
He tratado de serlo. En mi adolescencia tal vez no, porque tenía esa rebeldía, una parte porque era el hijo mayor, además mi mamá me tuvo a los 17 y mi papá a los 19, eran unos cipotes criando a un niño y yo he dicho que nadie lleva consigo un manual para educar a los hijos.

¿Usted fue feliz en su niñez?
Claro, es que la felicidad es relativa. Cuando de niño le regalaban un confite uno era feliz, cuando le dan un abrazo también. Era feliz cuando llegaba mi abuela, no porque iba con una bolsa de mangos o de naranjas, sino porque ella siempre nos demostró que la familia tiene que ser un eslabón que no se tiene que romper.

Recuerdo que con mis vecinos jugábamos en un campo de fútbol, cambiábamos las chapas de Tropical por los papelotes y más de cien niños salíamos en las noches a volarlos. No solo cambiábamos papelotes, sino que también estaba el famoso cambio de las vistas.

¿Le han reprochado su sexualidad?
Mi sexualidad fue un tema que tuvimos que platicarlo con mis padres, porque uno no puede ocultar el sol con un dedo; el tema es bien complejo, pensé que el mayor verdugo iba a ser mi padre, por eso del machismo, pero recuerdo que me dijo que yo era su primogénito y que independientemente de mis decisiones, yo no dejaría de ser su hijo. Pero eso sí, me dijo que mi vida debía llevarla con humildad, honestidad, transparencia y respeto a los demás.

¿Cuántos hermanos son?
Somos tres hermanos: Astrid, de 32 años, es la menor, Nancy, de 34, y yo. Mis padres crearon dos mujeres y un varón para bien de la sociedad.

¿Usted dice que de pequeño quería ser médico?
Sí, quería ser médico y no deseaba estudiar en el Instituto Técnico Luis Bográn, anhelaba ir al Instituto Central y ahí fue el primer choque con mis padres.

¿Usted ha llevado una vida dura?
Vengo de un hogar pobre y me ha tocado trabajar desde los 17 años. Mi papá nos inculcó el trabajo en nuestra adolescencia, en nuestras vacaciones del colegio, pero con el tiempo comprendí que me estaba preparando para la independencia.

Si pudiera cambiar algo de su vida, ¿qué cambiaría?
Aquellos momentos de desvelo porque me tocaba trabajar en bares, discotecas, por las noches, vendiendo cervezas, refrescos… Por otro lado, no cambiaría nada. No soy la mejor persona porque tengo defectos, pero trato de servir a los demás.

Su defecto que más rechaza ¿cuál es?
La terquedad, es que soy terco. Es que para mí las cosas tienen que tener lógica. A mí me pueden explicar algo, pero si no encuentro la raíz, si no tiene una base científica, no me convenzo.

¿Erick es orgulloso?
Sí, pero no hablo de ese orgullo negativo. Si yo cometo un error, lo reconozco y pido disculpas. Trato de llevar mi vida sin dañar a los demás.