Siempre

La novela de intriga según Carlos Meza

Un capo ruso, un médico sin escrúpulos y sus víctimas... Hoy reseñamos Silicone, un best seller

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27.01.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Silicone (Llumina Press, 2011) es una novela inesperada. Escrita y publicada en inglés, es un coctel de acción, intriga y ciencia que podría provocarle un infarto por envidia al más curtido guionista hollywoodense. Tan intrigante como su argumento es que Carlos Meza, su autor, es hondureño.

Como los buenos libros de suspenso, la novela arranca con un estallido que engancha al lector: Brenda, lesionada en un choque de carros, llega al centro médico Reagan, en California, con extraños síntomas que llaman la atención de la doctora Jordan Hamilton.

Cuando más mujeres mueren en situación parecida a la de Brenda, las sospechas de Jordan apuntan al metal tóxico en la silicona que el inmoral cirujano Phil Masterson les implantó. Decidido a detener a la atrevida Jordan, Masterson recurre a la mafia rusa y a un sicario alemán.

El escritor

Carlos Meza. Nació en Puerto Cortés el 15 de julio de 1948. Tiene más de 50 años de vivir en EUA, donde ejerce la medicina. Ha escrito artículos para el periódico The Record, en Stockton, California.



Virtudes y problemas
Desde los capítulos iniciales, Meza muestra sus fortalezas: un vasto conocimiento de las ciencias médicas y de la geografía californiana y una asombrosa aptitud para armar intrigas sin perder de vista sus múltiples ramificaciones narrativas. La historia es fluida y atractiva casi siempre, como buen best seller. Por esto son más lamentables los muchos pasajes en que el autor abusa de los términos técnicos o que en alguna ocasión someta al lector a la tortura de conocer un largo y esquemático expediente médico inútil para la narración.

Los personajes de Silicone carecen de los matices que tienen las personas. Jordan, por ejemplo, experta en kick boxing, médico excepcional, hábil en el manejo de la pistola, madre ejemplar, casi creadora de algunas virtudes morales, es una heroína tan magnificada, víctima de una especie de inocencia narrativa, que su imbatibilidad se vuelve increíble y un poco graciosa. Esto, sin embargo, no evita que los habitantes de esta novela queden implantados en la mente del lector.

Es difícil olvidar al capo ruso Kurakin, al malévolo contrabandista asiático Bernard Lee, el ambicioso investigador Max Weinberg y hasta a la portentosa senadora afroestadounidense Olympia Jefferson. Todos son encantadores clichés. Gracias a esta capacidad para crear personajes memorables y situaciones ancladas firmemente en la realidad, pero sin abandonar un saludable gusto por el divertido desarrollo de intrigas, y con su pericia para llevarnos de la mano por el mundo de la medicina, a pesar de su compleja terminología, Carlos Meza logra crear con Silicone un relato trepidante y novedoso por sus implicaciones científicas, políticas y humanas.

La voz narrativa de Meza es un descubrimiento reconfortante en el mundo de las letras hondureñas.