Siempre

Jorge Restrepo: 'Expolio” y el contexto de una época

Una obra de arte alcanza su realización plena cuando el tiempo la abraza en la eternidad del instante que la creó

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17.05.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Al redescubrir en mi archivo el registro de “Expolio”, realizada por Jorge Restrepo, en el Museo del Hombre Hondureño, en agosto de 2005, me sentí tentado a realizar una especie de ejercicio arqueológico respecto a la producción artística de una década que, a mí juicio, construía un mapeo visual desde el año 1995 hasta el año 2005.

“Expolio”, por sus características, formó parte de un contexto local que estaba redefiniendo sus nuevos límites estéticos. En verdad, esta propuesta curatorialmente es importante porque después de 15 años sigue teniendo un gran poder contextualizador y es desde esa perspectiva que deseo situarla. ¿Pero cuál era el contexto que rodeó a “Expolio?

En noviembre de 1995, Santos Arzú rompe el tablero del arte hondureño con su paradigmática instalación “Templo en ruinas”. Estábamos frente a los inicios de un nuevo arte que buscando ser contemporáneo aún ofrecía su rostro moderno; a partir de allí se sucedieron una serie de eventos que sacudieron el medio local, mencionemos los que a mi juicio son los más importantes: En agosto de 1996, Jacob Gradiz realiza la instalación escultórica “Entrega” en el IHCI; en 1997; ese mismo año, bajo el proyecto general: “Memoria fragmentada desde el centro de América”, Bayardo Blandino presenta “Íconos de resistencia” y Arzú, “Ofrenda y sacrificio”, en Santo Domingo; siempre en 1997, Alex Galo realiza lo que a mi juicio es la escultura más experimental de la década: “El mito del retorno” expuesta en el VI Salón de Escultura y Cerámica del IHCI; en 1999, por primera vez participamos en la Bienal de Venecia, el artista es Santos Arzú, la obra es “Hora intermedia”; siempre en 1999, se exhibe en Italia el proyecto “Tiempo y fragmentación, dos categorías de la memoria” con la participación de los artistas Víctor López, Alex Galo, Santos Arzú y Bayardo Blandino (curaduría Carlos Lanza); en el año 2001 el colectivo “Artería” realiza “Zip 504”, en Lima, Perú; en el año 2003 el Taller de Artes Visuales “El círculo” produce el primer performance político en Honduras llamado “15 de septiembre”.

Este es un recuento muy rápido del contexto visual en que se inscribe “Expolio”, admito que dejé por fuera datos claves para una investigación de la década, solo quería señalar que el trabajo artístico de Jorge Restrepo estaba integrado a la coyuntura de recambio que habían generado los nuevos lenguajes visuales de aquel momento; pero, obras como “Maquila” (2004), ya anunciaban su arte esencialmente colectivo, práctica que se vio confirmada con el proyecto “El mayoreo”, en el año 2005 y que continúa hasta el día de hoy en diferentes propuestas colectivas tales como “Micelio”, una de las más reconocidas.

He tratado de buscar un elemento cualitativo que defina a la obra de Restrepo dentro de la producción artística de esa época y encontré dos cosas: es el primer artista que no perteneciendo a un taller, le da cuerpo al performance hondureño, todas las piezas señaladas, incluyendo “Más allá de lo tangible” (2005), exposición para no videntes realizada en la Alianza Francesa, muestran ese sello; la segunda cosa es que fue el primer artista en introducir el género de “happening” en Honduras, es decir, la confluencia simultánea de dos o más géneros artísticos en un mismo espacio, eso fue “Expolio”.

Hacia una recuperación del arte colectivo

En un texto titulado “Arte y humanismo en la obra de Jorge Restrepo”, precisé que “Toda la acción performática de Jorge Restrepo está anclada en la necesidad de superar la contradicción que separa al ser del mundo, sus performance son cultos a la comunión y a la solidaridad; el trabajo colectivo en sus obras es una negación del trabajo individual alienado que termina por ser un subproducto humano del sistema. Sus motivos sobrepasan la contemplación, sus propuestas son auténticas metáforas de la actividad social que realizan hombres y mujeres; sus obras son piezas que problematizan la condición individual y colectiva del sujeto; la acción artística de Restrepo examina al sujeto en su doble condición: ser naturaleza y estructura cultural a la vez. Quizá esta relación sea la que justifique la sistemática interacción entre ciencia y arte que ha caracterizado su largo y sostenido trabajo artístico”.

Al citar esas líneas he intentado señalar que “Expolio” no es un significado-significante propio del arte representativo, la propuesta de Restrepo no es un código hermenéutico que se abre al tocar su repertorio simbólico, “Expolio” es más que un happening, es una acción que produce su propia simbología con la acción del público. Sus sentidos, sus significados y su estructura semiológica no son apriorísticos, hay que producirlos en la acción colectiva, en ese sentido, el proyecto cuestionó los soportes de una tradición moderna que aún perviven en el arte contemporáneo hondureño.

¿En qué consistió la acción colectiva?

Para responder esto me gustaría apoyarme en las notas que preparó el mismo artista y que, de manera sumaria, resumen lo siguiente:

(a) Las pinturas fueron hechas por maestros del arte hondureño, artistas jóvenes y voluntarios. Todos se reúnen dándole al proceso un carácter democrático

(b) Los artistas y colaboradores hicieron el ingreso al salón de la acción vistiendo las obras, portándolas y apropiándose momentáneamente de ellas.

(c) Mientras ello sucede, poetas leen su trabajo al público.

(d) La expoliación, es decir, el retiro de las obras de sus cuerpos, simboliza el desprendimiento (debo hacer notar que hubo personas que no querían entregar las obras para que no formaran parte de la instalación).

(e) La instalación de las pinturas fue hecha por un colectivo local de artistas jóvenes, quienes las extendieron oblicuamente por toda la pared principal del museo y luego dialogaron con el artista Restrepo y las personas que pintaron los delantales.

Este desnudarse es dotar al arte de una conciencia crítica y movilizadora, es construir el sentido de otredad, es un deseo de terminar con la escisión del hombre y liberarnos de la prisión de nuestros límites; “Expolio” dijo Donaldo Altamirano, “es un desnudarse de prejuicios”.

No hay duda que “Expolio” también desnuda una época muy importante del arte local, la desnudez de una época es también el esplendor de su consciencia

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